lunes, 1 de marzo de 2010

CAPÍTULO 11 (PARTE 1)

NOVIEMBRE - DICIEMBRE DE 2008:

Mientras el curso transcurría, poco a poco, el instituto entero se fue enterando de nuestra relación. Al principio pensamos en llevarlo en secreto; porque yo llevaba cuatro años estudiando en ese instituto y nunca había visto en él a dos chicas besándose; es más, llevaba dieciséis años viviendo en Pontevedra y creo que como mucho había visto a dos o tres parejas homosexuales besándose en la calle. Pero estábamos en la misma clase y nos sentábamos juntas y a ambas nos costaba mucho no besarnos en todo el día o algo tan simple como cogernos la mano. Por otra parte, no podíamos evitarlo, tonteábamos muchísimo así que no se puede decir que fuéramos exactamente discretas; por no hablar de las decenas de veces que íbamos al baño juntas para liarnos.
El hecho es que poco a poco nos cansamos de disimular y dejamos de hacerlo, ya nos daba igual que la gente se enterara o no, lo único que queríamos era ser nosotras mismas. Así que, como es lógico la gente empezó a darse cuenta de que Britney y yo no éramos solo amigas.
A finales de noviembre casi todo el mundo lo sabía y empezaron los murmullos, las miraditas en los pasillos y los comentarios en clase. Lo cierto es que no se cortaban un pelo, a veces hasta nos señalaban con el dedo cuando estaban dos o más personas hablando por lo bajo (supongo que uno lo sabía y los demás no y se lo estaban contando).
Era una de las únicas cosas que no me gustaban de estar con una chica. No entendía por qué esa diferencia, si hubiera estado saliendo con un chico no se habría creado toda esa curiosidad. Britney estaba acostumbrada a esa expectación y a que la miraran por la calle cuando iba con una chica (la verdad es que a ella la miraban siempre, aunque fuera sola) pero yo no. Y me ayudó muchísimo en esa época e hizo que esa fase fuera más llevadera porque me hacía reír y me daba cariño y además, el simple hecho de estar a su lado, para mí hacía que todo eso valiera la pena.


Durante la semana antes a las Navidades nos fuimos de excursión con el instituto a los Pirineos. Nos alojamos en un hotel pequeño pero muy acogedor. Al lado de la recepción había una sala con sillones alrededor de una chimenea preciosa y todo era de madera. Estábamos en la montaña rodeados de nieve. Por extraño que pareciera era la primera vez que yo veía la nieve y estaba absolutamente emocionada.
Britney, Vero y yo decidimos compartir habitación. Creí que igual Vero estaría algo incómoda por el hecho de estar durmiendo conmigo y con Britney (normalmente dormir con parejas suele ser un verdadero coñazo) pero no pareció importarle y además me comentó que seguramente ella iría a dormir con Pablo. Cuando me lo dijo me dio un ligero codazo señalando a Britney con la cabeza, dando a entender que a lo mejor era el momento para que lo hiciéramos. Lo cierto es que yo ya lo había pensado porque no se me ocurría un sitio más romántico ni un momento mejor para perder la virginidad. Habíamos cumplido hace nada los tres meses y definitivamente quería hacerlo con ella, hasta ahora el único problema una vez decidida yo había sido que nunca encontrábamos el momento porque yo no dormía en su casa ni ella en la mía si estaban nuestros padres. Y nosotras queríamos eso, poder estar juntas toda la noche. Ahora por fin lo teníamos y no se me ocurría nada más que me echara para atrás. Había llegado el momento. Tenía todo lo que necesitaba para estar preparada, la tenía a ella.
La primera noche llegamos tan cansadas que las tres nos quedamos dormidas en cuanto nos tumbamos en la cama. Al día siguiente hicimos una breve excursión por la zona y nos llevaron, por la tarde, a una pista de ski. Al volver al hotel estuvimos un rato sentados en la sala de la chimenea, charlando. Cuando íbamos hacia la habitación porque era la una más o menos y al día siguiente madrugábamos Vero insistió en irse a dormir con Pablo. Más tarde me enteraría de que en realidad Vero ayudó a Britney a prepararme una sorpresa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario