martes, 19 de enero de 2010

CAPÍTULO 4 (PARTE 1)

Una hora más tarde nos despedimos de Vero que se fue hacia su casa, la cual estaba en la dirección opuesta a la nuestra.
En mi cabeza aún seguía el asunto de Jesse. Pero, definitivamente, no iba a sacar el tema.
Britney interrumpió mis pensamientos:
- ¿Y cuánto tiempo estuviste con Diego?
- Cinco meses.
- ¡Guau! Es bastante.
- Sí...supongo - le sonreí dándole a entender que tampoco era para tanto - Para mí no es tan importante el tiempo que estás con alguien, sino el tipo de relación que tengas. Es decir, puedes estar dos meses con una persona y no sentir nada especial y ni si quiera llegar a conocerla; y en cambio puedes enamorarte de alguien en una semana. ¿Qué relación es más real de las dos?
Asintió.
- Entiendo lo que quieres decir.
Esperó un poco y me preguntó por qué lo habíamos dejado Diego y yo. No sabía muy bien qué contestarle porque la verdad es que no era una pregunta que me resultara fácil responder.
- No lo sé...
Otro silencio en el que ella esperó a que organizara las ideas en mi cerebro.
- Creo que...no estaba realmente enamorada de él. Lo veía más como un amigo. No sé si me explico...
- Sí. No era... ¿Cómo decirlo? ...¿amor con mayúsculas?
- Exacto. Supongo que aún espero algo más del amor. Ya sabes...mariposas en el estómago, un escalofrío al rozar su piel, noches hablando hasta las tantas, fuegos artificiales etc.
Me sonrió dulcemente. Paramos un segundo porque el semáforo estaba en rojo.
- ¿Y tú por qué lo dejaste con Jesse?
- Tampoco había fuegos artificiales. Era una relación más bien física para ser sincera.
Seguimos hablando de camino a casa. Me contó que su madre era española y que por eso ella hablaba tan bien castellano. Me habló de Wilmington y de su vida allí.
- Por lo que vi en "Dawson crece" y en "One tree hill" el sitio es precioso - le comenté. Y no lo hice para quedar bien. De verdad era precioso.
- Sí, es acogedor ¿sabes? Es pequeño pero eso hace que te sientas como en casa. No agobia tanto como las grandes ciudades de Estados Unidos.
- ¿Cómo lo definirías? Con una palabra.
- Es... romántico.
Tardé un poco antes de añadir en voz baja.
- Me encantaría ir algún día.
- Yo te llevaré algún día - lo dijo de una forma dulce y a la vez convincente.
- ¿Lo prometes? - dije sonriendo.
- Prometido.
La miré. Llevaba el pelo algo más ondulado que la primera vez que la vi; también así le quedaba bien. En realidad cualquiera diría que era difícil que a aquella chica le quedara mal algo. Soplaba un poco de viento y puso su flequillo, que le caía de lado sobre la cara, detrás de la oreja; pero no lo tenía lo suficientemente largo como para que se lo agarrase. Más tarde descubriría que ese era un gesto que hacía continuamente cuando estaba nerviosa.
- Me alegro de haberte encontrado hoy - dijo de repente.
- Y yo.
No sabía si decirlo, pero al final me decidí.
- ¿Te apetecería quedar otro día?
- Claro. ¿Me das tu móvil?
Llegamos al portal y nos metimos en el ascensor. Mientras intercambiábamos los números el ascensor se cerró haciendo un movimiento brusco que provocó que Britney, una vez más, callera sobre mí, quedando ambas muy cerca. Instintivamente la agarré para que no se hiciera daño. Luego apoye la espalda en la pared del ascensor.
- Esto es otra señal ¿no? - dijo con una sonrisa traviesa.
- ¿Ah sí? ¿Y qué significa?
Seguía con esa mirada pilla en la cara.
- No lo sé, dímelo tú.
Nos quedamos en silencio, mirándonos y aún juntas a pesar de que el movimiento del ascensor había sido hace ya un rato.
Se acercó aún más y me dio un beso en la mejilla.
- Buenas noches Amy - dijo saliendo del ascensor.
A pesar de que yo estaba algo paralizada conseguí decir justo a tiempo.
- Buenas noches.
Las puertas del ascensor se cerraron.

En cuanto llegué a casa me tumbé en la cama. Ni si quiera me cambié de ropa porque sabía que aún no iba a dormirme. Eran las diez y, por lo general, a mí me costaba mucho coger el sueño y solía dormirme a las tantas de la madrugada. Era un problema que tenía desde pequeña pero es posible que durante la adolescencia hubiese empeorado más.
Simplemente me quedé allí, pensando.
Hasta que sonó el teléfono. Estiré la mano y lo cogí sin levantarme.

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