miércoles, 2 de junio de 2010

CAPÍTULO 24 (PARTE 2)

La llevé al parque más grande de nuestra ciudad, que tampoco es que fuera muy grande, pero era lo que había.
- Vale, ya estamos – dije una vez allí, mientras seguíamos caminando entre los árboles.
- ¿Ya estamos?
- Sí. Es aquí.
- ¿Y cuál es tu idea? ¿Qué querías enseñarme?
- ¿No lo ves? Mira a tu alrededor.
Se giró brevemente pero bastante confusa.
- Yo lo veo todo como siempre.
- ¿En serio? – Intenté hacerme la loca - ¿De verdad no lo ves Brit?
- ¿El qué?
- Todo.
Cogí suavemente su mano para apuntar con ambas manos juntas al horizonte.
- ¿No ves aquellos rascacielos enormes a lo lejos; brillantes, imponentes, sobrecogedores? – Apunté a propósito a un sitio en el que no se veía nada más que el cielo - ¿No ves a toda esta gran cantidad de gente paseando? – Me giré haciendo un gesto con los brazos; estábamos completamente solas - ¿No oyes a los músicos tocando a lo lejos, a los perros ladrando? ¿No oyes los murmullos de las conversaciones de la gente?
Soltó mi mano con una expresión medio sorprendida medio asustada. Me hizo gracia que mi actitud la estuviera desconcertando.
- ¿No ves estos árboles enormes? – proseguí – Éstos que salen en muchas películas; cuando el protagonista deportivo sale a hacer ejercicio, cuando la chica guapa pero con poco dinero pasea por aquí a los perros de otros y casualmente se encuentra al amor de su vida, cuando el típico niño rico recién salido del Upper East Side decide venir aquí a fumar un poco de hierba con sus amigos.
Al ver que seguía en silencio y con una expresión de diversión continué.
- Dime la verdad, ¿no ves esos lagos enormes, esas preciosas fuentes siempre en funcionamiento…? ¿No ves la pista de hielo, aún funcionando a pesar de que estamos ya empezando marzo?... ¿Aún no sabes dónde estamos? ¿En qué parque, de qué ciudad, de qué país?
- Estás loca – dijo riendo.
- Oh… ¿Me habré traído a este viaje a mi amante en vez de a mi novia?
- Idiota – me pegó suavemente sin dejar de sonreír – Sí, lo sé, Central Park, Nueva York, Estados Unidos.
- Menos mal… creí que habías perdido el avión.
Negó con la cabeza al aire como indicando que yo estaba completamente loca, pero me abrazó dos segundos después.
- Sé que es una tontería – susurré en su oído sin separarme de ella – y que algún día iré contigo realmente a todos esos sitios de tu mural, incluido Central Park, pero quería hacerte sentir durante un instante que ya estábamos allí, lejos de las preocupaciones, lejos de todo. Disfrutando de un sitio precioso.
Me besó entrelazando su mano con mi pelo.
- ¿Cómo se puede ser tan idiota y tan romántica a la vez? – dijo tras separarnos.
- Soy así… A lo mejor tenías que haberte fijado en otra chica más cuerda, más sensata, más realista o menos impulsiva.
- Me gusta que seas tú. Y me gusta haberme fijado en ti. Y ahora – dijo cambiando de tema y de tono de voz - ¿Seguimos nuestro viaje por el mundo?
- Claro. Aún quiero enseñarte otro sitio antes de que dejemos Nueva York.


Dimos la vuelta a la esquina y me paré.
- Aquí estamos – dije con los brazos abiertos abarcando la calle que estaba ante nosotras – Atenta a esta calle enorme, llena de teatros con grandes entradas y puertas. Estamos rodeadas de gente caminando, de taxis amarillos en la carretera…
Seguimos caminando.
- Mira – dije señalando sobre nosotras – son los grandes carteles de neón, luminosos, que anuncian el nombre de los espectáculos.
Justo en ese momento llegamos a la altura de dos cines antiguos, uno en cada calle, abandonados. En una de las cristaleras en las que antaño lucían los carteles del último gran éxito, ahora solo reposaba un viejo cartel, consumido y desgastado por el tiempo, de una película estrenada hace años.
- Es la calle del talento – proseguí – la calle del teatro, de los musicales, del espectáculo, de la magia ¿de?
- Broadway – dijo sonriendo y siguiéndome el juego.
- Eeeexacto.
Me cogió la mano y seguimos paseando un rato más por Broadway, admirando el lujo de una de las calles más famosas de Manhattan, pensando en la cantidad de talento que había pasado por allí, en que personas como James Dean, Katharine Hepburn, Orson Welles o Grace Kelly habían estado en ese mismo espacio en el que ahora nos encontrábamos, en esa calle que hace esquina con la 7ª avenida en Times Square, en uno de los mayores símbolos de Manhattan. Mientras, yo seguía pensando en nuestro próximo destino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario