domingo, 7 de febrero de 2010

CAPÍTULO 8 (PARTE 1)

Cuando volví a casa esa noche, después de estar con Britney, mi madre había salido con Javier y mi hermano tampoco estaba. Me encontré a mi hermana en el salón y después de ponerme el pijama fui a sentarme con ella en el sofá.
- ¿Hubo huída? - pregunté de coña.
- Eso parece. Mamá llamó hace un momento y dijo que Miguel se queda en casa de un amigo, otra vez.
- Nos abandonan.
- ¡Pshe! Peor para ellos - dijo riendo - ¿Y tú qué, dónde estabas?
- En casa de Britney.
- ¿Con Vero?
- No, fui con Vero y Brit a comprar la mochila pero luego se fue que tenía vez en la peluquería.
- ¿Y qué tal con Britney? Parece que os lleváis muy bien ¿no?
Estuve a punto de echarme a reír pero me limité a mostrar una sonrisa disimulada. Conocía de sobra a mi hermana y sabía que quería llegar a algún lado con tanta pregunta.
- Sí, nos llevamos muy bien.
Se quedó reflexionando un poco.
- Naira que nos conocemos...
- ¿Qué?
- ¿Quieres preguntarme algo?
Sonrió.
- En realidad no necesito preguntártelo, ya lo sé. Al fin y al cabo eres mi hermana y como tú dices, nos conocemos - me guiñó el ojo, sin borrar la sonrisa que tenía.
- ¿Y qué es lo que sabes?
- Cuando hablas de ella se te dibuja una sonrisa en la cara, inconscientemente. Y las pocas veces que estuve con vosotras te vi distinta. No sé muy bien cómo explicarlo pero hace unos meses te notaba rara, como perdida. Ahora te pasas el día cantando por toda la casa y te veo feliz. Y creo que es por ella, porque cuando te veo con Britney pareces... más llena de vida. Nunca te había visto así con nadie.
No dije nada, me había dejado sin palabras. No esperaba tener aún esa conversación con nadie de mi familia.
- ¿Y te parece bien? - pregunté después - ¿te parece bien que estemos juntas?
- ¡Ey Amy! Eres mi hermanita pequeña y quiero que seas feliz. No te voy a mentir, me sorprendió bastante cuando me di cuenta, pero es como tenerte de vuelta después de esos meses en que realmente parecías otra. Te veo contenta y eso es lo único que quiero.
La abracé. Era lo que necesitaba oír, que estaría a mi lado, que me veía feliz y que eso es lo único que le importaba. Necesitaba el apoyo de mi familia y ella estuvo allí, como hermana mayor, como amiga. Nunca, nunca, llegaré a agradecerle lo suficiente que tuviéramos aquella conversación. Fue como el principio de un largo camino que sabía que tenía y quería recorrer.
- ¿Cuándo se lo dirás a mamá? - me preguntó de pronto.
- No lo sé... Es difícil decirle a tu madre que eres lesbiana.
- Pero deberías hacerlo, Amy.
- Ya, ¿pero cómo le dices a alguien que te conoce de toda la vida que no eres quien cree que eres?
- ¿Y cómo mientes a alguien que te conoce de toda la vida fingiendo ser quien no eres?
Tenía razón, tarde o temprano tendría que decírselo, era mi madre y no podía fingir con ella aparentando ser otra persona. Quería que me quisiera por quién soy y no por quien ella quiere que sea. ¿Pero cómo decirlo?¿Cómo empezar esa conversación?¿Cuándo? Me puse a pensarlo y me di cuenta de que no importaba cuándo o dónde, tenía que decírselo, porque por mucho que esperara nunca habría un momento o un lugar perfecto para decirle a tu madre que tu vida ha cambiado para siempre. Nunca habría un momento perfecto para decirle que era lesbiana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario