viernes, 14 de mayo de 2010

CAPÍTULO 20 (PARTE 1)

Vero volvió a la habitación, con el pelo mojado cayéndole sobre los hombros y una toalla alrededor del cuerpo.
- ¿Qué ha pasado? – dijo – Os he oído discutir desde el baño.
Me aparté las lágrimas con la mano, pero ya era demasiado tarde, ya me había visto. Se sentó a mi lado en la cama, pasándome un brazo por detrás para intentar consolarme. La abracé, sin pensar demasiado en que aún estaba algo mojada y en que solo llevaba una toalla encima. Me agarró con fuerza, tal vez sorprendida al principio pero queriendo reconfortarme. Me acarició la espalda, besándome dulcemente el hombro, el cuello, la cara. Me separé un poco cuando me sentí mejor, mientras ella me echaba el pelo hacia atrás e intentaba secarme las lágrimas que aún rodaban por mis mejillas.
Si normalmente Vero ya resultaba atractiva cuando la veías un día normal por la calle, allí, con el pelo aún mojado oliendo fenomenal por el champú, casi desnuda, tan cerca de mí, aún era más atractiva. Tuve una mezcla de sensaciones: por un lado quise besarla porque quería olvidarme de todo lo que había pasado y la única persona a la que creía capaz de hacerme olvidarlo era a Vero; por otro lado físicamente sentí esa atracción, no fue algo que pensara o que quisiera tener, simplemente lo sentí; también lo pensé como una venganza, como para darle algo a Britney por lo que desconfiar de mí de verdad; y por último, durante un instante, imaginé que era Britney a la que tenía delante, que no habíamos discutido, que nunca me había hecho daño.
Llevada por todas esas sensaciones fui acercando mis labios, poco a poco, a su boca, hasta quedarme a tan solo unos centímetros. Levanté la vista y la miré a los ojos y fue ella la que en ese momento se echó hacia atrás, separándose un poco de mí.
Si ella no se hubiera frenado estoy cien por cien segura de que, pensando o no en Britney, la habría besado.
- No me hagas esto… - dijo Vero en un tono casi de súplica.
- ¿El qué?
- Esto… - Ahora sonaba un poco cabreada. Se apartó definitivamente levantándose de la cama.
- ¡Mierda! Perdona.
- Ya sé que estás mal Amy y que soy yo la que tiene que controlar un poco, la que tiene que pensar las cosas en frío en este momento, pero es que has estado a punto… y una no es de piedra…
Hubo un silencio prolongado, solo interrumpido por los ruidos rutinarios que había a diario en mi casa cuando los demás ya estaban despiertos.
- No es justo, Amy. No es justo que intentes besarme cuando estás pensando en ella en realidad. Esto no es un juego.
- Ya lo sé. Lo siento. Pero no te enfades por favor, era lo que me faltaba…
Esbozó una poco disimulada sonrisa.
- Ok, pero no vuelvas a hacerlo.
- Te lo juro.

Me fui a la ducha. Dejé la ropa en el suelo. Abrí el grifo, esperando a que saliera agua caliente y en cuanto lo hizo me metí, cerrando los ojos debajo del chorro.
¿Qué estaba haciendo con mi vida? Dos semanas antes era la mujer más feliz del mundo y ahora las cosas no parecían dejar de empeorar: el cáncer de Britney, las dos peleas… ¿y ahora iba a joderlo todo con Vero?
Intenté dejar de pensar. Intenté concentrarme en el ruido del agua, en las gotas resbalando por mi piel. Intenté imaginar que la vida era así de sencilla: que habrías un grifo cuando tú lo deseabas y dejabas que todo fluyera, que todo desapareciera por el sumidero, que se perdiera. Quería que el dolor y el miedo fueran el agua, que se perdieran, que no volvieran. Pero… para bien y para mal, la vida no era así.

Fui a clase con Vero; las cosas parecían estar igual que siempre entre nosotras. Supongo que trató de aparentar que no había pasado nada y se lo agradecí. Era por cosas como esa por las que la quería tanto; sabía hacer que me sintiera bien, sabía hacerme feliz y pasaba de todo lo demás con tal de conseguirlo.
Justo antes de entrar en clase le dije:
- ¿Te sientas conmigo, por favor?
- ¿Y Britney?
La miré como diciéndole: “no quiero sentarme con ella”
- Vale.
Britney llegó apenas dos minutos antes de que sonara el timbre que indicaba el comienzo de las clases. Miró hacia mí, que estaba sentada con Vero justo detrás de donde solía sentarme con ella, pero no me dijo nada. Simplemente se sentó delante.
Me pasé toda la hora sin hablar con Vero, sin pillar ni una sola palabra de lo que decía el profesor; lo único que hacía era mirar la espalda de Britney, su pelo, sus brazos… Me hacía daño estar así con ella. Era difícil de llevar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario