sábado, 20 de febrero de 2010

CAPÍTULO 10 (PARTE 3)

Me puse de lado para mirarla y mientras le acariciaba el brazo y el hombro le dije:
- Significa que no empezaré a quererte en un futuro cercano - mientras mis palabras iban saliendo parecía algo desilusionada - porque, de hecho, ya te quiero.
Sonrió y sus ojos se iluminaron de una forma que no había visto antes.
- Yo también te quiero.
Arqueó las cejas, sorprendida ante sus propias palabras.
- ¿Qué pasa? - pregunté
- Nunca se lo había dicho a nadie así, en persona. Bueno, a mis padres y a mis hermana sí, pero no es lo mismo... ya sabes a que me refiero.
Asentí. Definitivamente no es lo mismo decirle “te quiero” a tu hermana que a tu novia.
- ¡Guau! ¿Soy la primera? ¿De verdad?
- Sí, ya te he dicho que no me había enamorado antes. Todas mis relaciones han sido físicas, nada emocionales y claro, sin conocer a las personas, es difícil enamorarte.
- Complicado sí.
Se rió.
- ¿Ves? Contigo me rio como una idiota y puedo hablar sin nervios o aparentar ser otra persona. Contigo soy yo al cien por cien. ¡Qué fuerte, enamorada yo! Y también me parece raro que me haya enamorado por primera vez a los dieciséis casi diecisiete.
- ¿Sabes? No volverás a enamorarte.
- ¿No? - dijo sin pillar a qué me refería.
- No te dejaré porque estarás conmigo.
Se acercó para besarme y justo cuando sus labios ya casi rozaban los míos mi móvil sonó.
- ¡Qué raro! - dijo poniendo los ojos en blanco.
Ambas habíamos reconocido la canción que tenía para que sonara cuando Vero me llamaba. Era "I'll be there for you" de The Remembrants; la sintonía de la que había sido mi serie favorita (Friends).
- Al menos sabemos que no ha perdido ese increíble poder que tiene de interrumpirnos - dijo Brit de coña.
- Créeme nunca lo perderá - la besé rápidamente y cogí el teléfono.

CAPÍTULO 10 (PARTE 2)

OCTUBRE DE 2008:

Los primeros días de clase fueron bastante entretenidos. Estaba sentada con Britney y Vero y Diego estaban justo detrás, aunque en algunas ocasiones cambiábamos y me sentaba con Vero o Diego. Pasamos la mayor parte del tiempo hablando, atendiendo solo cuando creíamos que lo que se explicaba era algo importante y no eran muchas las ocasiones en que así lo pensábamos.
Esas dos primeras semanas de curso empecé a darle muchas vueltas a algo en lo que aún no había pensado demasiado pero que era importante. Una de las clases en las que estaba sentada con Vero era en filosofía y la profesora no atendía en absoluto a quien hablaba y quien no, ni siquiera se daba cuenta de que nadie le atendía en sus explicaciones. Así que empecé a hablar con Vero sobre el tema que me preocupaba un poco.
- ¿Pero tú quieres hacerlo? - me dijo.
- No lo sé. A ver... me gusta mucho, ya lo sabes, y quiero que mi primera vez sea con ella.
- ¿Peeero...?
- Quiero estar preparada. Y es posible que aún no lo esté.
- Pues espera a estarlo y no te comas la cabeza.
- Ya, pero ¿y si ella quiere hacerlo ya?
- Britney está loca por ti, esperará si se lo pides.
- ¿De qué habláis? - dijeron Diego y Britney girándose hacia atrás.
- De que queremos ir al cine uno de estos días - dijo Vero improvisando. ¡Aish! La adoraba, menos mal que la tenía a ella porque yo ya me había quedado totalmente en blanco. Improvisar era una de sus especialidades.


Estaba en casa a solas con Britney. No habíamos ido a ningún sitio porque se había puesto a llover de repente y no parecía tener intención de parar.
- ¡Ey! - dijo ella rodeando con sus brazos mi cintura - ¿Te he dicho hoy lo guapa que estás?
- Hoy no - contesté sonriendo.
Me agarró la bufanda que llevaba al cuello, tirando de ella para que me acercara. Me besó profundamente y, poco a poco, fuimos hacia mi habitación. Nos tiramos en la cama sin dejar de besarnos. Se tumbó encima de mí apoyando su peso en los brazos para no hacerme daño. No era capaz de dejar de acariciarla, porque para bien o para mal Britney era como un imán para mi cuerpo. De repente me vino a la cabeza la conversación que había tenido con Vero esa misma mañana sobre si yo estaba preparada para hacerlo o no. Empecé a ponerme nerviosa.
- ¿Qué pasa? - preguntó Britney separándose un poco.
- Nada - Me daba algo de vergüenza hablarlo con ella así que volví a besarla.
A los cinco minutos se separó de nuevo y se tumbó a mi lado.
- Cuéntamelo - dijo pacientemente.
- ¿El qué?
- Amy, me has mordido tres veces en cinco minutos. Si seguimos sin hablarlo me voy a quedar sin labios.
- Perdón - dije acariciándole la boca con los dedos.
- Si fueras otra persona podía creer que simplemente besas mal pero eres tú y sé que besas jodidamente bien. Besas demasiado bien de hecho - dijo mientras yo me ponía roja - así que venga, cuéntame por qué tu cabeza no está aquí, con nosotras.
- Es solo... me da vergüenza.
- ¡Por favor!
- Llevo unos días pensando en esto. Tengo muchas, muchas ganas de hacerlo contigo. Pero no sé si estoy preparada para perder la virginidad. Y como sé que tú ya lo has hecho y que tienes experiencia me da algo de miedo que quieras hacerlo ya... y que si no estoy preparada me dejes - lo dije todo bastante rápido así que no estaba segura de que me hubiera entendido.
Me miró en silencio.
- ¿Te estoy presionando o algo? - dijo con una voz casi triste.
- ¿Qué? ¡No!
- ¿Y entonces por qué crees que quiero hacerlo ya y que le doy tanta importancia? Es decir... quiero hacerlo, pero cuando tú estés preparada. Y nunca te dejaría solo por eso. Yo no soy así.
- ¿Seguro que no te importa esperar?
- ¡Claro que no tonta! Cuando empezamos a salir me dijiste que eras virgen porque querías esperar hasta enamorarte de alguien y hasta que llevaras un tiempo con esa persona. Yo ya sabía a qué atenerme Amy. Y, al fin y al cabo, llevamos un mes y medio y entiendo que a lo mejor aún no estés preparada. Solo...
- ¿Qué?
- Solo espero ser yo esa persona a la que un día quieras tanto que quieras perder tu virginidad con ella.
- Lo serás. En realidad ya lo eres.
- ¿Ya lo soy? ¿Significa eso lo que creo que significa?

CAPÍTULO 10 (PARTE 1)

Me levanté el primer día de clase con ganas de ir, por raro que suene. Pero ese año iba a estar con Britney, Diego y Vero en la misma clase, ya que los cuatro habíamos elegido el bachillerato de sociales y nuestro instituto solo formaría una clase con los alumnos que hubieran escogido esa opción. Y además quería despejarme y mantenerme ocupada para no pensar demasiado en lo de mi madre, que era prácticamente lo único que había hecho desde que dos días antes mantuvimos esa conversación.
El ambiente en casa estaba raro. Mamá hacía como si no hubiera pasado nada. Naira al enterarse de lo ocurrido se había revelado y le había echado en cara a mi madre su comportamiento. A Miguel lo único que le preocupaba en esos momentos era que con el inicio del curso su tiempo para jugar a la play se vería reducido. Naira y yo se lo habíamos contado todo el día anterior y le pareció muy bien que Britney fuera mi novia pero no entendía por qué se había creado ese ambiente en casa ni por qué mamá le había dado tanta importancia. Lo que más le fastidió a Miguel, como él mismo dijo para hacerme reír, fue que ahora tendría que competir con una persona más para conseguir chica.

Cuando ese primer día de clase iba con Britney hacia el lugar en el que habíamos quedado con Vero, Diego y Pablo recordé que tenía que empezar a preparar el regalo que iba a darle, ya que tres días más tarde cumplíamos nuestro primer mes (lo contábamos desde el primer beso que nos dimos). No es que lo hubiera olvidado, de hecho ya tenía pensado que quería regalarle, es solo que con todo lo que había pasado aún no lo había acabado. Nos habíamos prometido que no íbamos a gastar mucho dinero porque, al fin y al cabo, solo hacíamos un mes, y pensábamos estar muchos meses juntas. Yo le había grabado un CD con mis canciones favoritas para que me fuera conociendo un poco más. Pareció hacerle mucha ilusión cuando se lo di y dijo en repetidas ocasiones que lo oiría esa misma noche.
Cuando me dio su regalo estaba tan nerviosa que casi se me cae al suelo al intentar abrirlo. Quité el papel de regalo y otro que había dentro de un color plateado. Era un colgante de cuerda negra, suave, con una pequeña figura, de un material que imitaba a la plata, de la estatua de la libertad. Me encantó en cuanto lo vi.
- Lo compré en Nueva York - dijo con una sonrisa.
- ¡Guau! Es perfecto. ¿Pero estás segura de que quieres dármelo a mí? Es un recuerdo tuyo...
- El día que lo compré lo hice por un motivo, ahora te lo doy a ti por el mismo motivo.
- ¿Cuál?
- Bueno, en realidad a ti te lo regalo por dos motivos. El primero porque espero poder ir contigo algún día, al igual que a los otros sitios de mi mural. Y el segundo - dijo mientras me lo ponía - es porque es la estatua de la libertad y quiero que recuerdes siempre, incluso si algún día no estoy a tu lado...
- ¡No digas eso! - la interrumpí.
- Puede pasar ¿no?
- Pero no lo digas.
- Shhh. Escúchame - dijo poniéndome un mechón de pelo detrás de la oreja - Quiero que recuerdes que eres libre, que nadie intente quitarte eso nunca. Eres una gran persona y te mereces poder ser feliz, decidir a quién quieres amar y elegir tu propia vida. No lo olvides - me susurró al oído - Somos libres.

jueves, 11 de febrero de 2010

CAPÍTULO 9 (PARTE 2)

Esa noche me quedé a dormir en casa de Britney. Mi madre dormía fuera porque había tenido que hacer un rápido viaje de trabajo para un nuevo proyecto de su despacho de arquitectos; así que llamé a Naira y le pedí que me dejara quedarme y que si llamaba mamá le dijera que yo había dormido en casa. Naira al notar por mi voz que yo no estaba bien me dejó quedarme con Brit a cambio de que al día siguiente se lo contara todo.
Nos acostamos en su cama, grande como una de matrimonio, y vimos una peli. Eligió una comedia para que me riera un poco y la verdad es que lo consiguió. Durante bastante tiempo, gracias a ella, conseguí no pensar en mi madre y en nuestra conversación.
Me dormí abrazada a Brit antes de que la película acabara.
Cuando al día siguiente volví a casa y estuve sola durante un rato, volví a pensar en todo lo que me había dicho mi madre y, una vez más, me senté en mi mesa con boli y papel en la mano. En esta ocasión aunque la carta iba dirigida a ella no pensaba entregársela, era solo una forma de desahogarme. Poco a poco las palabras empezaron a surgir solas:

"Una vez vi un documental en el que una chica contaba cómo fue el día en que le dijo a sus padres que era lesbiana. Contó que su madre antes de que ella dijera nada ya sabía de qué iba a hablarles aquel día. Su madre le dijo que ya lo sabía porque cuando estaba con su mejor amiga (que en realidad era su novia) se la veía distinta, más llena de vida. Su padre al principio estaba sorprendido; pero le dijo que era su hija y que siempre la protegería, que la quería incondicionalmente y que por tanto lo haría pasase lo que pasase.
¿No te das cuenta? Eso es todo lo que quería escuchar yo. Que estarías ahí, protegiéndome y que me querrías siempre decidiera lo que decidiera en mi vida, amara a quien amase, viviera como viviese. No quería escuchar todo aquello, no quería oír lo que ya sabía, no quería que me dijeras lo mismo que el resto del mundo. Quería que como madre me mostrases que tú me querrías incondicionalmente, desde el primero hasta el último día de mi vida. Siempre recordaré ese momento. Ese vínculo que habíamos creado y que hacía que estuviéramos tan unidas se resquebrajó. Me partiste el corazón. Y sólo sé que desde aquel día, por mucho que lo intente, ya no puedo mirarte de la misma forma. Ya no sé quién eres."


Nunca se lo he dicho porque me cuesta aceptarlo, pero lo cierto es que siempre la quise un poco menos desde aquel día.

CAPÍTULO 9 (PARTE 1)

El teléfono sonó tres veces antes de que lo cogiera.
- ¡Hola Amy!
- Hola - dije con la voz algo quebrada.
- ¿Estás bien?
Evité contestar.
- ¿Estás en casa? - le pregunté.
- Sí. ¿Vienes?
- Ok. Estaré ahí en dos minutos.
Hice el camino casi inconscientemente; estaba en otro mundo, en mi mundo.
Cuando el ascensor se abrió y fui a darle al timbre de la puerta que tenía delante apenas podía contener las lágrimas. Tenía los ojos completamente nublados.
La puerta se abrió y la abracé nada más entrar. Noté que cerraba la puerta detrás de mí, sin soltarme y sin dejar de preguntarme qué había pasado. Me dejé llevar y solté todas las lágrimas que llevaba guardando desde ese mediodía.
- Se lo he dicho - susurré entre sollozos.
- ¿El qué a quién?
Me separé un momento sin poder dejar de llorar. Ella me apartó las lágrimas con las mano en un gesto realmente dulce.
- Se lo he dicho a mi madre.
Al instante pareció comprender con exactitud de qué le estaba hablando.
- "Oh my God"
Volvió a abrazarme.
- ¡Ven! - dijo mientras me guiaba de la mano hasta su habitación. Nos sentamos en el borde de la cama, con las piernas encima de ésta para poder estar frente a frente.
- ¿Qué ha pasado? Cuéntamelo todo... - dijo cuando conseguí calmarme.
- Ayer mi hermana me comentó que intuía que estábamos juntas. Hablamos de ello y le conté todo.
- ¿Y cómo reaccionó?
- Muy bien. Dijo que siempre iba a estar ahí para mí y que me veía feliz y eso es lo que le importa.
- Eso es bueno, te apoya... - dijo sonriendo.
- Lo sé, Naira es espectacular.
Aguardé un momento antes de seguir.
- También hablamos de si debería contárselo a mi madre o no. Ella me aconsejó que lo hiciera, que fuera sincera desde el principio, que no tuviera miedo. Pensé en ello toda la noche y al final decidí que quería confiar en ella. Pero por desgracia soy bastante cobarde y tenía miedo a que llegado el momento no fuera capaz de explicarle lo que ha pasado y cómo me siento. Así que le escribí una carta y la dejé a la vista para que la leyera por la mañana.
- ¿Y la leyó?
- Sí, y luego se fue al trabajo así que no pude verla hasta el medio día. Cuando volvió me dijo que deberíamos hablar de ello y nos sentamos en el salón - la voz comenzó a temblarme - Al principio estuvo amable; me dijo que en absoluto había dejado de quererme, que cómo podía pensar eso. Pero luego...
Las palabras se perdieron antes de que yo las pronunciara.
- ¿Luego qué?
- No sé... no te puedo decir cómo fue exactamente la conversación porque yo estaba tan sorprendida que me quedé en estado de shock. Pero muchas de las frases se me quedaron grabadas. Ella cree que el hecho de que mi padre no viva aquí y de que yo lo haya pasado muy mal por eso puede tener algo que ver con que crea que me gusten las chicas. Pero que es solo una fase y que se me pasará.
La estaba sorprendiendo bastante.
- Además - continué - me dijo que la sociedad no estaba tan modernizada como nosotros creemos y que Pontevedra es un sitio pequeño y mucha gente iba a enterarse, que piense que a ella y mis hermanos eso también va a afectarles porque tienen que vivir aquí.
Una lágrima resbaló de mis pestañas y cayó directamente en mis vaqueros, que empezaban a estar bastante mojados.
- ¿Qué más te dijo? - inquirió Britney.
- Dijo algo de que los extremos y las cosas radicales nunca no son buenas y que ser lesbiana es un extremo. No lo dije en voz alta pero en ese momento me pregunté ¿y ser hetero no lo es?
- Ya, tienes razón.
- Para acabar su maravilloso discurso dejó caer que debería dejar de pensar en esas cosas y centrarme en intentar que me gusten los chicos.
- No me lo puedo creer, ¿en serio dijo eso?
- Sí, tal cual.
Nos miramos en silencio sin saber muy bien que decir. Ella quería consolarme y tratar de animarme pero no sabía cómo; Britney ni siquiera había pasado por eso, sus padres la habían apoyado desde el principio. ¿Por qué no pude yo tener lo mismo?¿Por qué lo único que conseguí con mi sinceridad fueron signos de opresión más propios de antaño que del siglo XXI?¿Por qué la persona a la que había recurrido para que me ayudara era la que más miedo e inseguridad me había metido en el cuerpo?¿De verdad creía mi madre en lo que me dijo durante esa conversación?¿Cómo podía creer que esa frase de "tu intenta que te gusten los chicos" tenía algún sentido?

domingo, 7 de febrero de 2010

CAPÍTULO 8 (PARTE 2)

Esa misma noche, después de que mi madre llegara a casa y de que Naira y yo apagáramos la tele, me tumbé en la cama sin ninguna intención de dormirme. Lo único que conseguí hacer fue pensar en cómo iba a decírselo a mi madre y especular sobre cómo podía reaccionar. La consideraba una mujer bastante moderna y, sobre todo, respetuosa con todo el mundo. Pensé que al igual que Naira, ella se daría cuenta de que ahora era más feliz que nunca y de que eso era lo único importante.
Me levanté de la cama y me senté en mi mesa. Aparté el teclado del ordenador. Cogí un boli y un folio y empecé a escribir:

"¡Hola mamá!
Sé que te sorprenderá que te haya escrito una carta. Es muy posible que esta sea la peor opción del mundo, o al menos la más cobarde, pero sabes que me expreso mucho mejor por escrito y que estoy más cómoda que hablando. Por otra parte, sinceramente, creo que nunca reuniré el valor suficiente para tener esta conversación contigo cara a cara. Y tampoco quiero seguir ocultándote cosas, así que esta es la única opción posible que se me ocurrió.
Supongo que toda esta carta va a sorprenderte pero quiero que sepas que no es fácil para mí tener que escribirla. Probablemente nuestra vida sería mucho menos complicada si nunca lo hiciera y me olvidara de todo; pero eso significaría renunciar para siempre a mi felicidad y es algo a lo que nunca estaré dispuesta.
Mamá, como ya sabes, hace un mes que conocí a Britney. Desde entonces he quedado con ella varias veces y se lleva muy bien con Vero y Diego también. Desde que la conocí algo ha cambiado. Es una persona especial y me hace muy feliz haberla conocido y ser su amiga. Pero lo cierto, es que no somos solo amigas. Hoy, tumbada en mi cama y pensando en las consecuencias de esta carta, me he dado cuenta de que sea lo que sea que pase a partir de ahora vale la pena; porque estoy enamorada de ella.
Sea lo que sea lo que tengas en mente ahora, por favor, no hagas teorías al respecto, solo escúchame y trata de ponerte en mi lugar y de entenderme. Hace algún tiempo que salgo con chicos pero aunque no quería reconocerlo no disfrutaba con ellos, no me atraían de verdad. Cuando alguna vez he besado a algún chico me sentía extraña porque sabía que se supone que tenía que gustarme y me asustaba muchísimo porque no era así. Créeme, en el fondo siempre he sabido la verdad. Es solo que nunca lo he dejado ver, ni si quiera a mí misma. Cuando conocí a Britney abrí los ojos. No quería perderla simplemente por mi estúpido miedo. Me he dado cuenta de que la vida es demasiado corta y ya he perdido demasiado tiempo engañándome a mí misma.
La única verdad es que soy lesbiana. Soy feliz con Britney. Solo espero que todo esto no cambie tu visión sobre mí; espero que no estés decepcionada porque tal vez no soy lo que esperabas que fuera. Pero al fin y al cabo, eso no cambia mi carácter, no cambia mi vida, no cambia todas las cosas buenas que he hecho... nunca lo olvides mamá, sigo siendo tu niña pequeña, sigo siendo la misma persona.
Hay algo en lo que he estado pensando y que quiero contarte. Ya sabes que no soy muy religiosa y que no me van mucho esas cosas, pero es algo que, inevitablemente, me he planteado. Mamá, la única conclusión a la que he llegado es que sigo creyendo en Dios; en un Dios al que lo que le importe sea la bondad de las personas y el amor en cualquiera de sus formas; un Dios que me respete por cómo soy y que no me juzgue basándose solo en a quién amo. Espero de corazón que ese Dios exista y que me proteja y me dé fuerzas de aquí en adelante.

Con todo mi amor y toda mi sinceridad.

Tu hija, Amy".


Al acabar de escribir metí la carta en un sobre en el que puse "mamá" y lo dejé en la cocina para que lo viera al despertarse.
Volví a tumbarme en la cama. Las lágrimas resbalaban por mi rostro y me mojaban la camiseta del pijama. Estaba aterrorizada por el paso que acababa de dar. ¿Y si mi madre no se lo tomaba bien?¿Y si intentaba cambiarme? Todas esas preguntas rondaban por mi cabeza pero la que más miedo me daba era: ¿y si deja de quererme? Sé que suena estúpido porque ¿cómo una madre deja de querer a sus hijos por algo así? Pero realmente llegué a temer que eso pasara.
Aquella fue sin duda la peor noche de mi vida hasta el momento. Me dormí llorando y temblando por los nervios, literalmente. Y me desperté cuando mi madre se levantó para ir al trabajo (algo que es muy inusual, nunca me despertaba cuando ella se levantaba). La escuché ir hacia la cocina y hasta podría jurar que oí como rasgaba el sobre.
Cuando volví a oír pasos por el pasillo me hice la dormida.
Finalmente mi madre se fue al trabajo.

CAPÍTULO 8 (PARTE 1)

Cuando volví a casa esa noche, después de estar con Britney, mi madre había salido con Javier y mi hermano tampoco estaba. Me encontré a mi hermana en el salón y después de ponerme el pijama fui a sentarme con ella en el sofá.
- ¿Hubo huída? - pregunté de coña.
- Eso parece. Mamá llamó hace un momento y dijo que Miguel se queda en casa de un amigo, otra vez.
- Nos abandonan.
- ¡Pshe! Peor para ellos - dijo riendo - ¿Y tú qué, dónde estabas?
- En casa de Britney.
- ¿Con Vero?
- No, fui con Vero y Brit a comprar la mochila pero luego se fue que tenía vez en la peluquería.
- ¿Y qué tal con Britney? Parece que os lleváis muy bien ¿no?
Estuve a punto de echarme a reír pero me limité a mostrar una sonrisa disimulada. Conocía de sobra a mi hermana y sabía que quería llegar a algún lado con tanta pregunta.
- Sí, nos llevamos muy bien.
Se quedó reflexionando un poco.
- Naira que nos conocemos...
- ¿Qué?
- ¿Quieres preguntarme algo?
Sonrió.
- En realidad no necesito preguntártelo, ya lo sé. Al fin y al cabo eres mi hermana y como tú dices, nos conocemos - me guiñó el ojo, sin borrar la sonrisa que tenía.
- ¿Y qué es lo que sabes?
- Cuando hablas de ella se te dibuja una sonrisa en la cara, inconscientemente. Y las pocas veces que estuve con vosotras te vi distinta. No sé muy bien cómo explicarlo pero hace unos meses te notaba rara, como perdida. Ahora te pasas el día cantando por toda la casa y te veo feliz. Y creo que es por ella, porque cuando te veo con Britney pareces... más llena de vida. Nunca te había visto así con nadie.
No dije nada, me había dejado sin palabras. No esperaba tener aún esa conversación con nadie de mi familia.
- ¿Y te parece bien? - pregunté después - ¿te parece bien que estemos juntas?
- ¡Ey Amy! Eres mi hermanita pequeña y quiero que seas feliz. No te voy a mentir, me sorprendió bastante cuando me di cuenta, pero es como tenerte de vuelta después de esos meses en que realmente parecías otra. Te veo contenta y eso es lo único que quiero.
La abracé. Era lo que necesitaba oír, que estaría a mi lado, que me veía feliz y que eso es lo único que le importaba. Necesitaba el apoyo de mi familia y ella estuvo allí, como hermana mayor, como amiga. Nunca, nunca, llegaré a agradecerle lo suficiente que tuviéramos aquella conversación. Fue como el principio de un largo camino que sabía que tenía y quería recorrer.
- ¿Cuándo se lo dirás a mamá? - me preguntó de pronto.
- No lo sé... Es difícil decirle a tu madre que eres lesbiana.
- Pero deberías hacerlo, Amy.
- Ya, ¿pero cómo le dices a alguien que te conoce de toda la vida que no eres quien cree que eres?
- ¿Y cómo mientes a alguien que te conoce de toda la vida fingiendo ser quien no eres?
Tenía razón, tarde o temprano tendría que decírselo, era mi madre y no podía fingir con ella aparentando ser otra persona. Quería que me quisiera por quién soy y no por quien ella quiere que sea. ¿Pero cómo decirlo?¿Cómo empezar esa conversación?¿Cuándo? Me puse a pensarlo y me di cuenta de que no importaba cuándo o dónde, tenía que decírselo, porque por mucho que esperara nunca habría un momento o un lugar perfecto para decirle a tu madre que tu vida ha cambiado para siempre. Nunca habría un momento perfecto para decirle que era lesbiana.

martes, 2 de febrero de 2010

CAPÍTULO 7 (PARTE 2)

- Pues sí. Yo me quedé un poco triste y tal y una de las chicas que trabajaba en el bar se dio cuenta de todo lo que había pasado y vino para intentar animarme. Me hizo reír, me dijo que aquel chico no me merecía. No sé por qué me inspiró confianza y le expliqué que yo no buscaba eso: a un tío que no pudiera ni mantener una conversación normal o que pasara de mí toda la noche y luego pretendiera meterse en mi cama como si esa fuera mi obligación o algo así.
Hizo una breve pausa. Se levantó y cogió una cosa que tenía en el fondo de un cajón de su escritorio. Volvió a tumbarse y me enseñó una foto de una chica morena con el pelo en tonos casi rojizos y ojos marrones.
- ¿Es ella? - pregunté
- Sí. Aquel día me ayudó un montón, me pidió que me quedara hasta que acabara su turno para poder invitarme a tomar algo. Y eso se convirtió en una costumbre. Iba a muchas veces a la cafetería y luego esperaba a que ella acabara para ir a dar una vuelta. Una semana después habiendo hecho eso todos los días yo ya tenía mucha confianza con ella. Y un día fuimos al cine... y me besó.
Se quedó callada.
- Sigue - le animé.
- No sé lo que sentí exactamente pero me di cuenta de que no sentía eso con los chicos y fue como si abriera los ojos de pronto. Yo ya me había acostado con un par de chicos y no había disfrutado, no me atraían y entonces supe por qué. Ella me llevó a su casa y lo hicimos por primera vez. Fue muy dulce conmigo, pero a la vez sensual y sexy. Me trató como si fuera un privilegio estar conmigo y no una obligación como me había hecho sentir aquel tío. De hecho yo considero que esa fue mi primera vez y no las otras. A partir de ese momento pues no sé, empecé a plantearme si contárselo a mis padres, amigos etc. Pero bueno esa parte ya la conoces.
Reflexioné un momento mirando la foto de la chica.
- ¿Cómo se llama?
- Kate.
- ¿Y cuándo fue todo eso?
- En julio del año pasado.
- ¿Y qué pasó después?¿Por qué lo dejasteis?
- Bueno, salimos en julio y junio y nos llevábamos muy bien y mee gustaba muchísimo. Pero... a su padre le ofrecieron un trabajo en Chicago y se fueron. Cuando me contó que se iba decidimos dejarlo y ser solo amigas, porque sinceramente con quince años es muy complicado tener una relación a distancia y no era lo que ninguna de las dos queríamos. Seguimos siendo amigas y hablamos de vez en cuando.
- ¿La has vuelto a ver desde que se fue?
- Sí, vino una vez a Willmington y quedamos para ponernos al día. ¿Sabes? Aunque no sea una de mis mejores amigas o no la vea muy a menudo es una persona importante para mí. Cuando la conocí mi vida cambió y pocas veces puedes decir eso de alguien.
- Yo puedo decirlo de ti.
- ¿En serio?
- ¡Claro! No lo digo por decir; mi vida ha cambiado desde que te conozco. Es evidente...
Me agarró de la camiseta para que volviera tumbarme con ella y me abrazó.
- ¿Sabes Amy? Es curioso, por alguna razón te cuento cosas de las que nunca hablo con nadie, como lo del tatuaje o lo de hoy. Es decir mis amigos saben que tengo un tatuaje pero nunca les he contado por qué me hice eso exactamente. Y en cambio me gusta hablar esas cosas contigo porque son cosas que forman parte de mí, al igual que tú. Y me gusta muchísimo que tú hagas lo mismo y me cuentes cosas de ti que consideres importantes.
- Te contaré todas esas cosas, te lo prometo.
- Y yo prometo estar aquí para escucharlas... siempre.
- ¿Siempre? - pregunté para saber si estaba segura de lo que decía.
- Siempre...

CAPÍTULO 7 (PARTE 1)

SEPTIEMBRE DE 2008:

Un par de días antes de que empezaran las clases decidí que tal vez ya era el momento de comprarme una mochila nueva, sobre todo teniendo en cuenta que la que había usado el año anterior estaba rota.
Desde el día de mi cumpleaños había quedado varias veces con Britney y habíamos decidido que íbamos a tomarnos nuestra relación poco a poco, sobre todo hasta que yo estuviera preparada para hablar con mis padres. Como mis hermanos, Miguel y Naira, también iban a nuestro instituto (Naira tendría que empezar la universidad ese año pero repitió curso) y además Pontevedra es una ciudad en la que las noticias vuelan no quería que se enteraran por otra persona de que Britney era mi novia.
Después de acompañarme a comprar una mochila Britney me invitó a ir a su casa para ver la habitación ya, por fin, terminada. Le había quedado increíble. En realidad solo había cambiado una cosa, pero era realmente llamativo y merecía la pena que me hubiera llevado para verlo: en el techo había pintado esparcidas para que no quedara agobiante estrellas con el borde violeta; eran de un material especial que había comprado en EEUU y brillaban en la oscuridad. Era realmente alucinante. Apagó la luz y para que pudiera verlo bien cerró la persiana. Nos tumbamos en la cama. Estuvimos allí un montón de tiempo, mirando las estrellas que Britney había dibujado a mano y hablando.
- ¿Sabes? - dijo cogiéndome la mano - Eso es algo que no me gusta de aquí. En Pontevedra pocas noches se ven las estrellas. Y cuando se ven son solo cinco o seis.
- Ya.
- En mi casa solía salir al porche de noche a dibujar y miraba las estrellas. ¡Jo, quiero llevarte a mi casa! ¡Quiero enseñártelo todo! ¡Quiero pasear contigo por allí, ir al muelle, a la cancha del río! ¡Quiero tenerte en mi habitación!
- Bueno... al menos estoy en esta ¿no?
- Sí y ojalá no te fueras nunca, pero realmente me gustaría estar contigo en Willmington y ver las estrellas.
Suspiró.
- ¡"Fuck"! - dijo en un susurro.
- Echas de menos estar allí ¿verdad?
- Sí. A ver... me gusta vivir aquí, me gusta tenerte en el piso de arriba y Pontevedra es bonita.
- Si tú lo dices...
- Sí, de verdad. Es solo que aquella es mi casa ¿entiendes? Siempre he vivido allí. Y simplemente me gustaría que estuviera más cerca para poder ir de vez en cuando. Pero bueno, es lo que hay...
Le pasé un brazo por encima del estómago para abrazarla y me puse de lado, con la cabeza apoyada en su hombro. No sabía muy bien que decirle para reconfortarla. Así que dije lo único que, aunque parezca una tontería, me habría ayudado si hubiera estado yo en la misma situación:
- Ya sé que a lo mejor no es la situación perfecta y puede que no sea suficiente, pero quiero que sepas que me tienes a mí. Estoy aquí y no me iré a ninguna parte.
Cogió suavemente mi barbilla para acercarla a sus labios y me besó. Después estuvimos unos quince o veinte minutos en silencio, solamente pensando, mirando las estrellas artificiales abrazadas.
- ¿Puedo preguntarte algo? - dije yo rompiendo el silencio.
- Lo que quieras.
- ¿Cómo supiste que eras lesbiana?
Me miró con cara de sorpresa.
- Buena pregunta - dijo medio riéndose - Empecé a sentir algo por una chica y no sé, poco a poco la cosa fue a más.
- Cuéntamelo. ¿Quién era la chica? ¿qué pasó?
- Yo había quedado con mi mejor amiga y su novio me había traído a un amigo; una especie de cita a ciegas. El tipo resultó ser un capullo, la verdad es que no se parecía en nada al novio de mi amiga, no sé ni por qué eran amigos... Total que el tío, Matt, empezó a tontear con otras delante de mis narices. Al final al novio de mi amiga le llamaron porque había tenido un accidente su padre y se fue. Mi amiga quiso acompañarlo, como es lógico, así que me quedé con Matt. Intentó entrarme a pesar de que no habíamos hablado prácticamente en toda la noche y yo lo aparté así que se fue con otra con la que llevaba tonteando un buen rato.
- ¡Que capullo!

lunes, 1 de febrero de 2010

CAPÍTULO 6 (PARTE 3)

Después de la comida con mi familia y de la larga sobremesa comencé a arreglarme. Serían las ocho más o menos. Mi padre me había llamado por la mañana para felicitarme y una semana antes me había enviado un libro como regalo. Nunca se lo he dicho pero preferiría que no me regalase nada y simplemente viniera a verme el día de mi cumple. Pero nunca lo hacía... Llevaba años sin estar conmigo ese día y éste solo sería un año más.
Diego también apareció para regalarme una camiseta preciosa que le prometí que me pondría esa misma noche. Luego volvió a su casa para ducharse y cambiarse. Además casi no pudimos hablar porque mis abuelos, mis tíos y mis primos andaban todos por allí.
- Ok me voy - me dijo - pero esta noche sin falta me cuentas lo de que besaste a una chica. No creas que se me olvidó...
Puse los ojos en blanco.
- Vaaale, esta noche.
Nos despedimos y seguí arreglándome. Había quedado con Britney en el portal quince minutos antes que con los demás. Yo ni siquiera tenía la ilusión de que se acordara de mi cumple porque solo lo habíamos mencionado una vez desde que la conocí. Y aunque se acordara tampoco tenía por qué regalarme nada, al fin y al cabo aún no habíamos ni hablado de qué tipo de relación teníamos y de si íbamos en serio o no. Para mí estaba claro que yo quería estar con ella exclusivamente y no solo como un lío más. Pero para eso ambas personas tenían que desear lo mismo y sobre todo, tenían que hablarlo.
Cuando bajé al portal ella estaba cotilleando en los buzones. Llevaba unos vaqueros grises y una camiseta negra de tirantes. El pelo un poco ondulado en esta ocasión, le caía sobre los hombros. Una vez más estaba realmente guapa. Es algo a lo que, aunque habíamos quedado varias veces, no llegaba a acostumbrarme. Bajé la rampa y noté cuando le abrazaba que tenía una mano detrás de la espalda escondiendo algo.
- ¿Qué es eso? - dije con curiosidad.
- ¿Qué es qué? - intentó hacerse la tonta pero por mi cara vio que no le había funcionado demasiado bien - No coló ¿no?
- Me da que no... ¿Qué es?
- Tu regalo.
- ¿Mi regalo?
- ¿Creías que me había olvidado de tu cumple?
Ambas sonreímos y sacó un paquetito envuelto en papel de regalo. Yo ya iba a cogerlo pero lo echó hacia atrás para que no lo alcanzara.
- Espera. Quiero explicarte algo - dijo algo nerviosa y mirando al suelo - Yo... no tengo muy claro... Aún no hemos hablado de esto y puesto que hoy es tu cumpleaños quería dejar claro lo que siento. Yo no sé qué piensas tú pero quería que supieras que me gustas mucho y que pienso a todas horas en ti. Aún no estoy segura de que tú quieras una relación estable con una chica; pero es lo que yo quiero. Tengo miedo a...
- ¿A qué? - dije yo al ver que no seguía.
- A ser solo el rollo de una chica hetero que quiere probar algo nuevo.
- ¿Qué? No eres eso para nada. A mí nunca me había gustado alguien así, de esta forma, con esta intensidad. Pero también tengo miedo.
- ¿De qué?
- Tú tienes más experiencia y ya has estado con chicas antes, no quiero ser solo una más.
- No eres una chica más, Amy. Eres MI chica.
La abracé de nuevo. Y sin separarme de ella le dije:
- ¿Entonces estamos de acuerdo? Nada de liarse con otras.
- Ni con otros - me dijo.
Asentí.
- ¿Puedo ver por fin mi regalo?
- Jaja, claro.
Rompí el papel de regalo con mis manos algo temblorosas. Era un anillo de plata pero con una franja, que recorría la parte central, de color azul. Me encantó.
- Tiene algo grabado - dijo poniéndose un poco colorada.
"Siempre estaré contigo" Eso era lo que ponía. Me dio un vuelco el corazón cuando lo leí. Me puse el anillo y sin importarme que aún estuviéramos en el portal de mi casa y que o mis hermanos o mi madre o algún vecino pudiera bajar, la besé.
Como yo aún no le había dicho a nadie que estaba con Britney (a excepción de Vero) al principio intentamos que no se notara mucho y nos controlamos bastante a la hora de tocarnos o abrazarnos. Pero creo que a medida que pasaba la noche y que el nivel de alcohol en mis venas iba aumentando me costaba más no ser tan cariñosa con ella y creo que a Britney le pasaba lo mismo.
Cuando estábamos en la plaza delante del ayuntamiento, hora y media después de que hubiéramos quedado, y Britney se había ido un momento con Vero; Diego se me acercó con su nuevo rollo (Jéssica) y me preguntó a qué chica había besado. Me sorprendió un poco que lo hiciera allí, delante de Jessica y de repente pero me di cuenta de que ya empezaba a estar... llamémoslo "contentillo". Jéssica nos miró algo asombrada.
- ¿Y por qué quieres saberlo? - le dije evadiendo el tema.
- Porque soy tu mejor amigo. Y además el hecho de que evites responder a la pregunta y de que no me lo hayas contado antes me da a entender que es importante.
Levanté la mirada y en ese momento Britney venía hacia nosotros. Se sentó a mi lado.
- ¿Qué tal va tu cumple? - me dijo mientras ponía una mano en mi pierna.
- ¡Genial! Es un cumpleaños prácticamente perfecto.
Para que Jéssica y Diego no lo oyeran se me acercó más y me susurró al oído:
- Haré todo lo que pueda para que a partir de ahora todos tus cumples sean perfectos.
Automáticamente una sonrisa se me dibujó en la cara.
- A ver si es verdad... - le dije.
Por un momento se me olvidó que no estábamos solas, que Diego y Jéssica estaban allí. Era algo a lo que empezaba a acostumbrarme cuando estaba con Britney.
- ¡Ey Brit! - gritó Vero de repente desde el banco de al lado - Ven un momento.
Después de mirarme sonriendo y darme un pequeño empujón con el hombro se fue con Vero.
Diego quiso insistir en el tema de a qué chica había besado. Y en cuanto lo preguntó Jéssica dijo en voz baja:
- ¡Joder!
- ¿Qué? - preguntó Diego desconcertado.
- ¿En serio? ¡Hombres...! - Dijo ella poniendo los ojos en blanco - ¿estás ciego o qué?
La miré sorprendida.
- ¿Tan evidente es? - pregunté.
- Al parecer solo para las mujeres.
- Tampoco debería extrañarnos que los tíos no se enteren de nada.
- Ya - coincidió ella - Y sin embargo siguen sorprendiéndonos con su habilidad para no ver lo que pasa delante de sus propias narices.
No pude evitar echarme a reír. Esa chica me estaba empezando a caer bien.
- ¿Qué me he perdido? - dijo Diego.
Me levanté y poniéndole una mano en el brazo le dije que la chica a la que había besado era Britney. Inmediatamente puso unos ojos como platos.
- ¡Guau! - dijo - Eso puedo imaginármelo...
- ¡Oye! - Jéssica le dio un puñetazo en el hombro.
Me fui para que hablaran, dejando a Diego totalmente sorprendido por mi confesión.

Me lo pasé fenomenal el resto de la noche. Fuimos a la discoteca y bailé hasta las tantas. Entre las copas acumuladas durante toda la noche, que nunca había estado en una discoteca antes, el calor y que ver a Britney bailar me volvía loca no pude evitar cogerla de la mano y susurrar algo como que íbamos al baño para sacarla de allí y poder besarla sin convertirme por ello en el centro de atención de la discoteca. En la zona de los baños y sin gente alrededor en ese momento, nos liamos por primera vez. No fue uno o dos besos, como las veces anteriores. Estuvimos allí unos diez minutos, parando únicamente para coger aliento. No quería separarme de ella ni un segundo aunque sabía que tarde o temprano tendríamos que volver. Nadie me había besado antes con tanta pasión y yo no dejaba de recorrer su cuerpo con mis manos y de acercarla a mí, como si quisiera que nos convirtiéramos en una sola persona. Supongo que durante esos diez minutos pasó gente por allí y nos vio, pero ni me di cuenta ni me importó. Era realmente feliz con Britney a mi lado.
Cuando empezaba a resultar increíble que hubiéramos estado tanto tiempo en el baño bajamos.
- ¿Había cola? - me dijo Vero con una sonrisa pícara.
- No la suficiente - le susurró Britney después de mirarme.
Las tres nos echamos a reír.

Creo sinceramente que ese día en el que cumplí 16 años, ese cumpleaños del 2008, fue el mejor de mi vida. Y quizás, si no hubiera sido por la ausencia de mi padre, habría sido el cumpleaños perfecto.

CAPÍTULO 6 (PARTE 2)

Esa misma noche Britney me invitó a ir al cine con ella al día siguiente. Hablamos por messenger hasta las cuatro de la mañana (hora en la que las dos decidimos que necesitábamos dormir un poco). Al día siguiente estaba muy nerviosa, como siempre que iba a ver a Britney; aunque también puede que tuviera algo que ver el hecho de que cuando ya estaba preparada para salir se me callera pasta de dientes en la camiseta y tuviera que volver a cambiarme. Fuimos durante todo el camino hacia el cine riéndonos de algunas cosas que habían pasado la otra noche. Y cuando de vez en cuando nos quedábamos calladas yo la miraba de reojo y me di cuenta de que ella también parecía nerviosa... por tonto que suene eso me tranquilizó un poco. Pagamos las entradas y cogimos un paquete grande de palomitas para compartir entre las dos y un par de pepsis. Habíamos ido a ver "La última casa a la izquierda". A mí la verdad es que no me gustaban mucho las pelis de miedo, pero habría ido aunque fuera a ver los teletubbies por estar con ella. Nos sentamos en la penúltima fila casi en el momento en el que los anuncios de no ensucien, apaguen sus móviles y demás empezaban. La sala estaba casi vacía. Para ser sinceros Pontevedra no era un sitio en el que la gente fuera demasiado al cine; de vez en cuando para ver algún estreno de público masivo pero poco más. Y claro, que la peli tampoco fuera gran cosa también influía. Pero a Britney le encantaba el género de terror...
No soy de esas personas que tienen miedo fácilmente, pero en un momento puntual de la película me asusté un poco e impulsivamente cogí la mano de Britney que estaba apoyada en la butaca. Ella se limitó a sonreírme y me dijo al oído con tono de burla:
- Tranquila que estoy yo aquí para protegerte.
- Sí, claro... - le dije con cara de ofendida.
- No seas tonta, que era broma - mientras lo dijo me apartó el pelo y empezó a besarme el cuello.
- Mmmmm - después de un rato y de que se me pasara un poco la sorpresa de que me hubiera vuelto a besar; la aparté un poco - por esto querías venir a una peli de miedo ¿verdad? - le dije sonriendo.
- Puede... - no me dejó contestar; simplemente volvió a besarme.
Puedo decir que esa fue una de las primeras películas de miedo que fui a ver al cine; pero si me preguntan por el argumento o final de la peli no sabría muy bien que decir. Desde ese momento no dejamos de besarnos, acariciarnos o hablar entre susurros y yo solo tenía ojos para Britney. ¡Hasta me sorprendió un poco cuando sonó la música de los créditos y las luces se encendieron!
Volvimos a casa y me costó un montón despedirme de ella, pero no me quedó otro remedio: esa noche había cena familiar. El novio de mi madre, Javier, venía esa noche a cenar. Era algo que desde que habían empezado a salir, un año atrás, hacíamos frecuentemente. Al principio porque mi madre se esforzó mucho para que Javier se llevara bien con nosotros y encajara en la familia. Ahora que eso ya había pasado simplemente lo hacíamos porque era una costumbre. Lo que tanto mis hermanos como yo no entendíamos era por qué no se habían ido a vivir juntos todavía. Y desde que conocí a Britney y se convirtió en mi nueva vecina, lo único que esperaba era que si alguien se tuviera que mudar fuera Javier a nuestra casa.

Durante esa semana quedamos un par de veces más. Hacíamos tonterías, cosas simples como ir a tomar algo o simplemente pasear. Pero con ella todo me parecía divertido. En seguida me di cuenta de que era una chica especial: podías hablar con ella de mil cosas distintas (no como con esa gente que a la segunda frase ya no tiene más conversación), era divertida y un poco irónica, eso me gustaba. Además era sincera, sabía pasárselo bien, pero a la vez si había que hablar de algo difícil o necesitabas que te escuchara allí estaba.
Antes de que Vero y Diego llegaran había pasado unos días realmente malos y me sentía muy perdida (como ya expliqué anteriormente). Ahora sentía que había encontrado lo que me faltaba. Con Diego, cuando salíamos, faltaba precisamente lo que tenía ahora con Britney. Me llevaba bien con Diego y era guapo, pero cuando nos liábamos no sentía lo mismo que ahora con Britney. Y me había pasado lo mismo con otros chicos, no era problema de Diego. Por decirlo claramente, no me ponían. Antes no lo entendía, pero desde que empecé a conocer a Britney todo cobró sentido. Era difícil de asumir, aquello cambiaba las cosas de una manera radical, pero al menos era un paso más para entenderme a mí misma y para encontrar esa felicidad que llevaba tanto tiempo buscando.

El día de mi cumpleaños había quedado con Diego y una "amiga" suya, Pablo, Vero y Britney para salir todos juntos. Esa noche por fin podía ir a la discoteca; tendría 16 años. Por tonto que pueda parecer lo cierto es que me hacía ilusión.
Ese día me desperté más temprano de lo habitual porque venían a comer a casa el novio de mi madre, mis abuelos e incluso un par de tíos a los que no veía muy a menudo. Mi madre y mis hermanos se habían puesto de acuerdo y me regalaron entre todos una cámara de video (llevaba un año pidiéndola) y un portátil. Fueron unos regalos cojonudos, la verdad es que no podía pedir más.
Vero vino a casa por la mañana para felicitarme una vez más (lo había hecho a las 00:00 en punto, como todos los años) y también me trajo un regalito: era un CD antiguo de mi grupo favorito, Oasis; llevaba años buscándolo en cada tienda a la que iba.
- ¡Oh Dios! - le dije abrazándola - No me puedo creer que lo hayas encontrado. ¿Dónde?
- ¿Te acuerdas de que el finde antes de irme al campamento mis padres me llevaron a Madrid? Pues lo busqué por varias tiendas. Y apareció - lo dijo con una sonrisa de oreja a oreja, orgullosa de su regalo.
- ¡Joder, Vero, es el mejor regalo que me podrían haber hecho, además de un apartamento en Nueva York o una casa en una playa de California!
- Jajaja - dijo ella irónicamente.
La abracé de nuevo.
- No, en serio, gracias. Eres la mejor amiga que se puede tener.
Y era la verdad. Vero había estado a mi lado durante años y habíamos pasado de todo: el divorcio de sus padres, nuestros primeros novios, su primera vez, cuando se dio cuenta de que era bisexual, el accidente de mi hermano... de TODO. Pero Vero siempre estaba allí, no me había fallado nunca. Me sentía realmente orgullosa y afortunada de que fuera mi mejor amiga.

CAPÍTULO 6 (PARTE 1)

Desperté a la mañana siguiente con la débil luz que entraba por las persianas medio bajadas de mi habitación. Abrí los ojos lentamente y me di cuenta de que no estaba mirando hacia la pared (que era la posición en la que me había dormido) sino hacia en el otro lado. Por un momento estuve realmente confundida e incluso llegué a pensar que me lo había imaginado todo; que había sido un magnífico (y largo) sueño del que ahora despertaba. Cuando esa idea pasó por mi mente durante un instante, me dolió muchísimo; no quería que solo fuera un sueño. Sabía que, en parte, debería sentirme aliviada si todo lo de aquella noche no hubiera pasado porque había descubierto algo de mí que no conocía y que me asustaba, me había empezado a gustar una chica. Y cuando Britney me contó por lo que había pasado ella, lo de decírselo a sus padres y amigos, supe que algún día posiblemente yo iba a tener que hacer lo mismo y que aquello, para bien o para mal cambiaría mi vida. Pero por extraño que pueda parecer ni siquiera sentí ese alivio. Solo deseaba que Britney fuera real. Y fue entonces cuando comprendí que lo que mi subconsciente me estaba diciendo con aquel extraño despertar era que Britney me gustaba de una forma especial, distinta a como me habían gustado todos los tíos con los que había salido y que daba igual las posibles consecuencias de ese hecho; iba a luchar hasta el final por estar con Britney.
Tras ese breve instante de confusión debido a que estaba recién despertada y es probable que también debido a la resaca, noté que el brazo de Britney rodeaba mi cintura. Escuché su respiración acompasada; parecía dormida. Me giré despacio, intentando no despertarla, hasta quedar frente a frente. La observé durante unos cinco minutos sin atreverme a despertarla; estaba preciosa cuando dormía. Después empecé a acariciarle la cara y a darle besos por el brazo y los hombros hasta que despertó.
- Hmmmm. Buenos días - susurró con una sonrisa en la cara a pesar de que parecía cansada.
- Buenos días.
Nos quedamos un tiempo en silencio, mirándonos. Era uno de esos momentos que no quieres que acaben, uno que sabes que no vas a olvidar, un momento prácticamente mágico.
Pero claro...siempre tiene que venir alguien a joderte el momento.
Vero entró en la habitación como un torbellino y sin llamar antes. Britney y yo nos sobresaltamos y nos incorporamos en la cama.
- ¡Mierda! Perdón... - dijo Vero rápidamente. Estaba muy sorprendida de que estuviéramos en la misma cama.
- Vero ¡joder! Llama al menos ¿no?
- ¡Ya! Perdón.
- No pasa nada - dije levantándome. La situación ya era bastante rara como para que yo me quedara allí tumbada con Britney mientras Vero hablaba - ¿Qué querías?
- Es que me duele un montón la cabeza y no encuentro las aspirinas - no pude evitar reírme - Además ya son las doce y siempre te despierto a esta hora.
Eso era cierto. Siempre que se quedaba a dormir conmigo ella se despertaba antes y a las doce o así me avisaba.
- Vamos a por las aspirinas anda - le dije saliendo de la habitación.
En la cocina, mientras yo cogía la caja donde guardaba mi madre todos los medicamentos sentía su mirada clavándoseme en la espalda. Cogí el paquete, me giré y se lo di. Ella no dejó de mirarme.
- ¿Qué? - le dije finalmente.
- ¿Cómo que qué? ¿Lo habéis hecho ya?
- ¡No!
- ¿Seguro?
- Piensa lo que quieras... es demasiado temprano para discutir...
- Te creo - dijo con cierta resignación.
- Solo faltaba...
Cuando Vero cogía un vaso de agua para tomar más fácilmente la aspirina Britney entró ya vestida con su ropa.
- Te he dejado el pijama encima de la cama.
- Ok.
Se quedó mirándome un rato apoyada en el marco de la puerta. Yo tampoco apartaba los ojos de ella. Y Vero parecía observarnos a las dos, tal vez intentando saber si era cierto que no nos habíamos acostado.
Britney se acercó.
- Tengo que estar en casa cuando llame mi hermana así que mejor voy bajando.
Asentí. No quería que se fuera pero sabía que tenía que hacerlo. Al principio creí que se iba a ir sin más o tal vez dándome un beso en la mejilla o un abrazo. Pero me di cuenta de que ese no era su estilo. A ella le daba igual que Vero estuviera delante, si quería besarme lo haría y a mí me pasaba lo mismo.
Me agarró por la cintura.
- Gracias por ser como un sueño - me susurró al oído.
Y para despedirse me besó.
- Hasta luego Vero.
- Chao - dijo Vero todavía algo sorprendida.
En cuanto la puerta se cerró Vero me dijo:
- Cuéntame ahora mismo todo lo que pasó anoche porque casi no me acuerdo de nada. ¡Y con todos los detalles!
Y mientras desayunábamos a base de tostadas y zumo le narré la noche anterior.