domingo, 30 de mayo de 2010

CAPÍTULO 23

Me quedé mirando al techo en silencio, intentando grabar a fuego en mi mente esa sensación. Esa sonrisa imborrable en mi cara. Ese sentimiento de satisfacción, de ilusión por el futuro, de emoción por lo compartido con ella, de agradecimiento al mundo por haberla puesto en mi camino, de felicidad.
Miré a mi derecha y allí estaba ella. Tumbada, desnuda, boca abajo. Sabía que no estaba dormida a pesar de que tenía los ojos cerrados, simplemente estaba descansando. Me puse de lado con la cabeza sostenida por mi mano; con la otra empecé a acariciar su tatuaje, bordeando las estrellas con mis dedos. Deslicé la mano hacia abajo por su espalda y me detuve en la parte donde ésta acaba. Me acerqué para besarla en la mejilla. Nunca la había visto tan hermosa.
- Acaba de venirme a la mente una canción. Bueno, una parte de una canción. – dije
- ¿Y por qué ahora?
- Porque me recuerda a ti.
- ¿Cuál es?
- Alive, de Black Eyed Peas.
- No la conozco.
- Pues deberías – dije de coña.
- ¿Me la cantas?
- Si venga…
- Por favooor – me lo pidió con una cara de perrito abandonado que no fui capaz de rechazar.
Empecé a cantar sin poder, eso sí, evitar ponerme colorada:
“I got so much love for you, darling. And I… I wanna let you know how I feel. Cause is true that I love you, and it’s true, you’re the only one. And I do, I adore you. And it’s true girl, you make me feel alive.”
- Acabo de pensar – dijo después de unos segundos en silencio – en una canción que también me recuerda a ti. Es Someone de The Rembrandts. ¿La conoces?
Recordé que ese grupo se había hecho famoso por interpretar la canción de mi serie preferida, Friends, pero no conocía esa canción.
- A ellos sí, pero la canción no.
Y sin más empezó a cantarla:
“When there was no one left for me to turn to, when all the world I knew was falling down, oh there were times I could no face the morning. But everything changed since the day that I found… someone to hold me the way that you do, someone who needs me the way I need you, someone to show me a way that is true, someone to love me the way that I love you.”Sonrió agarrándome para que me tumbara a su lado. Apoyé la cabeza en la almohada justo al lado de la suya quedando nuestras caras a pocos centímetros.
- Amy – dijo de repente mirándome a los ojos - ¿crees en las almas gemelas?
Me desconcertó un poco la pregunta porque me pilló por sorpresa.
- No lo sé… No sé exactamente si es el término “almas gemelas” en lo que creo. Creo en… en que hay alguien, tal vez incluso más de una persona, ahí fuera para cada uno; alguien que te haga feliz, que le dé sentido a todo. Y sé que suena dependiente, tal vez demasiado, pero creo que hay una persona, o varias, que de alguna forma te completan. ¿Consiste en eso ser almas gemelas?
- Supongo que sí… es en lo que creo yo también.
Sonreí.
- ¿Y a qué vino esto?
- Estaba pensando en eso. En que antes de conocerte no creía en ello. Pero ahora… como dice la canción que acabo de cantarte, ahora todo es distinto. Te prometo que en el momento en que nos conocimos mi visión sobre muchas cosas cambió.
Me acerqué muy despacio para besarla. Cuando noté que mi respiración, y la de ella, empezaba a entrecortarse me separé.
- Tal vez deberíamos dormir un poco, que mañana tienes quimio y vas a ir agotada.
Suspiró dando a entender las pocas ganas que tenía de dejar lo que estábamos haciendo para ponerse a dormir pero se acomodó más en la cama dejándome a mí también tumbarme para intentar encontrar el sueño. Me abrazó antes de susurrarme:
- Buenas noches, Amy. Y gracias por este cumpleaños. Prometo recordarlo siempre.
Cogí su mano poniéndola alrededor de mi cintura y entrelazando nuestras manos sobre mi estómago.
- Es solo el primero de todos los que pasaremos juntas. Solo el primero.
No dijo nada pero noté sin girarme como sonreía. Y en un gesto muy dulce me apartó el pelo y me besó suavemente en la nuca. Me recorrió un escalofrío y sentí como toda mi piel se alteraba. Nunca había sentido tanto con un gesto tan pequeño. Definitivamente, nunca había amado así.

CAPÍTULO 22 (PARTE 2)

Unos diez o quince minutos después apareció en el salón. Yo había preparado la cena antes y había decorado la mesa con velas y flores. También había comprado un vestido para mí, negro, que dejaba mi espalda al descubierto y que tenía un pequeño lazo en mi nuca, que quedaba oculto tras mi pelo suelto.

- ¡Guau! – dijo al cruzar la puerta.

- He preparado la cena.

Se acercó a mí, puso sus manos por encima del vestido y mirándome provocativamente, dijo:

- ¿Y pretendes que consiga cenar cuando vas así vestida?

- Es algo que tendrás que soportar… - le mordí suavemente el cuello sentándome a la mesa.

- ¿Cómo has conseguido todo esto: organizar todas las pistas, que tengamos esta casa toda la noche para nosotras…?

- Tengo mis recursos. Aunque hay algo que ha fallado.

- ¿El qué?

- Se supone que tendríamos que tomar la cena antes que el postre – mostré una pícara sonrisa, me refería a la hora y media que habíamos pasado en la cama – Pero no aguantaba más sin estar contigo.

- No pasa nada… ¿Sabes? Siempre me ha encantado repetir postre…

- Jeje.



Cuando estábamos acabando los spaghetti que yo había preparado se quedó quieta, mirándome, callada.

- ¿Qué pasa? – dije sonriendo.

Y con la misma sonrisa contestó, pensativa:

- Amanda Spencer.

Entre risas conseguí contestar:

- ¿Qué?

- Cuando era pequeña solía imaginar cómo sería el nombre de mi marido pero con mi apellido. Ya sé que no tiene ningún sentido porque en realidad en Estados Unidos son las mujeres las que cambian de apellido, pero yo ya iba a contracorriente.

- ¿Y ahora imaginas el mío? – pregunté sin dejar de reír.

- Sí, Amanda Spencer.

-Suena bien.

Me senté sobre su regazo besándola suavemente.
- Declaro – dije antes de volver a posar mis labios en los suyos – oficialmente inaugurada la noche internacional del postre – volví a besarla – Puede degustar el menú de la casa tantas veces como quiera, hasta que salga el sol.

Se echó a reír.

- Adoro el buffet libre – Y agarró suavemente mi nuca acercando nuestros labios.

¡Me cuesta tanto describir una milésima parte de todo lo que Britney me hacía sentir! Durante aquella noche que pasamos juntas no recuerdo haber sentido miedo en ningún momento, a pesar del cáncer, a pesar de todo. Aquello era más grande que una enfermedad. Aquello era más grande que el tiempo y el espacio. Aquel día supe que pasara lo que pasase, yo no iba a perder a Britney porque, de alguna forma, siempre estaría conmigo. Ya era parte de mí.

Es el recuerdo más nítido que conservo, esa sensación de unión atemporal, infinita. Su expresión pensativa antes de que yo preguntara. Amanda Spencer. Su risa mezclada con algo de vergüenza y una dulzura indescriptible mientras me lo contaba. Amanda Spencer. Sus dientes mordiendo su labio inferior. Su pelo rubio sobre el vestido azul. Iluminada a pesar de la escasa luz de la noche. Amanda Spencer. Su perfume. Las velas. Sus dedos recorriendo el borde de la copa. Amanda, sí, Amanda Spencer.

CAPÍTULO 22 (PARTE 1)

Volví a la habitación con una botella de agua en la mano. Eran las once de la noche. Me tiré en la cama de golpe provocando su risa.

- ¿Se puede saber qué haces? – dijo quitándome la botella de las manos y dejándola en el suelo después de beber un breve sorbo.

Me eché encima de ella, intentando forcejear. Pero en lugar de intentar pelear Britney me agarró con fuerza por la cintura acercándome a ella y aprovechando para besarme. Traté de soltarme pero su presa me lo impedía y poco a poco fui cediendo y dejando que su boca encontrara lo que tanto buscaba, la mía. Tras un rato vagando por su cuerpo, por sus besos, me separé y me tumbé a su lado.

- Amy – dijo después de un instante de silencio – cuéntame algo que nunca me hayas contado.

Estuve bastante tiempo en silencio, abrazándola y pensando en ello, porque no se me ocurría nada así de buenas a primeras. Finalmente dije:

- ¿Te he contado alguna vez cómo me gustaría que fuera mi boda? En el caso de que quisiera casarme…

- No. Cuéntame.

- Pues… a ver, ya sabes que para mí lo importante es el hecho de querer pasar el resto de tu vida con esa persona, de querer compartirlo todo; así que me da igual quien nos case o si legalmente esa boda tiene algún valor… para mí lo importante es eso, la unión. Pero me gustaría que, sea como sea la boda, fuera en París.

- ¿En París?

Asentí.

- Ya sé que ya te he hablado de París mil veces, pero nunca te he explicado esto. Es una ciudad… especial. Me pareció tan atractiva, tan bohemia y al mismo tiempo tan romántica… Pienso que yo había dejado de creer en el amor cuando mis padres se separaron, siendo yo aún una enana. Y creo que volví a creer en el amor cuando llegué a París. La gente, las luces, el Sena, los puentes, los parques… no sabría decirte por qué, pero creo en París y en lo que representa. Pienso que Bogart tenía razón, al final, siempre nos quedará París.

Se quedó observándome con una expresión super dulce en la cara. Cogí la sábana y me metí debajo riendo.

- Lo siento, he sido demasiado cursi, de nuevo.

- Te repito que lo cursi está infravalorado.

Se metió debajo de la sábana conmigo.

- ¿El mundo se ve mejor desde aquí? – mientras lo preguntó se acercó a mí acomodando su cabeza en mis hombros.

- Todo se ve mejor desde aquí – la atraje hacía mí para que se diera cuenta de que me refería a cuando ella estaba – Bueno, te toca. Algo que nunca me hayas contado.

- Siempre he querido hacerme otro tatto, pero nunca me he atrevido, o no encontraba algo que valiera la pena llevar para siempre en la piel.

- ¿Y lo has encontrado ya?

- Sí. Quería que fuera algo especial, algo relacionado contigo, con nosotras. Pero a la vez distinto, no ponerme simplemente tu nombre o tu inicial, algo más original.

- ¿Y…?

- Quiero tatuarme la palabra “Angie”.

- ¿Es tu próxima novia?

Me pegó suavemente mientras se echaba a reír.

- Cuando chocamos en el portal, cuando nos vimos por primera vez, ibas escuchando “Angie” de los Rolling.

- ¡No puedo creer que te acuerdes de eso!

- ¡Ja! – dijo con aires de superioridad - Yo me acuerdo de todo.

La besé.

- ¡Puf! Somos dos empalagosas… ¡Y me encanta!

Sonrió mientras empezaba a acariciarme la cara.

- Tengo una última sorpresa – dije de repente.

- ¿Más?

- Es una tontería… Date una ducha primero, ponte el vestido que te compré y luego vete hacia el salón. Te espero allí.

Me levanté de la cama con la ropa interior puesta y me fui hacia el otro lado de la casa.

viernes, 21 de mayo de 2010

CAPÍTULO 21 (PARTE 4)

Vi, desde el baño del bar, como al llegar y no verme ni encontrar ninguna pista se sintió un poco desconcertada. De todas formas se sentó, apoyando la bolsa con la película en el asiento de al lado. Me metí en el baño del fondo y dejé la siguiente pista justo cuando le mandé un sms avisándola de que tenía que ir a ese baño. Me escondí en el primer baño hasta que la oí pasar. Me marché de allí antes de que saliera.
Le había dejado encima de la tapa del wáter un pequeño estuche de maquillaje que en realidad contenía una llave. En la parte de atrás de la puerta dejé escrito a lápiz: descubrirás más tarde para qué sirve la llave. De momento sal, paga lo que has pedido y vete al palco blanco que hay frente al instituto. Estás tan solo a tres pistas de verme. P. D. Borra esto.

Me metí en una cafetería que estaba cercana al palco para poder verla llegar sin ser descubierta, los cristales estaban hechos de tal forma que cuando estabas dentro veías el exterior, peo no al revés. Vi su sonrisa desde lejos en cuanto vio el globo que había colgado en el pasamanos de la escalera. En el suelo del palco (lo siento por el vandalismo, pero si es por amor… todo se perdona) escribí con spray rojo: Recuerda esta noche como el principio de SIEMPRE.
La llamé.
- Hi love! – contestó al segundo toque.
- Estás preciosa.
Se giró mirando alrededor, buscándome con la mirada, pero los cristales me protegían.
- No intentes buscarme. O te quedas sin mí todo el día.
- Vaaale – dijo girándose de nuevo hacia el palco – Pero entonces tienes que prometerme que hoy dormimos juntas.
- Hecho.
- ¿De verdad?
- Sí.
- ¿Cómo? ¿Dónde?
- Céntrate. ¿Te gusta el globo?
Se echó a reír.
- Sí, mucho.
- Bueno, pues tienes que estallarlo.
Ahora fui yo la que no pudo evitar soltar una carcajada.
- ¿En serio? Me da penita…
- O él o yo esta noche baby, no puedes tenernos a ambos.

Colgué y un segundo después la vi guardando el móvil y explotando el globo. Me levanté rápidamente de la silla.

En el globo había un papel que le decía que tenía que ir hasta la entrada del bar de en frente. Le dejé justo en las escaleras un paquete dentro de una bolsa de papel. Y di la vuelta a la cafetería por el lado contrario a por el que ella vendría para no verla. En la bolsa escribí: no abras el paquete que hay dentro. Vete a casa de Vero (ya sabes donde es) y timbra; ella te abrirá y te dirá lo que tienes que hacer.

En el paquete dentro de la bolsa había un vestido precioso, azul claro, perfecto para ella. Le dije a Vero que le mandara ponérselo y que le diera la siguiente pista: “Coge mi MP4, lo tienes en el bolsillo pequeño de tu bolso. Sal a la calle y enciéndelo, abriendo la carpeta con tu nombre. Dirígete a la casa de Diego ¿Qué donde es? Justo delante de donde mantuvimos esta conversación:

Yo: Cuando encuentre la clase de amor que busco te lo diré y así sabrás que tipo de persona soy.
Tú: Cuando encuentres esa clase de amor, lo sabré antes de que me lo digas.

P.D. Si recuerdas dónde es podrás encontrarme. Número de portal de la calle 15. Entra y dame un toque cuando lo hayas hecho. Estás a una pista de mí.”

El Mp4 tenía un montón de canciones románticas pero era, principalmente, para que no se aburriera por el camino. Cuando recibí un toque le mandé por el ascensor la última pista. Eran un pack de cervezas Mahou, la misma marca que las del día de nuestro primer beso. Encima puse un sobre y dentro el siguiente párrafo: “Todo empezó en un ascensor, con cervezas en el suelo y tu boca en la mía. Eso fue, exactamente, hace seis meses menos dos días. Diego vive en el piso 2 en la puerta B (si eso no es una señal…). Sube y déjame sentir lo mismo que aquel día.”
Oí como abrió la puerta. Yo la esperaba en la habitación de Diego que me había ayudado a llenarlo todo de velas. Le mandé un sms cuando oí la puerta: Sigue los postits. Pegué uno al lado de la puerta y los demás por las paredes del pasillo hasta la habitación. Ponían, entre todos: Bien- veni –da – al – día – más – especial – de – tu – vida. El último estaba justo en la puerta de la habitación.
- ¿Demasiado cursi? – dije desde la cama.
- ¿Esto? – dijo moviendo los posits en su mano.
- Todo.
- No. Lo cursi está infravalorado.

CAPÍTULO 21 (PARTE 3)

La desperté con un sms a las once de la mañana siguiente: Good morning baby. Are you ready? Desde este momento continúa el día más especial de tu vida. Pista: Espero que tengas dinero.
Dije lo del dinero para que mirara en la cartera; allí le había dejado un billete de cinco euros que tenía escrito por detrás: Si esto fuera una película escribiría mi nombre y mi número y lo lanzaría al mundo confiando en que algún día lo encuentres [argumento de “Serendipity”]. Pero el destino ya ha actuado, el destino nos hizo chocar el primer día, literalmente. No nos hicimos ninguna herida, pero si hubiera pasado… ¿qué habríamos usado?
Tiritas. Britney siempre llevaba un paquete de tiritas en el bolso para cuando los zapatos le hacían daño. Dentro metí un tarro individual, muy pequeño, de mantequilla, acompañado de una nota: Vete a desayunar.
Con ayuda de la madre de Britney lo había organizado todo: compré croissants y los llevé sobre las 10, su madre le hizo tortitas, zumo natural y café. Además le compré una rosa. Lo dejamos todo encima de la mesa, preparado para cuando ella apareciese.
Me llamó después muy emocionada dándome las gracias.
- ¿Sabes? – dijo después de llevar un rato hablando – Mi madre dice que eres la novia perfecta.
Me eché a reír.
- Dale las gracias de mi parte.
- Aish, hasta te ganas a mis padres…
- Hombre claro, son importantes para ti, así que para mí también. Además así todo será más cómodo cuando seamos mayores y nuestras familias se junten en Navidad.
- Me late el corazón a mil por hora cuando pienso en el futuro contigo.
- Pues haz el favor de relajarte, no te vaya a dar un ataque al corazón.
- Boh.
- Jeje. Bueno, come con tus padres y con tu hermana y estate un poco con ellos. A las seis tienes que estar en la plaza de la fuente de los niños si quieres verme hoy. La siguiente pista llegará a ti.
Y una vez más, antes de que dijera nada, colgué.

Le había pedido a Vero que a las seis de la tarde le llevara la siguiente pista a Britney. Tras contarle todo el plan aceptó, con algo de pereza por tener que salir solo para eso pero encantada de ayudarme.
La pista que Vero debía entregarle se trataba de un sobre en el que iba mi entrada de cine de “La última casa a la izquierda” y una tarjeta: La guardé de recuerdo por ser nuestra primera cita a solas. Vete al Hiper Froiz a la sección de películas y remueve nuestra primera película juntas.
- Va hacia allí – me dijo Vero por teléfono en cuanto se despidió de Britney. Eso me daba unos cinco minutos para preparar la siguiente pista y esconderme para que no me viera. Por si acaso alguien la cogía me quedé vigilando hasta que llegó.
Detrás de uno de los dos DVDs que había de “La última casa a la izquierda” dejé un folio escrito:

“Leí una vez que El cine es una ruina en la Mesopotamia del siglo I a.d.C.; un avión que se estrella contra el monte K2 en el siglo XXII d.C.; es una amor imposible alrededor de una torre Eiffel destruida por las bombas de aviones ultramodernos, con un tiempo indefinible; es una expedición donde todo el mundo discute acerca de una puta radio que nadie tiene; es la carrera de un monstruo indefinido, hambriento, para alcanzar el alimento; los dos únicos espectadores sentados cada uno en una butaca roja e incómoda, en cada punta del cine en el que, en su pantalla, bailan Travolta y Truman que firman la última declaración de independencia de un país que ya no es suyo.

Pero ¿sabes lo que yo creo? Que no importa la escena: Bruce Willis armado hasta los dientes y encerrado en un edificio en La jungla de Cristal, Tom Hanks hablando con una pelota de volleyball en Náufrago, Julia Roberts tratando de robarle el novio a Cameron Díaz en La boda de mi mejor amigo, Leonardo DiCaprio bebiendo el veneno en Romeo y Julieta, de William Shakespeare, Meg Ryan fingiendo un orgasmo en una cafetería en Cuando Harry encontró a Sally o ella misma cruzándose con Tom Hanks en el aeropuerto sin saber que estaban predestinados a encontrarse, por fin, en el Empire State de Nueva York en Algo para recordar. Con cualquiera de ellas se aprecia lo mágico que es el cine. Tú eres igual o más mágica aún.
Tanto si la película de mi vida es Noviembre dulce, como si es Sexo en Nueva York, como si es Pretty Woman, tú ya eres la coprotagonista.
P.D. Compra la película y vete al bar donde solemos quedar. “

CAPÍTULO 21 (PARTE 2)

Sábado 23 de Febrero, cumpleaños de mi novia. A las 00:00 del viernes la llamé convirtiéndome en la primera persona que la felicitaba (aunque parezca mentira, me hizo ilusión).
- Durante unos meses serás la mayor de la relación – dije bromeando.
- Soy la mayor de la relación todo el año cariño.
- Ya, bueno… pero es que cuando ahora digas que tienes 17 y yo 16 pareceremos más distanciadas en edad, pero cuando tenemos la misma la gente no se da cuenta…
Me dio la razón riendo.
- Amy, gracias por hacer de este año algo tan especial, estás consiguiendo que sea el mejor de mi vida a pesar de… ya sabes.
El cáncer. Lo sabía. ¿Cómo olvidarlo?
- También está siendo el mejor año para mí. Y para ver tu regalo tienes que empezar por conectarte a internet y entrar en mi canal de youtube.
- ¿Qué? ¿Qué hay?
- Lo verás cuando entres… así empieza el día más especial de tu vida.
Colgué el teléfono antes de que ella pudiera decir nada más, para dejarla con la intriga.
Le había hecho un vídeo con fotos nuestras e imágenes grabadas y con nuestra canción de fondo. A modo de descripción del vídeo solo puse: “El mundo está en las manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y correr el riesgo de vivir sus sueños” (Paulo Coelho). Lo mejor que pude hacer es correr el riesgo. Gracias por ser un sueño hecho realidad. P.D. Si quieres descubrir la segunda sorpresa abre el cajón derecho de tu armario (lo de que abras el armario no era irónico xD). La única forma que tienes de verme es que sigas todas las pistas. Te llevarán hasta mí…

En el cajón del armario, en el bolsillo de una cazadora de verano (para que tuviera que buscarlo más) metí su regalo. Tenía que ser una prenda que supiera que no iba a usar próximamente para que no lo descubriera antes de tiempo. Lo había guardado dos días antes cuando estuve allí y ella en un momento determinado se fue al baño.
Era un pequeño paquete que me habían dado en una joyería cuando compré una pulsera. Dentro había un anillo prácticamente igual al que me ella me había dado por mi cumple, acompañado de una nota: “Compré uno muy parecido al que me regalaste a propósito. Ya sé que matrimonio y compromiso son palabras mayores. Pero hace tiempo que me comprometí a estar contigo hasta el final. Y al fin y al cabo, el matrimonio no es más que una forma de unión, tanto religiosa como civil. Hay muchas formas de estar unida a alguien; y no me hace falta un cura o un juez que me digan cuánto y en qué forma estamos unidas. Si lo que marca la diferencia entre esto y matrimonio es que necesitas que te jure amor eterno delante de tu familia o con una ceremonia especial, sabes que lo haría… aquí o en Hawái, en un bar o en un castillo… Como Shakespeare dijo una vez: no es amor el amor que muda cuando mudanza encuentra. Ante la adversidad y cuando todo cambia, el verdadero amor permanece.”
Se conectó al Messenger en cuanto acabó de leerlo.
- ¿Te ha gustado? – pregunté nerviosa.
- ¿Qué si me ha gustado? Si te tuviera delante te comía a besos. ¿No puedes bajar un rato?
- No, no, no. Tienes que seguir todas las pistas para poder verme.
- ¿Y cuál es la siguiente?
- Tendrás que esperar.
- Agg ¡Que mala eres!
- Sabes que te encanta…
- Más de lo que crees…
Seguimos hablando hasta las cuatro de la mañana. Vimos a la vez una de sus películas preferidas, “Serendipity”, comentándola por Msn.
- Britney – escribí en un momento determinado, justo después de que la pareja protagonista se despidiera después de su primer encuentro - ¿cómo es posible que una de tus películas favoritas sea “Serendipity” si no crees en el destino?
- Bueno… hace tiempo que empecé a creer en el destino.
- ¿Ah sí? ¿Cuándo?
- El 25 de Agosto.
Sonreí mirando a la pantalla cuando lo escribió.

CAPÍTULO 21 (PARTE 1)

Sabía que quería a una persona cuando apreciaba compartir hasta sus silencios. Aquella no era una relación más. La quería y ese hecho irrefutable marcaba todo lo demás: los buenos momentos y los malos. Lo sentía todo a flor de piel: los buenos momentos me llenaban de una forma en que no me había pasado nunca y, al mismo tiempo, las peleas con ella eran más intensas, dolían más.
Había asistido como testigo preferente a la “Revolución Britney”; no, no esa en la que Britney Spears cambió el rumbo de la música de su época, quitándole el puesto descaradamente a Madona como reina del pop, si no esa en la que Britney Spencer había cambiado el rumbo de mi vida, apoderándose del puesto del vacío como dueña de mi alma.
De pronto, su risa rompió el silencio.
- ¿Qué pasa? – dije levantando la vista hacia ella.
- Me encanta cuando pones esa cara de concentración. ¿En qué estabas pensando?
- En Mozart – dije señalando el libro de música que tenía delante y que en esos momentos debería estar estudiando para mi examen del día siguiente.
- Pues debe ser interesante…
- No eres nada sutil con la ironía.
- Ni tú nada sutil cuando piensas en mí y me lo niegas.
Sonreí intentando volver a concentrarme en el libro que tenía delante. Estábamos en mi cama sin aprovechar demasiado esa tarde de domingo porque yo tenía que estudiar. Había pasado una semana desde la reconciliación y todo había vuelto a la normalidad, es más, puede que ahora notara a Brit más cercana a mí. Con Vero también lo había solucionado. Tuvieron una conversación en la que yo no estuve presente y en la que nunca llegué a saber qué se dijeron, pero desde entonces estaban igual de bien que antes de las broncas.
Me rozó la pierna con su pie descalzo intentando llamar mi atención y que le hiciera más caso.
- ¿Sabes lo que hace mucho tiempo que me apetece hacer? ¡Dibujarte!
- ¿Qué? ¡No, que corte…!
- Veeenga. Te prometo que no se lo enseñaré a nadie y además así mientras tú estudias me entretengo.
La miré con reticencia. Se echó sobre mí, insinuante.
- O me dejas o…
Empezó a besarme por el cuello.
- Vaaale – la paré antes de que me dejara llevar por mi cuerpo, quedándome sin estudiar nada.
Con una sonrisa de satisfacción se levantó a coger un block de dibujo y se echó en el lado opuesto de la cama.
Intenté volver a concentrarme en los estudios, pero diez minutos más tarde un nuevo pensamiento captó por completo mi atención: faltaba menos de una semana para el cumpleaños de Britney ¿Le gustaría lo que le había preparado?

viernes, 14 de mayo de 2010

CAPÍTULO 20 (PARTE 4)

Cuando Britney me llamó cinco minutos después para decirme que ya la había escuchado yo ya estaba en el portal de su casa, esperando a que llamara.
- Te quiero – fue lo primero que dijo.
- ¿Te ha gustado?
- ¿Qué si me ha gustado? En cuanto te vea te voy a demostrar cuánto me ha gustado…
- ¿Ah sí? Pues abre la puerta de tu casa y empieza a demostrármelo.
En dos segundos llegó a la puerta. Aún sin colgar el teléfono dijo a través de él:
- Oye te tengo que dejar, que ha aparecido en mi puerta una sexy chica que parece perdida y a lo mejor necesita que alguien la guíe – lo dijo sonriendo insinuante.
Ambas colgamos. Me metió en casa y esperó hasta llegar a su habitación para besarme, porque sus padres estaban en la cocina, al lado de la entrada. Me empujó contra la pared nada más entrar en su cuarto. Con una sonrisa descarada dijo:
- Tengo la impresión de que vas a estar agotada mañana.
- Es difícil agotarme…
Me besó sacándome la cazadora, deslizándola rápidamente por mis hombros y dejándola en el suelo. Me tumbó en la cama tirándose ella encima.
- Britney tía, que están tus padres…
Se levantó y echó el pestillo diciendo:
- Solucionado.
- ¿Y si nos oyen? Y es difícil que no lo hagan.
Yo me había incorporado en la cama. Se sentó en mis piernas, mirando hacia mí.
- ¿Me estás diciendo que vas a ser capaz de contenerte ahora mismo? – se acercó sin llegar a besarme y sin dejar que lo hiciera - ¿de verdad? – me cogió por el pelo suavemente pero echándome la cabeza hacia atrás, empezando a morderme el cuello de forma sensual. Metió la mano por debajo de mi camiseta - ¿Vas a irte sin hacerlo conmigo?
Ya no aguanté más. Comencé a devolverle los besos, le quité la camiseta. Escuchaba como su respiración se hacía más profunda y entrecortada cuando empecé a besarle el cuello, el pecho. Me agarró la cara sin separarse de mí, aún seguía sentada en mis piernas y por lo tanto me miraba desde una posición un poco más alta.
- Dime que me quieres – dijo mirándome a los ojos.
- I love you.
Se levantó para quitarme el pantalón y volvió a ponerse encima. Mientras me acariciaba todo el cuerpo siguió pidiéndome que le dijera frases románticas, frases que borraran lo que había pasado esa mañana. Mientras sus manos recorrían mi espalda, mis pechos, el vientre, el cuello; me susurró:
- Dime que siempre estarás conmigo.
Dejó su mano apoyada justo en el borde de mis bragas, en el vientre.
- Dilo o no sigo – dijo sonriendo maliciosamente.
- Ya sabes que eres lo más importante para mí – metió su mano en mi ropa interior, sin dejar de mirarme a los ojos – Siempre estaré contigo.
Me hizo el amor, sin apartar sus ojos de mí ni un momento, grabando cada momento en su retina, sonriendo, besando, provocando, todo en el momento correcto para hacerlo. En un determinado instante me costó mucho no hacer ruido y para evitarlo, sin querer, le mordí el cuello, dejándole un chupetón considerable.
Luego fui yo la que tomó el control de la situación y la que consiguió que prácticamente tuviera que morder la almohada para no chillar. Cuando volví a mirar el reloj había pasado una hora desde que le mandé el mensaje y estaba empezando a vestirme para volver a mi casa. Ella se levantó, sentándose en la cama y besándome la espalda (yo aún llevaba puesto solo el sujetador).
- ¿Decías de verdad todo lo de la canción?
Me giré para mirarla.
- Completamente en serio.
- ¿Lo de que me ves siendo tu mujer y la madre de tus hijos también?
- Todo Britney, todo. Eso también.
Me acerqué para besarla y volvió a acariciarme y a intentar quitarme la poca ropa que tenía.
- Britney… ¿no me piensas dejar volver a mi casa?
- Hoy no.

CAPÍTULO 20 (PARTE 3)

Durante la hora siguiente no pasó nada especial o digno de mención. En el recreo cuando iba hacia clase con Vero nos cruzamos a Britney, se paró delante de mí y se acercó para susurrarme al oído:
- Voy a esperar todo el tiempo del mundo.
Lo dijo de una forma muy, muy dulce. Se me puso la piel de gallina. Se apartó sonriendo y siguió caminando.
Al llegar a clase, cuando faltaban cinco minutos para que el recreo acabase Vero me dijo que si quería podíamos irnos las tres últimas horas a dar una vuelta y a hablar un poco de lo que pasaba con Britney. Pensé en las clases que me quedaban: en una el profesor nunca nos ponía falta de asistencia y a las otras dos no me importaba faltar.
- Ok. Nos vamos – le dije a Vero.
Antes de salir cogí un lápiz y escribí en la mesa de Britney: Voy a faltar a las tres clases, necesito despejarme un poco. Aunque me voy con Vero, por favor, no pienses mal. Gracias por darme tiempo. Ya hablaremos. Un beso.

Fuimos a tomarnos un café. Nos sentamos hacia el fondo de la cafetería, en una mesa bastante apartada para poder hablar cómodamente.
- A ver… explícame qué ha pasado – dijo cuando la camarera terminó de servirnos.
- ¿A la mañana o ahora?
- TODO.
Sonreí. Era una respuesta tremendamente típica en ella.
- A la mañana se puso celosa porque vio que habíamos dormido en una sola cama.
- Te lo dije… Yo también me habría puesto celosa si hubieras dormido con ella.
- Pues no entiendo por qué. Se supone que cuando estás con alguien confías en esa persona y en que no te va a engañar, ¿qué más da donde duerma?
- Pero no es porque no confíe en ti Amy. Yo poniéndome en su lugar creo que me pondría celosa por el simple hecho de que ella te tuvo esa noche abrazada y yo no. ¿Entiendes? Es envidia no celos o desconfianza.
- Bueno, de todas formas eso fue lo de menos.
Le expliqué la parte de la discusión en la que Brit dijo mi frase “favorita” de la semana y se sorprendió mucho de que hubiera dicho eso. Le conté también lo de que le había pedido tiempo.
- ¿Por qué?
- No sé, lo necesito… me siento rara ahora mismo. Creo que han sido demasiadas cosas en muy poco tiempo y que simplemente me siento saturada: decirle a mi madre que soy lesbiana, tener esa conversación decepcionante con ella, el cáncer de Britney, los celos de ahora, las peleas absurdas…
- Ya, demasiado. ¿Pero le has explicado esto a ella? Porque va a creer que lo que te estás pensando es si dejarla o no.
- No, no se lo he explicado.
- ¿Por qué? ¿Vosotras no lo hablabais todo?
- Sí, pero esto es distinto.
- ¿En qué?
- Pues en que no quiero que piense que me está afectando mucho lo de su cáncer, aunque sea así.
Me miró haciendo un gesto comprensivo con la cara.
- Puf es que la verdad, para una relación en la que te enamoras… y mira que te lo ponen difícil…
- Pues sí…

Nos fuimos a dar una vuelta y después a comer a casa. Pensaba en Britney aunque no quisiera, aunque me hubiera dicho a mí misma y a ella que iba a intentar distanciarme un tiempo para reflexionar de una forma un poco más fría sobre las cosas. Pero con Britney para mí era imposible ser fría; como dice la canción de Jason Marz: “I tried to be chill but you’re so hot that I melted
Me acordé de ella cuando pasamos por delante de la tienda de viajes y en las guías de promoción había una de Estados Unidos; me acordé de ella cuando entramos en una tienda para comprar una revista y en la radio estaba sonando “So What?” de Pink, porque a ella le encanta esa cantante; me acordé cuando Vero comentó una anécdota del verano pasado, porque fue cuando conocí a Brit; me acordé de su sonrisa cuando le dije que me encantaba lo que había visto de Willmington en “Dawson crece”, porque en la revista salía Katie Holmes (actriz principal de la serie)… En definitiva, pensé en ella constantemente sin poder evitarlo; era como si sus recuerdos ya estuvieran mezclados con los míos, como si solo hubiera un “nosotras”, no un “yo” o un “ella”. La gota que colmó el vaso fue cuando, ya por la tarde, cerca de las ocho, estaba escuchando música con Vero después de haber estado estudiando, y sonó “Dangerously in love” de las Destiny’s Child. Al escuchar la letra sentía que reflejaba a la perfección cómo me sentía por Britney, cada frase (salvo una en la que menciona a un tío), cada significado que yo le atribuía era igual que lo que quería decirle. Decidí terminar con ese rollo de intentar estar lejos de ella, con un solo día sin hablarnos me había sobrado para darme cuenta de lo mucho que la echaba de menos y que la necesitaba.
- Quiero hablar con ella – dije sonriendo al darme cuenta.
- ¿Con Britney?
- Sí.
- Ya tardabas en decirlo…
- ¿Por?
- Porque llevas todo el día pensando en ella.
- ¿Cómo lo sabes?
- Los ojos te brillan de forma distinta cuando hablas de ella, y hoy aunque no la has mencionado, no han parado de brillarte así.
- Ya claro, es que me fumé un porro en el baño de la cafetería… - dije de coña.
Se echó a reír mientras yo me levantaba para coger el móvil. Escribí el siguiente sms:
“Escucha Dangerously in love de Destiny’s child. Eso es lo que siento por ti. No necesito más tiempo. Avísame cuando la hayas escuchado. Te echo de menos.”
“Dangerously in love”:
I love you

Baby I love you
You are my life
My happiest moments weren't complete
If you weren't by my side
You're my relation
In connection to the sun
With you next to me
There's no darkness I can't overcome
You are my raindrop
I am the sea
With you and God, who's my sunlight
I bloom and grow so beautifully
Baby, I'm so proud
So proud to be your girl
You make the confusion
Go all away
From this cold and messed up world

I am in love with you
You set me free
I can't do this thing
Called life without you here with me
Cause I'm Dangerously In Love with you
I'll never leave
Just keep lovin' me
The way I love you loving me

And I know you love me
Love me for who I am
Cause years before I became who I am
Baby you were my man
I know it ain't easy
Easy loving me
I appreciate the love and dedication
From you to me
Later on in my destiny
I see myself having your child
I see myself being your wife
And I see my whole future in your eyes
Thought of all my love for you
sometimes make me wanna cry
Realize all my blessings
I'm grateful
To have you by my side

Every time I see your face
My heart smiles
Every time it feels so good
It hurts sometimes
Created in this world
To love and to hold
To feel
To breathe
To love you

Dangerously in love
Can't do this thing
I love you , I love you, I love you
I'll never leave
Just keep on loving me
I'm in love with you
I can not do
I cannot do anything without you in my life
Holding me, kissing me, loving me
Dangerously
I love you
Dangerously in love

CAPÍTULO 20 (PARTE 2)

Al acabar la primera hora salí al pasillo y me fui al baño, para airearme un poco y alejarme del ambiente raro que para mí había ese día en clase y que los demás parecían no notar. La oí llegar. Vi, a través del espejo, como se acercaba. Me giré.
- Por favor, siéntate conmigo y hablamos.
Me quedé mirándola sin decir nada, así que insistió:
- ¿Lo harás?
- A lo mejor…
Entendió perfectamente porque usé justo esa expresión.
“¡A lo mejor…!” ¿Cómo había podido decir eso? ¿Tenía idea del daño que me había hecho?
- Por favor…
Intentó acercarse más a mí y me rozó la mano, sin llegar a poder acariciarla, porque me aparté justo antes.
- Vale.
Esa fue mi única respuesta. Me iba a sentar con ella pero no le había dejado acercase a mí, así que no sabía si sonreír o no.
Salí de allí intentando esquivarla. Sabía que si me quedaba más tiempo a solas con ella, que si volvía a acariciarme, la acabaría perdonando y no quería hacerlo así como así, aunque me doliese no hablar con ella.
Pasamos los diez primeros minutos sin hablar, sin movernos, sin prestar demasiada atención tampoco (yo al menos); esperando a que alguien diera el primer paso o tal vez pensando cómo darlo. Vi como cogía una libreta y empezaba a escribir. La deslizó por la mesa para que la viera:
“No soporto estar así.”
Contesté en la misma hoja.
“Para mí tampoco es fácil.”
“Amy, sabes que no lo dije en serio, que yo no pienso eso”
“No, no lo sé. Y además si lo dijiste es por algo…”
“¡No significa nada! ¿Nunca has dicho algo en un momento de cabreo que no pensaras de verdad? Lo dije porque estaba enfadada y super celosa, más celosa de lo que he estado nunca en mi vida. Imaginarte con ella…”
“Pero no tienes por qué estar celosa, si estoy contigo es porque te quiero, pareces no entender que me has cambiado la vida, que lo eres todo para mí. You mean the world to me.”
Sonrió al leerlo. Posó suavemente su mano sobre la mía. Pero la aparté, instintivamente. Vi por el rabillo del ojo como su expresión cambiaba, poniéndose de pronto triste.
- Fue un acto reflejo – dije – Lo siento.
- ¿Ahora te doy miedo o qué?
La profesora pasó justo a nuestro lado así que dejamos de hablar y cogí de nuevo un boli para escribir.
“No es eso. Pero me hiciste daño Brit”
“¿Y no vas a perdonarme? Porque que sepas que pienso pedirte perdón todas las veces que haga falta.”
“No se trata de que me pidas perdón mil veces porque, de hecho, prácticamente ya te he perdonado, se trata de que no vuelva a pasar…porque así no podemos estar. Si cada vez que esté con Vero o que hable con ella o que la abrace vas a pensar que te engaño con ella… para mí eso significa que no confías en mí. Y si no confías en mí no podemos estar juntas.”
La observé mientras lo leía; cuando llegó al final levantó la vista y me miró a los ojos.
- ¿Significa que quieres dejarlo?
- No quiero dejarlo, ya lo sabes. Pero tampoco quiero estropear más las cosas, no quiero que las escenas de celos o las frases dichas para hacer daño se conviertan en algo habitual.
- Te prometo que no voy a volver a hacerlo.
- Ok.
- ¿Pero me crees?
- No es que no te crea, es solo que necesito tiempo…
- ¿Tiempo para qué?
- Para ver si de verdad vas a cumplir lo que dices, tiempo para olvidarlo y para pensar…
- Y ¿Cuánto? ¿Un día, un mes, una semana?
- No lo sé… el que necesite para estar bien.
Sonó el timbre antes de que ella pudiera decir nada más. Cogí mis cosas, tenía clase en otra aula: yo había escogido música como optativa y ella francés, por eso no estábamos juntas.
No sabía muy bien que decir antes de irme.
- Si quieres me siento con Diego en las horas después del recreo – dijo – Como quieres espacio y tiempo…
- Vale. Gracias por entenderlo.
- De nada.
Lo dijo un poco triste y ni si quiera me dio un beso o un abrazo, salió al pasillo. Yo también terminé de recoger mis cosas y me fui.
¡Le había pedido tiempo, es lógico que actuara así, simplemente me estaba dejando mi espacio! Ni si quiera yo me entendía ahora mismo, primero le digo que me dé tiempo y luego me extraño de que no se acerque a besarme o abrazarme… ¡Mujeres! Sí, lo siento para aquellas que lean esto y se sientan ofendidas, pero es verdad, somos desconcertantes, impulsivas, apasionadas, un día estamos arriba y otro abajo, lo vivimos todo al mil por cien y sobre todo… somos sinceras, hablamos de nuestros sentimientos y no porque no nos dé miedo (que es la excusa que parecen poner los hombres para no hacerlo) si no porque nosotras enfrentamos el miedo y lo superamos. Sí, vale, a veces volvemos loca a la gente o nos volvemos locas nosotras mismas por nuestra indecisión o confusión, pero somos puras, sufrimos, lloramos y reímos, pero no lo escondemos. Y eso es lo más bonito del mundo, no solo vivimos la vida, la sentimos.

CAPÍTULO 20 (PARTE 1)

Vero volvió a la habitación, con el pelo mojado cayéndole sobre los hombros y una toalla alrededor del cuerpo.
- ¿Qué ha pasado? – dijo – Os he oído discutir desde el baño.
Me aparté las lágrimas con la mano, pero ya era demasiado tarde, ya me había visto. Se sentó a mi lado en la cama, pasándome un brazo por detrás para intentar consolarme. La abracé, sin pensar demasiado en que aún estaba algo mojada y en que solo llevaba una toalla encima. Me agarró con fuerza, tal vez sorprendida al principio pero queriendo reconfortarme. Me acarició la espalda, besándome dulcemente el hombro, el cuello, la cara. Me separé un poco cuando me sentí mejor, mientras ella me echaba el pelo hacia atrás e intentaba secarme las lágrimas que aún rodaban por mis mejillas.
Si normalmente Vero ya resultaba atractiva cuando la veías un día normal por la calle, allí, con el pelo aún mojado oliendo fenomenal por el champú, casi desnuda, tan cerca de mí, aún era más atractiva. Tuve una mezcla de sensaciones: por un lado quise besarla porque quería olvidarme de todo lo que había pasado y la única persona a la que creía capaz de hacerme olvidarlo era a Vero; por otro lado físicamente sentí esa atracción, no fue algo que pensara o que quisiera tener, simplemente lo sentí; también lo pensé como una venganza, como para darle algo a Britney por lo que desconfiar de mí de verdad; y por último, durante un instante, imaginé que era Britney a la que tenía delante, que no habíamos discutido, que nunca me había hecho daño.
Llevada por todas esas sensaciones fui acercando mis labios, poco a poco, a su boca, hasta quedarme a tan solo unos centímetros. Levanté la vista y la miré a los ojos y fue ella la que en ese momento se echó hacia atrás, separándose un poco de mí.
Si ella no se hubiera frenado estoy cien por cien segura de que, pensando o no en Britney, la habría besado.
- No me hagas esto… - dijo Vero en un tono casi de súplica.
- ¿El qué?
- Esto… - Ahora sonaba un poco cabreada. Se apartó definitivamente levantándose de la cama.
- ¡Mierda! Perdona.
- Ya sé que estás mal Amy y que soy yo la que tiene que controlar un poco, la que tiene que pensar las cosas en frío en este momento, pero es que has estado a punto… y una no es de piedra…
Hubo un silencio prolongado, solo interrumpido por los ruidos rutinarios que había a diario en mi casa cuando los demás ya estaban despiertos.
- No es justo, Amy. No es justo que intentes besarme cuando estás pensando en ella en realidad. Esto no es un juego.
- Ya lo sé. Lo siento. Pero no te enfades por favor, era lo que me faltaba…
Esbozó una poco disimulada sonrisa.
- Ok, pero no vuelvas a hacerlo.
- Te lo juro.

Me fui a la ducha. Dejé la ropa en el suelo. Abrí el grifo, esperando a que saliera agua caliente y en cuanto lo hizo me metí, cerrando los ojos debajo del chorro.
¿Qué estaba haciendo con mi vida? Dos semanas antes era la mujer más feliz del mundo y ahora las cosas no parecían dejar de empeorar: el cáncer de Britney, las dos peleas… ¿y ahora iba a joderlo todo con Vero?
Intenté dejar de pensar. Intenté concentrarme en el ruido del agua, en las gotas resbalando por mi piel. Intenté imaginar que la vida era así de sencilla: que habrías un grifo cuando tú lo deseabas y dejabas que todo fluyera, que todo desapareciera por el sumidero, que se perdiera. Quería que el dolor y el miedo fueran el agua, que se perdieran, que no volvieran. Pero… para bien y para mal, la vida no era así.

Fui a clase con Vero; las cosas parecían estar igual que siempre entre nosotras. Supongo que trató de aparentar que no había pasado nada y se lo agradecí. Era por cosas como esa por las que la quería tanto; sabía hacer que me sintiera bien, sabía hacerme feliz y pasaba de todo lo demás con tal de conseguirlo.
Justo antes de entrar en clase le dije:
- ¿Te sientas conmigo, por favor?
- ¿Y Britney?
La miré como diciéndole: “no quiero sentarme con ella”
- Vale.
Britney llegó apenas dos minutos antes de que sonara el timbre que indicaba el comienzo de las clases. Miró hacia mí, que estaba sentada con Vero justo detrás de donde solía sentarme con ella, pero no me dijo nada. Simplemente se sentó delante.
Me pasé toda la hora sin hablar con Vero, sin pillar ni una sola palabra de lo que decía el profesor; lo único que hacía era mirar la espalda de Britney, su pelo, sus brazos… Me hacía daño estar así con ella. Era difícil de llevar.

viernes, 7 de mayo de 2010

CAPÍTULO 19 (PARTE 2)

- Britney… - soné cansada, tal vez triste – Tienes que parar, tienes que dejar de hacer esto, de hacerme daño, de hacerte daño – Al ver que no decía nada continué – yo… te quiero… Y trato de demostrártelo todos los días. A lo mejor cometo errores, pero trato de hacerte ver que me tendrás siempre que me necesites. Quizás no es… suficiente para hacerte feliz…
Seguía sin hablar y finalmente me atreví a decir lo que más miedo me daba.
- A lo mejor no soy suficiente para ti…
- A lo mejor…
Nada que hubiera dicho me habría podido doler más, nada en el mundo. ¿Lo había dicho en serio?
¡Pues claro que lo había dicho en serio! En el fondo nunca entendí como una chica como Britney podía haberse enamorado de alguien como yo.
A los dos segundos yo ya tenía los ojos llenos de lágrimas. Me quedé inmóvil y aparté la mirada, no quería verla.
Creo que se dio cuenta de que me había hecho daño. Se levantó para ponerse agachada, delante de mí. Me agarró las piernas para intentar que la mirara. Pero yo no quería. Era tarde. Esa última frase había sobrado.
- Amy…
- Vete – lo dije con tristeza ni si quiera enfadada, solo dolida.
- Yo…
- Vete, por favor. No quiero hablar contigo ahora.
Se levantó. Oí sus pasos alejándose por el pasillo. Y antes de que la puerta de mi casa se cerrara las lágrimas ya empezaban a rodar por mis mejillas, silenciosas, sin fin.

CAPÍTULO 19 (PARTE 1)

"I was her. She was me. We were one. We were free. If there’s somebody calling me up, she’s the one
Mi móvil me despertó. Reconocí la melodía, era la que sonaba cuando Britney me llamaba. Intenté no moverme demasiado ya que Vero seguía dormida y estaba abrazada a mí, apoyando su cabeza en mi hombro y pasando un brazo por encima de mi cintura. Estiré el brazo que me quedaba libre para alcanzar el móvil.
- ¿Sí?
- Amy soy yo.
- Ya lo sé cariño. ¿Pasa algo?
- ¿Puedes abrirme? Estoy en la puerta.
- ¿De mi casa?
- Sí.
- Voy.
Colgué. Cogí suavemente el brazo de Vero intentando apartarlo despacio. Bajé de la cama por la parte de abajo para no tener que pasar por encima de ella. Corrí por el pasillo y abrí la puerta, dejando entrar en casa una corriente de aire frío. Me dio un escalofrío porque aunque llevaba un pantalón largo de pijama de invierno, la camiseta era de tirantes.
- ¿Qué haces aquí? – dije abrazándola. Pero no le di tiempo a contestar porque la besé antes, agarrándola por la cazadora blanca que llevaba abierta y metiéndola en casa.
Fue al separarme cuando vi la venda que trataba de tapar con el flequillo. Tocándole el borde de ésta pregunté:
- ¿Qué ha pasado?
- No es nada, tranquila…Me pasé la noche mareada, yendo al baño. Y una de las veces me desmayé, perdí el conocimiento y me caí, me di con la puerta… de ahí esto – dijo señalándose la frente de forma irónica – Me han tenido que dar dos puntos, aunque dicen que no me va a quedar marca, y tuve que pasar allí la noche, en observación por el golpe.
- Mierda. ¿Y por qué no me avísate antes? – dije abrazándola de nuevo.
- ¿Para qué? Eran las tantas de la madrugada y además ya estaban mis padres, no era como si estuviera sola…
- Vamos al salón, que Vero aún está dormida.
Se quitó la cazadora y nos sentamos en el sofá abrazadas.
- ¿Vienes a clase?
- Sí, paso de quedarme en casa otro día y además estoy mejor. Mis padres se tuvieron que ir ya al trabajo por eso vine, no querían que me quedara sola.
- Normal.
Puso los ojos en blanco.
- Nos preocupamos por ti… eso no es tan malo.
- Ya lo sé – dijo sonriendo.
- Cambiando de tema; vas a tener que esperar a que nos vistamos y eso que aún es pronto.
- Yap. No pasa nada, estoy contigo.
La besé. A veces era tan dulce…
Al poco tiempo vino Vero, que al parecer sí se había despertado.
- Buenos días – dijo bostezando y estirándose.
- ¿Desayunamos algo antes de que se levanten los demás?
Vero asintió, no era de muchas palabras cuando se acaba de levantar.
- Yo también tengo hambre que no tomé nada aún – añadió mi novia.
Preparé café para las tres y para mi madre y mis hermanos (cuando se despertasen) mientras Britney untaba un par de tostadas con mantequilla y Vero llevaba galletas.
- ¿Dormiste bien?
Vero esperó un segundo más antes de beber y dijo con una media sonrisa:
- Mucho.
- Y yo.
Seguimos desayunando las tres en silencio. El ambiente estaba algo raro, tengo que reconocerlo, pero tal vez era solo por el sueño.
- ¿De qué te ríes? – dijo Vero después de un rato. Y era cierto, tenía una sonrisa en la cara que no había podido evitar.
- De nada.
- Venga ¿De qué?
- De que…cuando me despertó Britney estabas muy mona durmiendo.
Sonrió sin saber que decir.
Britney se levantó a coger agua de la nevera.
A los diez minutos habíamos acabado de desayunar. Me levanté para recoger. Estaba apoyada en la encimera cuando Brit me abrazó por detrás, besándome el cuello. Era como una alarma para mí, un solo beso de ella, un solo roce y todo mi cuerpo se encendía, no podía evitarlo, no era algo que pudiera o quisiera controlar.
Vero se levantó arrastrando la silla.
- ¿Puedo darme una ducha?
- Claro, ven que te doy una toalla.
- ¿Esperamos en la cama hasta que salga? – dije girándome hacia Britney.
- Vale, te espero allí.
Me fui con Vero y me paré en el pasillo para coger una toalla en la cómoda. Se metió en el baño y yo me fui hacia la habitación. Al llegar Britney estaba sentada en la cama que no habíamos usado, con las piernas cruzadas.
Me tiré en la que estaba deshecha con los brazos estirados para que se tumbara a mi lado, pero en cuanto me fijé en su cara me di cuenta de que algo no iba bien.
- ¿Qué te pasa?
Me miró en silencio y pude apreciar en sus ojos una mezcla de rabia, tristeza y… quizás algo más… ¿reproche?
Por fin se decidió a responder:
- ¿Has dormido con ella? - ¡Era eso!
- Sí – lo dije como dando a entender que no veía donde estaba el problema.
- ¿En la misma cama? – su tono de voz empezaba a subir.
- Sí.
- ¡¿Has dormido con ella en la misma cama?!
Suspiré. No esperaba todo aquello.
- Es mi amiga… ya hemos hablado de esto…
- Y creía que habías entendido que me hace daño.
- ¿El qué?
- ¡Esto! Que hagas estas cosas con ella, que tontees con ella.
- ¡Yo no tonteo con ella!
- Ya… - dijo irónicamente.
Nos quedamos en silencio; un silencio incómodo, dañino, de alguna forma atronador.
- ¡Joder! – lo dijo como dándose cuenta de algo – Por eso antes le has dicho que cuando te desperté con el móvil estaba muy mona ¿verdad? Porque estaba abrazadita a ti…
No dije nada. ¿Había realmente algo que decir? Sí, estaba abrazada a mí. Y sí, estaba guapa. ¿Y qué? Yo en algún momento de aquella conversación, entre sus celos y reproches, me había perdido.