lunes, 25 de enero de 2010

CAPÍTULO 5 (PARTE 3)

- Por eso te hiciste el tatuaje...
- Sí. No quería olvidar la suerte que tuve de tener una familia que me apoyara. El tatuaje es como un agradecimiento y a la vez, como un símbolo de que siempre los llevo conmigo, de que estamos unidos.
- Me parece precioso. Aún más que antes.
Se secó las lágrimas y me abrazó.
- Siento haberme puesto tan ñoña.
- ¡Shhh! No digas tonterías. Me encanta que me lo hayas contado.
Sin apartar sus ojos de los míos se acercó más a mí, cuando estábamos muy cerca los cerró y me besó. Mientras sus labios y su lengua se perdían en mi boca de forma sensual, con una mano empezó a acariciarme el cuello. Fue un beso largo e intenso. Nos apartamos al cabo de unos minutos para tomar aliento. Britney tenía el poder de hacer que cuando me besaba me olvidara del resto del mundo, incluso de mis propios pensamientos. Y eso me encantaba porque por lo general soy una persona poco impulsiva y le doy muchas vueltas a todo. Con ella, simplemente, la atracción y las ganas de tenerla cerca eran demasiado fuertes, me daba igual lo que me dijera mi cabeza o las futuras consecuencias de empezar a salir con una chica. En ese momento solo existíamos ella y yo.
- ¿Sabes qué? - me dijo mientras se tumbaba apoyando la cabeza en mis piernas.
- Dime.
- Cuando nos vimos por primera vez, en el portal.
- Sí.
- Cuando te fuiste hacia el ascensor y yo salí a la calle pensé: creo que me va a encantar vivir aquí.
Me reí; mientras empecé a acariciarle el cuello, la cara y a jugar con su pelo.
- Y aunque suene raro - prosiguió - o incluso dé un poco de miedo lo cierto es que en ese momento ya quería conocerte, de alguna forma ya me gustabas. Ya sé que aún no sabía nada de ti, pero sentía una conexión extraña, no sé si me explico. Igual te parece que estoy loca...
- No me faltaría razón si lo pensara porque parece de locos, pero te entiendo, yo también sentí eso. De hecho, cuando iba en el ascensor una parte de mí me decía: vuelve abajo.
- Somos raras.
- Puede. Pero si ser raro es sentir esto, me encanta serlo.
Sonrió y me cogió por el cuello suavemente empujándome hacia abajo para que volviera a besarla.
Estuvimos un buen rato hablando. Hasta que ambas empezamos a tener sueño. Me levanté para ir a beber agua y cuando volví me tumbé en mi cama. Ella se metió dentro de la suya para taparse con la sábana. Se giró para poder mirarme y yo hice lo mismo. Y me di cuenta de que me iba a costar muchísimo dormirme teniéndola tan cerca pero sin poder tocarla. Quería dormir abrazada a ella y despertarme a su lado.
Sin levantarme de la cama estiré la mano y ella me la cogió. A medida que acariciaba su mano mientras la miraba las ganas de dormir con ella se multiplicaban; pero no me atrevía a decírselo porque supuse que creería que quería hacerlo con ella. Y, definitivamente, yo no estaba preparada para eso. Era virgen y aunque me gustaba mucho, lo cierto es que apenas conocía a Britney. Y además hasta que la conocí nunca me había planteado de verdad estar con una chica, mucho menos hacerlo con una chica. Necesitaba pensar en todo lo que me estaba pasando y en cómo me sentía antes de hacer algo tan definitivo como perder la virginidad.
Por suerte no tuve que decir nada porque fue ella la que dio el primer paso.
- Ven.
- ¿Qué...? - le dije.
- Duerme conmigo.
La miré con cara de duda.
- Solo dormir - insistió - Quiero abrazarte.
Me levanté de la cama y me hizo un hueco en la suya.
- Hoy ha sido una de las mejores noches de mi vida - lo dije sinceramente.
- Y de la mía.
Me besó la mano, la muñeca, el brazo, apartó un poco la camiseta para seguir por el hombro y me mordió suavemente el cuello.
- Mmmm ... mejor paro que si no no voy a poder cumplir mi promesa de solo dormir.
Sonreí y la besé en el cuello echándole hacia atrás el pelo.
- Buenas noches, Amy - me susurró al oído.
- Buenas noches.
Se giró hacia la pared cogiendo mi mano y poniendo así mi brazo alrededor de su cuerpo. Me acerqué un poco más a ella hasta estar totalmente juntas. Había dormido alguna vez con alguien en la misma cama pero nunca lo había hecho abrazada a nadie. Cerré los ojos y dejé que su olor me envolviera; su pelo rozando mi cara, su mano cerrada en la mía, su piel... No sé cuando me quedé dormida exactamente, pero recuerdo haber estado despierta, mirándola, durante mucho tiempo.
Sin duda y como le dije a ella, fue una de las mejores noches de mi vida.

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