martes, 27 de julio de 2010

CAPÍTULO 27 (PARTE 3)

38 horas antes:
La película había acabado y Vero se marchaba ya a su casa así que la acompañé hasta la puerta.
- ¿Estás bien Amy? – dijo girándose en el umbral.
- No mucho.
- ¿Problemas con Britney?
- Sí, pero no me apetece hablar de ello ahora, de verdad.
- Vale.
- Cuando lo haya procesado o entendido mejor te llamo.
- Ven aquí.
Me abrazó debajo de la puerta. Metí las manos dentro de su abrigo para rodearle la espalda y hundí el rostro en su cuello. Sentí que al menos alguien estaba intentando estar ahí para mí.
- Quédate – le susurré.
- ¿Qué?
- Quédate a dormir.
- No puedo, no avisé en casa ni nada.
- Es verdad, vale.
- Lo siento – dijo volviendo a abrazarme – Sabes que me quedaría todos los días si pudiera. Pero si quieres ven mañana a casa. Mis padres tienen una boda en León y se quedan a dormir allí.
- Vale.
Me despedí de ella prometiendo que hablaríamos a la mañana siguiente, sábado.

27 horas antes:
Me había despertado temprano esa mañana, a pesar de que aún seguía algo cansada. Llamé a Vero para explicarle lo que pasaba con Britney y se quedó tan sorprendida como yo. Tampoco se creía que de la noche a la mañana sus sentimientos hubieran podido cambiar tanto. Pero me aconsejó que intentara hablar con ella una vez más, que intentara demostrarle por enésima vez que fuera lo que fuera lo que le ocurría me tenía allí, podía contármelo sin tener que inventarse esas cosas, sin tener que apartarme de ella.
Durante esa mañana, intentando estudiar, lo único que fui capaz de hacer es recordar un montón de momentos y frases compartidas con Brit y que ahora, simplemente, no encajaban con aquello: un día, mientras veíamos una película en la que aparecía una boda, ella diciéndome que la nuestra sería mucho más bonita; ella grabando nuestros nombres en un puente; ella hablando sobre cómo serían nuestros hijos; apuntando en el calendario de su ordenador el día en el que haríamos cinco años, decorando mentalmente nuestra casa… sonriendo, llorando, planeando, soñando… pero siempre juntas, siempre pensando que nuestra relación iba continuar en el tiempo. Nunca la oí plantearse la posibilidad de que eso no fuera a ser así. Nunca utilizaba el singular cuando hablaba de futuro; éramos una y el plural impregnaba esa supuesta visión. Y aunque solo fuera por eso, aquella situación y su comportamiento no encajaban.

21 horas antes:
Hacia las cinco de la tarde me vestí para bajar a casa de Britney a intentar hablar con ella. No quería mostrarme débil o resultar patética, pero tampoco que jugara conmigo. Y, de todas formas, ¿a quién pretendía engañar? Tal vez ella a mí ya no, pero yo aún la necesitaba, aún me sentía vacía sin ella.

20 horas antes:
Podría haber ideado mil cosas que decir o hacer para intentar que todo siguiera como antes, pero para mí en esa situación lo único sincero y que me salía de dentro era decirle lo mucho que la quería.
Podía haber imaginado mil escenas en su casa, desde que pulsé el timbre hasta que cogí el ascensor para volver a la mía, pero probablemente ninguna se habría acercado a lo que pasó en realidad.
No fueron sus ojos los que vi cuando la puerta se abrió, ni sus manos las que se posaron sobre el pomo. No era su pelo el que caía mojado sobre los hombros que yo ahora veía, ni era su cuerpo el que estaba envuelto en una toalla blanca. No era Britney. Nunca había visto a aquella chica rubia de ojos marrones; no la conocía de nada, pero parecía tener nuestra edad.
- ¿Está Britney? – dije sorprendida.
- Está en la ducha.
¿En la ducha? Aquella chica, definitivamente, acababa de salir de la ducha cuando llamé. Y Britney estaba allí. Había visto su casa por dentro y no había más de un baño. No hacía falta pensar mucho para llegar a una conclusión.
Las frases de Britney del día anterior retumbaron en mi cabeza: “necesito que lo dejemos, al menos un tiempo”, “pero nos han pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo y a lo mejor no estaba preparada para tanto”, “tal vez fingía”, “necesito tiempo para pensar y tal vez para salir con otra gente”. ..
Salir con otra gente… ¿era esa chica “otra gente”?
- Quieres pasar para esperarla – me dijo ella, aunque lo oí desde lejos, como si no fuera conmigo.
Era guapa; en ese momento, jodidamente guapa.
- No gracias.
Me giré y volví a entrar en el ascensor.
¿Era eso lo que de verdad pasaba? ¿Estaba Britney viendo ya a otra?
Mientras las puertas del ascensor se cerraban no pude evitar darme cuenta de que aquello me había destrozado.

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