viernes, 23 de abril de 2010

CAPÍTULO 17 (PARTE 1)

Cuando volví a casa tras el paseo con Britney no fui capaz de dormir durante mucho tiempo. Pensé en la discusión con ella; en su gran miedo, que por fin me había expresado, a que las cosas no salieran bien; pensé en Vero y en la rara conversación que tuvimos esa noche por teléfono. ¿De qué quería hablar al día siguiente? ¿Por qué sonaba tan rara?
Entendía que pudiera estar cabreada por la reacción de Britney pero no era solo eso, sabía que pasaba algo más. No sé por qué pero estaba segura de que había algo más. Simplemente lo sabía.
Estaba deseando que la noche pasara para poder hablar con ella, para que llegara la hora a la que habíamos quedado. Estaba tan intranquila que estuve varias veces a punto de llamarla. Pero no lo hice; pensé: “tranquila, es solo una noche. Mañana sabrás que le pasa, la verás.” Pero no sucedió. Al día siguiente, finalmente, no nos vimos y no pudimos mantener esa conversación.
Su abuela, que vivía fuera, se había puesto mala la noche anterior y su madre tenía que ir a verla, su padre no estaba en Pontevedra porque se había ido de viaje de negocios y por lo tanto Vero tenía que irse con su madre. Me lo contó en un sms, ni si quiera llegué a oír su voz para saber cómo estaba, si seguía igual de extraña que la noche anterior. Busqué respuestas en la pantalla del móvil pero el sms era corto, no decía nada más que esto: Amy no puedo quedar, mi abuela está mala y tengo que ir con mi madre. Te llamo cuando pueda. Besos.
La llamé pero me saltó el contestador.
Me desesperé un poco al no poder hablar con ella pero al mismo tiempo me rendí; cuando volviera, si aún quería, podríamos tener aquella conversación.
Llamé a Britney al día siguiente para ver si quería que la acompañara a su primera sesión de quimio pero me dijo que prefería ir con sus padres, al menos al principio, y la entendí perfectamente.
- Te llamo cuando salga ¿ok?
- Vale.
- Te quiero, Amy.
- Y yo a ti. Todo saldrá bien.
- Eso espero.
Y yo. No lo dije, no quería transmitirle inseguridad o que tuviera miedo que con el que tenía yo ya nos llegaba y nos sobraba a las dos.
Al día siguiente estuve supernerviosa hasta que me llamó.
- ¿Cómo estás?
- Un poco cansada supongo. Aunque todavía no siento demasiado los efectos.
- ¿Acabas de salir?
- Hace una hora, pero mis padres se empeñaron en que me quedara en casa descansando un poco antes de llamarte. Dicen que es mejor que no salgamos, que además hace un tiempo horrible.
- Me parece lógico. ¿Quieres venir a casa?
- Subo en cinco minutos.
Incluso antes de que pasaran los cinco minutos el timbre de casa sonó. Me abrazó en cuanto abrí la puerta. Y todos los nervios de la noche anterior y de todo el día, desaparecieron. Sabía que esa sensación de que nada podría ir mal en el mundo duraría el tiempo que Brit estuviera conmigo y que en cuanto saliera por la puerta volvería a estar histérica y muerta de miedo, volvería a poner los pies en la tierra. Cada vez que ella tuviera una sesión de quimio o que yo escuchara en algún lado la palabra cáncer sé que lo iba a pasar mal y tal vez hasta aquel instante no me había mentalizado.
- ¿Estamos solas? – dijo cuando llegamos a mi habitación.
Asentí. Y fue como una señal para ella. Se quitó la cazadora y me empujó contra la pared besándome con pasión. Se apretó contra mí, mientras sus labios recorrían mi cuello, mi oreja. Justo cuando tuve la intención de volver a decir algo volvió a besarme en la boca para no dejarme hablar, acarició mis labios con la lengua.
- ¿No se supone que deberías descansar? – susurré en cuanto me dejó y con la respiración entrecortada.
- No quiero descansar - se apartó un poco y se quitó la camiseta, alborotando su pelo rubio que incluso en la penumbra de mi habitación parecía brillar.
- Pero tus padres dijeron…
Volvió a besarme. Con una mano me agarraba dulcemente el cuello atrayéndome hacia ella y con la otra empezó a acariciarme el vientre justo en el borde de la camiseta.
Emití un gemido. Me gustaría decir que fue en señal de protesta o de enfado pero fue puramente por placer.
Acercando la boca a mis labios me susurró:
- No quiero descansar. Lo que me hace olvidarme de todo es esto, estar contigo. No quiero pensar cielo, solo quiero relajarme. Quiero volver a hacerlo contigo. Quiero hacerte el amor todos los días de mi vida – Me quitó la camiseta sin que yo me resistiera – y esa vida empieza hoy.
Ahora fui yo la que no aguantó más. La besé llevándola hacia la pared de enfrente. Le desabroché el sujetador y cuando ella quiso hacer lo mismo le agarré por la muñeca, inmovilizando el brazo, levantado, contra la pared. Poco a poco le abrí el primer botón del pantalón, sin apartar los ojos de los de ella.
Se mordió el labio inferior, señal que en aquella época yo ya sabía que significaba que estaba disfrutando.
-Te amo – dije apartándome un poco.
Nos tumbamos en la cama. Recorrió mi cuerpo con sus manos apoyándose sobre mí. Nos quitamos mutuamente la poca ropa que nos quedaba. E hicimos el amor.
Tengo grabadas en la memoria todas las veces que lo he hecho con Britney. Pero recuerdo que aquella tarde en especial la noté un poco distinta, como si estuviera más falta de cariño que nunca, como si el miedo y la ansiedad la estuvieran consumiendo y solo fuera capaz de apagarlos cuando estaba conmigo.

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