viernes, 21 de mayo de 2010

CAPÍTULO 21 (PARTE 3)

La desperté con un sms a las once de la mañana siguiente: Good morning baby. Are you ready? Desde este momento continúa el día más especial de tu vida. Pista: Espero que tengas dinero.
Dije lo del dinero para que mirara en la cartera; allí le había dejado un billete de cinco euros que tenía escrito por detrás: Si esto fuera una película escribiría mi nombre y mi número y lo lanzaría al mundo confiando en que algún día lo encuentres [argumento de “Serendipity”]. Pero el destino ya ha actuado, el destino nos hizo chocar el primer día, literalmente. No nos hicimos ninguna herida, pero si hubiera pasado… ¿qué habríamos usado?
Tiritas. Britney siempre llevaba un paquete de tiritas en el bolso para cuando los zapatos le hacían daño. Dentro metí un tarro individual, muy pequeño, de mantequilla, acompañado de una nota: Vete a desayunar.
Con ayuda de la madre de Britney lo había organizado todo: compré croissants y los llevé sobre las 10, su madre le hizo tortitas, zumo natural y café. Además le compré una rosa. Lo dejamos todo encima de la mesa, preparado para cuando ella apareciese.
Me llamó después muy emocionada dándome las gracias.
- ¿Sabes? – dijo después de llevar un rato hablando – Mi madre dice que eres la novia perfecta.
Me eché a reír.
- Dale las gracias de mi parte.
- Aish, hasta te ganas a mis padres…
- Hombre claro, son importantes para ti, así que para mí también. Además así todo será más cómodo cuando seamos mayores y nuestras familias se junten en Navidad.
- Me late el corazón a mil por hora cuando pienso en el futuro contigo.
- Pues haz el favor de relajarte, no te vaya a dar un ataque al corazón.
- Boh.
- Jeje. Bueno, come con tus padres y con tu hermana y estate un poco con ellos. A las seis tienes que estar en la plaza de la fuente de los niños si quieres verme hoy. La siguiente pista llegará a ti.
Y una vez más, antes de que dijera nada, colgué.

Le había pedido a Vero que a las seis de la tarde le llevara la siguiente pista a Britney. Tras contarle todo el plan aceptó, con algo de pereza por tener que salir solo para eso pero encantada de ayudarme.
La pista que Vero debía entregarle se trataba de un sobre en el que iba mi entrada de cine de “La última casa a la izquierda” y una tarjeta: La guardé de recuerdo por ser nuestra primera cita a solas. Vete al Hiper Froiz a la sección de películas y remueve nuestra primera película juntas.
- Va hacia allí – me dijo Vero por teléfono en cuanto se despidió de Britney. Eso me daba unos cinco minutos para preparar la siguiente pista y esconderme para que no me viera. Por si acaso alguien la cogía me quedé vigilando hasta que llegó.
Detrás de uno de los dos DVDs que había de “La última casa a la izquierda” dejé un folio escrito:

“Leí una vez que El cine es una ruina en la Mesopotamia del siglo I a.d.C.; un avión que se estrella contra el monte K2 en el siglo XXII d.C.; es una amor imposible alrededor de una torre Eiffel destruida por las bombas de aviones ultramodernos, con un tiempo indefinible; es una expedición donde todo el mundo discute acerca de una puta radio que nadie tiene; es la carrera de un monstruo indefinido, hambriento, para alcanzar el alimento; los dos únicos espectadores sentados cada uno en una butaca roja e incómoda, en cada punta del cine en el que, en su pantalla, bailan Travolta y Truman que firman la última declaración de independencia de un país que ya no es suyo.

Pero ¿sabes lo que yo creo? Que no importa la escena: Bruce Willis armado hasta los dientes y encerrado en un edificio en La jungla de Cristal, Tom Hanks hablando con una pelota de volleyball en Náufrago, Julia Roberts tratando de robarle el novio a Cameron Díaz en La boda de mi mejor amigo, Leonardo DiCaprio bebiendo el veneno en Romeo y Julieta, de William Shakespeare, Meg Ryan fingiendo un orgasmo en una cafetería en Cuando Harry encontró a Sally o ella misma cruzándose con Tom Hanks en el aeropuerto sin saber que estaban predestinados a encontrarse, por fin, en el Empire State de Nueva York en Algo para recordar. Con cualquiera de ellas se aprecia lo mágico que es el cine. Tú eres igual o más mágica aún.
Tanto si la película de mi vida es Noviembre dulce, como si es Sexo en Nueva York, como si es Pretty Woman, tú ya eres la coprotagonista.
P.D. Compra la película y vete al bar donde solemos quedar. “

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