martes, 12 de julio de 2011

CAPÍTULO 33 (PARTE 2)

Entré en la habitación. Pequeña, individual. Y no pude evitar sonreír al verla sonreír a ella.

Siempre he pensando que una de las cosas que más define a una persona es cómo se comporta cuando las cosas le van mal, en momentos de flaqueza, cuando el mundo parece venirse abajo y todos escapan mientras tú estás atascado, sin poder moverte. Y ahí estaba ella, sonriendo siempre. Por ello el calificativo de valiente en esa situación se le quedaba corto, por ello su forma de vivir la vida estaba tan marcada por esa falta de miedo a la hora de tomar decisiones, a la hora de arriesgarse a salir herido en su propia búsqueda de la felicidad. Pero si Britney fuera una palabra, sería “pasión”, pasión por todo lo que hacía, pasión por la vida con todo lo bueno y malo que eso conlleva. Y perderla significaba también quedarte sin esa chispa que te hacía sentir tan sumamente vivo.

Me senté al borde de la cama acariciándole una pierna por encima de las sábanas.

- Hi beautiful. – susurró.
- Ciao bella.

Y su sonrisa se hizo aún más grande.
Y de pronto lo entendí. Me había pasado tres días pensando qué decir en ese momento sin haber llegado a ninguna conclusión más que la de decir lo que sintiese en el momento. Pero ahí, ante la rapidez e inmediatez de los hechos, aunque para mí todo parecía ir a cámara lenta; comprendí, que nunca habrá palabras suficientes para esos instantes, que siempre te quedarán cosas por decir y que al mismo tiempo cualquier cosa que digas puede entenderse como una consecuencia poco sincera del momento, como un impulso no refutado; comprendí que en esos instantes en que tienes que despedirte de alguien, aunque solo sea por si acaso, eres presa del momento y al mismo tiempo eres el que lo busca, el cazador que volverá sin su presa, víctima y verdugo al mismo tiempo.

Estuve a punto de echarme a llorar ya entonces. Porque yo no era ella y mi sino no era ser valiente. Sin que dijera nada, Britney lo comprendió, y su siguiente sonrisa ya no parecía tan real, estaba difuminada por los acontecimientos, determinada por lo que podía pasar. Manteníamos una conversación silenciosa en la que, probablemente, decíamos lo mismo: te quiero. Una y otra vez.
Hasta que, de pronto, se echó a reír a carcajadas. Y me quedé totalmente confundida.

- ¿Qué pasa?
- Me acabo de acordar… ¿es mi impresión mía o ayer te caíste de la cama?
Y de pronto lo recordé todo. Y nuestras risas acompasadas sonaron en una habitación vacía, de todo, menos de vida.

Me giré medio dormida en la cama y ¡bum! El golpe contra el suelo terminó de despertarme.
- ¡Mierda!
- ¿Qué pasó? - dijo Britney asomándose al borde de la cama.
- ¿No lo ves? ¿Qué crees que pasó?- solté con un poco de ironía y con algo de mi carácter borde habitual, que sin embargo, a su lado, siempre pasaba a un segundo plano.
Se echó a reír mientras me daba la mano para ayudarme a levantarme. Me tumbé con parte de mi cuerpo sobre el suyo y apoyando la cabeza en su pecho. Me rodeó con los brazos y me abrazó aún más fuerte cuando refunfuñé por lo bajo por la caída.
- Mira que eres torpe – dijo aún riendo – Mi pequeño desastre.
Me acoché aún más sobre su cuerpo hasta que nos quedamos de nuevo dormidas.


Tras ese flashback mental los ojos se me llenaron de lágrimas, una vez más. Y entonces fue ella quien rompió el silencio.

- ¿Recuerdas esa canción de Taylor Swift que tanto me gusta? – y todo encajó, como una serie de acontecimientos unidos por el tiempo; se refería a la misma canción que llevaba desde el lunes en mi cabeza. Entonces entendí que había algo, probablemente más allá de nosotras mismas, que nos unía en cosas tan insignificantes y al mismo tiempo tan reveladoras como aquella.
- Claro.

Levantó la cabeza para mirarme a los ojos y con una voz suave pero clara me recordó su parte favorita de la canción. Pero sé que en el fondo, lo que quería era transmitirme exactamente el significado de esa letra; el significado que ahora tendría en nuestras vidas.

- “And you take a moment. Promise me this: that you’ll stand by me forever. But if God forbid fate should step in, – la voz se le quebró con esa frase – and force us into a goodbye, if you have children some day, when they point to the pictures, please, tell them my name, tell them how the crowds went wild, tell them how I hope they shine”

Una lágrima rodó por su mejilla para hacerle compañía a las que ya empapaban mi cara. Sus ojos brillaban, por las lágrimas, tal vez por el miedo, tal vez por la esperanza. Y quise que aquello pasara, quise que la vida nos diera tiempo incluso para equivocarnos, quise tener poderes y arreglarlo todo… la quise. La quise más que nunca. Me acerqué a besarla y aunque nuestros labios a penas se rozaron aquel fue el contacto físico más pleno de mi vida. Nunca sobraron tanto las palabras, incluso para una escritora.

La puerta se abrió y prácticamente no escuché a la enfermera que me decía que tenía que salir. Me quedé quieta unos segundos más, mirándola y como un robot, como si no fuera mi cuerpo, después me levanté, acaricié su pierna por encima de la sábana mientras me alejaba, aún de espaldas.

Y tras un breve momento de debilidad, antes de que me diera la vuelta, se apartó las
lágrimas con el dorso de su mano y sonrío de nuevo. Y me pareció una heroína de cuento de hadas.

“You held your head like a hero on a history book page. It was the end of a decade but the start of an age”
Cuando me alejé de aquella cama, de alguna forma, supe que gran parte de mis sueños se quedaban allí, que gran parte de lo que siempre esperé de la vida se iría con Britney a donde quiera que fuera o volvería con ella al salir de ese quirófano. Supe antes de irme que gran parte de mi propia vida ya no me pertenecía solo a mí sino a aquellos ojos verdes.

- Brit – dije girándome apoyada en el marco de la puerta - ¿qué canción susurrabas esta mañana en el baño?

Sonrió. Porque esa no es la clase de pregunta que haces cuando te estás despidiendo de alguien. Pero yo era así. Y me miró casi como si llevara toda la vida esperando esa pregunta, casi como si me dijera “y por eso te quiero”.

- “Imagine”.

Sonreí.
Crucé el umbral de la puerta, pero no miré a nadie, no veía nada, solo a Britney en mi mente, una y otra vez… un millón de momentos compartidos. Esperé fuera con sus padres y con Vero hasta que la sacaron en camilla de la habitación. Extendió la mano al pasar por nuestro lado y la cogí suavemente apoyando solo unas décimas de segundo mis labios en su frente. Y entonces cuando pensé que iba a besarme, me agarró por el cuello, me acercó a ella y me susurró al oído, de forma que solo lo escuchara yo:

“I had the time of my life fighting dragons with you”

La mire a los ojos y asentí. No tuve que decirle que yo sentía lo mismo. No tuve que decir nada que no dijera mi mirada; esa era nuestra magia.
Las enfermeras siguieron empujando la camilla y sostuve su mano todo el tiempo que pude hasta que poco a poco su piel se fue desligando de la mía, casi a cámara lenta.
Me quedé quieta mirando como la camilla se alejaba sin saber si el tiempo pasaba o se había detenido para siempre en mi reloj, mientras sus palabras se repetían como un eco en mi mente. “I had the time of my life fighting dragons with you”

La puerta del pasillo se cerró.

Y yo nunca volví a ver a Britney.

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