lunes, 1 de febrero de 2010

CAPÍTULO 6 (PARTE 1)

Desperté a la mañana siguiente con la débil luz que entraba por las persianas medio bajadas de mi habitación. Abrí los ojos lentamente y me di cuenta de que no estaba mirando hacia la pared (que era la posición en la que me había dormido) sino hacia en el otro lado. Por un momento estuve realmente confundida e incluso llegué a pensar que me lo había imaginado todo; que había sido un magnífico (y largo) sueño del que ahora despertaba. Cuando esa idea pasó por mi mente durante un instante, me dolió muchísimo; no quería que solo fuera un sueño. Sabía que, en parte, debería sentirme aliviada si todo lo de aquella noche no hubiera pasado porque había descubierto algo de mí que no conocía y que me asustaba, me había empezado a gustar una chica. Y cuando Britney me contó por lo que había pasado ella, lo de decírselo a sus padres y amigos, supe que algún día posiblemente yo iba a tener que hacer lo mismo y que aquello, para bien o para mal cambiaría mi vida. Pero por extraño que pueda parecer ni siquiera sentí ese alivio. Solo deseaba que Britney fuera real. Y fue entonces cuando comprendí que lo que mi subconsciente me estaba diciendo con aquel extraño despertar era que Britney me gustaba de una forma especial, distinta a como me habían gustado todos los tíos con los que había salido y que daba igual las posibles consecuencias de ese hecho; iba a luchar hasta el final por estar con Britney.
Tras ese breve instante de confusión debido a que estaba recién despertada y es probable que también debido a la resaca, noté que el brazo de Britney rodeaba mi cintura. Escuché su respiración acompasada; parecía dormida. Me giré despacio, intentando no despertarla, hasta quedar frente a frente. La observé durante unos cinco minutos sin atreverme a despertarla; estaba preciosa cuando dormía. Después empecé a acariciarle la cara y a darle besos por el brazo y los hombros hasta que despertó.
- Hmmmm. Buenos días - susurró con una sonrisa en la cara a pesar de que parecía cansada.
- Buenos días.
Nos quedamos un tiempo en silencio, mirándonos. Era uno de esos momentos que no quieres que acaben, uno que sabes que no vas a olvidar, un momento prácticamente mágico.
Pero claro...siempre tiene que venir alguien a joderte el momento.
Vero entró en la habitación como un torbellino y sin llamar antes. Britney y yo nos sobresaltamos y nos incorporamos en la cama.
- ¡Mierda! Perdón... - dijo Vero rápidamente. Estaba muy sorprendida de que estuviéramos en la misma cama.
- Vero ¡joder! Llama al menos ¿no?
- ¡Ya! Perdón.
- No pasa nada - dije levantándome. La situación ya era bastante rara como para que yo me quedara allí tumbada con Britney mientras Vero hablaba - ¿Qué querías?
- Es que me duele un montón la cabeza y no encuentro las aspirinas - no pude evitar reírme - Además ya son las doce y siempre te despierto a esta hora.
Eso era cierto. Siempre que se quedaba a dormir conmigo ella se despertaba antes y a las doce o así me avisaba.
- Vamos a por las aspirinas anda - le dije saliendo de la habitación.
En la cocina, mientras yo cogía la caja donde guardaba mi madre todos los medicamentos sentía su mirada clavándoseme en la espalda. Cogí el paquete, me giré y se lo di. Ella no dejó de mirarme.
- ¿Qué? - le dije finalmente.
- ¿Cómo que qué? ¿Lo habéis hecho ya?
- ¡No!
- ¿Seguro?
- Piensa lo que quieras... es demasiado temprano para discutir...
- Te creo - dijo con cierta resignación.
- Solo faltaba...
Cuando Vero cogía un vaso de agua para tomar más fácilmente la aspirina Britney entró ya vestida con su ropa.
- Te he dejado el pijama encima de la cama.
- Ok.
Se quedó mirándome un rato apoyada en el marco de la puerta. Yo tampoco apartaba los ojos de ella. Y Vero parecía observarnos a las dos, tal vez intentando saber si era cierto que no nos habíamos acostado.
Britney se acercó.
- Tengo que estar en casa cuando llame mi hermana así que mejor voy bajando.
Asentí. No quería que se fuera pero sabía que tenía que hacerlo. Al principio creí que se iba a ir sin más o tal vez dándome un beso en la mejilla o un abrazo. Pero me di cuenta de que ese no era su estilo. A ella le daba igual que Vero estuviera delante, si quería besarme lo haría y a mí me pasaba lo mismo.
Me agarró por la cintura.
- Gracias por ser como un sueño - me susurró al oído.
Y para despedirse me besó.
- Hasta luego Vero.
- Chao - dijo Vero todavía algo sorprendida.
En cuanto la puerta se cerró Vero me dijo:
- Cuéntame ahora mismo todo lo que pasó anoche porque casi no me acuerdo de nada. ¡Y con todos los detalles!
Y mientras desayunábamos a base de tostadas y zumo le narré la noche anterior.

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