martes, 2 de febrero de 2010

CAPÍTULO 7 (PARTE 1)

SEPTIEMBRE DE 2008:

Un par de días antes de que empezaran las clases decidí que tal vez ya era el momento de comprarme una mochila nueva, sobre todo teniendo en cuenta que la que había usado el año anterior estaba rota.
Desde el día de mi cumpleaños había quedado varias veces con Britney y habíamos decidido que íbamos a tomarnos nuestra relación poco a poco, sobre todo hasta que yo estuviera preparada para hablar con mis padres. Como mis hermanos, Miguel y Naira, también iban a nuestro instituto (Naira tendría que empezar la universidad ese año pero repitió curso) y además Pontevedra es una ciudad en la que las noticias vuelan no quería que se enteraran por otra persona de que Britney era mi novia.
Después de acompañarme a comprar una mochila Britney me invitó a ir a su casa para ver la habitación ya, por fin, terminada. Le había quedado increíble. En realidad solo había cambiado una cosa, pero era realmente llamativo y merecía la pena que me hubiera llevado para verlo: en el techo había pintado esparcidas para que no quedara agobiante estrellas con el borde violeta; eran de un material especial que había comprado en EEUU y brillaban en la oscuridad. Era realmente alucinante. Apagó la luz y para que pudiera verlo bien cerró la persiana. Nos tumbamos en la cama. Estuvimos allí un montón de tiempo, mirando las estrellas que Britney había dibujado a mano y hablando.
- ¿Sabes? - dijo cogiéndome la mano - Eso es algo que no me gusta de aquí. En Pontevedra pocas noches se ven las estrellas. Y cuando se ven son solo cinco o seis.
- Ya.
- En mi casa solía salir al porche de noche a dibujar y miraba las estrellas. ¡Jo, quiero llevarte a mi casa! ¡Quiero enseñártelo todo! ¡Quiero pasear contigo por allí, ir al muelle, a la cancha del río! ¡Quiero tenerte en mi habitación!
- Bueno... al menos estoy en esta ¿no?
- Sí y ojalá no te fueras nunca, pero realmente me gustaría estar contigo en Willmington y ver las estrellas.
Suspiró.
- ¡"Fuck"! - dijo en un susurro.
- Echas de menos estar allí ¿verdad?
- Sí. A ver... me gusta vivir aquí, me gusta tenerte en el piso de arriba y Pontevedra es bonita.
- Si tú lo dices...
- Sí, de verdad. Es solo que aquella es mi casa ¿entiendes? Siempre he vivido allí. Y simplemente me gustaría que estuviera más cerca para poder ir de vez en cuando. Pero bueno, es lo que hay...
Le pasé un brazo por encima del estómago para abrazarla y me puse de lado, con la cabeza apoyada en su hombro. No sabía muy bien que decirle para reconfortarla. Así que dije lo único que, aunque parezca una tontería, me habría ayudado si hubiera estado yo en la misma situación:
- Ya sé que a lo mejor no es la situación perfecta y puede que no sea suficiente, pero quiero que sepas que me tienes a mí. Estoy aquí y no me iré a ninguna parte.
Cogió suavemente mi barbilla para acercarla a sus labios y me besó. Después estuvimos unos quince o veinte minutos en silencio, solamente pensando, mirando las estrellas artificiales abrazadas.
- ¿Puedo preguntarte algo? - dije yo rompiendo el silencio.
- Lo que quieras.
- ¿Cómo supiste que eras lesbiana?
Me miró con cara de sorpresa.
- Buena pregunta - dijo medio riéndose - Empecé a sentir algo por una chica y no sé, poco a poco la cosa fue a más.
- Cuéntamelo. ¿Quién era la chica? ¿qué pasó?
- Yo había quedado con mi mejor amiga y su novio me había traído a un amigo; una especie de cita a ciegas. El tipo resultó ser un capullo, la verdad es que no se parecía en nada al novio de mi amiga, no sé ni por qué eran amigos... Total que el tío, Matt, empezó a tontear con otras delante de mis narices. Al final al novio de mi amiga le llamaron porque había tenido un accidente su padre y se fue. Mi amiga quiso acompañarlo, como es lógico, así que me quedé con Matt. Intentó entrarme a pesar de que no habíamos hablado prácticamente en toda la noche y yo lo aparté así que se fue con otra con la que llevaba tonteando un buen rato.
- ¡Que capullo!

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