viernes, 20 de agosto de 2010

CAPÍTULO 29

Estaba sentada en el banco en el que había quedado con Britney dentro de diez minutos. Por delante de mí pasó una pareja bastante joven con un niño de unos dos años, al que probablemente llevaban a jugar a los columpios que había en ese mismo parque. Me quedé observándoles un rato, sin poder evitarlo. Parecían felices; ellos y el niño. Había cierta complicidad entre los tres, cierta conexión que no se da en todas las familias, sino tan solo en aquellas que están realmente unidas. Y sin pensarlo la pregunta vino a mi mente como llegada de la nada: ¿tendríamos Britney y yo algún día una familia así? ¿Seríamos alguna vez las protagonistas de aquella escena?
Y en ese momento me sentí un poco como Forrest Gump en su banco de madera esperando al autobús. Entre el pasado y el futuro más inmediato. Rebobinando su historia mentalmente, contándosela al que quisiera escucharla pero, al mismo tiempo, consciente de su momento actual y preparado para afrontar lo que esté por llegar.
Me acordé entonces de una frase de esa película: “Mi mamá siempre decía que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar.” Y es cierto. No tenía ni idea de qué iba a pasar con mi vida. ¿Qué iba a estudiar en la universidad? ¿Cómo viviría yo dentro de diez o veinte años? ¿A que me dedicaría? ¿Tendría familia? ¿Qué tenía que contarme hoy Britney? ¿Superaríamos esta fase? ¿Lo dejaríamos definitivamente? ¿Saldría alguna vez con una chica que no fuera ella? ¿Volvería a amar a alguien que no fuera ella? ¿Dejaría de amar a Britney algún día? ¿Estaríamos juntas años más tarde en ese mismo banco y felices?
El sol caía ocultándose poco a poco a lo lejos, proporcionando esa luz anaranjada tan característica del atardecer. La vi bajar las escaleras del parque con unos vaqueros y un largo jersey gris. Los últimos rayos de sol del día brillaban sobre las hojas de los árboles, creando extraños reflejos que resaltaban su pelo rubio. Era absolutamente preciosa.
¿A quién pretendía engañar? Yo no quería estar sin ella; no imaginaba un futuro separadas. Y, una vez más, supe que, al igual que Forrest, yo no tenía que quedarme en ese banco eternamente, supe que no tenía por qué seguir esperando al autobús, que podía levantarme y correr como él hacia donde quería ir. Y justo en ese momento tomé mi decisión: dijera lo que dijese Britney, yo iba a seguir luchando por ella.

2 comentarios:

  1. Ooohh que bonito!!! :)

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  2. perfectooooo esto es una historia y no la de romeo y julieta jajaja
    un besetee cielooo (L)

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