jueves, 23 de diciembre de 2010

CAPÍTULO 32 (PARTE 1)

LUNES
Desperté un poco antes que ella, lo que me dio tiempo, una vez más, a verla dormir. Me di cuenta de que con su mano agarraba el borde de mi camiseta; y sonreí. Le aparté un poco el pelo de la cara, pensando en lo guapa que estaba. Aquellos pequeños gestos se habían convertido en todo un ritual, repetido en cada ocasión que dormía con ella y que yo despertaba antes.
Inconscientemente me acerqué para abrazarla. Fue entonces cuando despertó. La noté cansada. Se giró apoyándose sobre un costado; mirándome.
Sentí que buscaba algo en mi mirada, en mi cara, en mi sonrisa de buenos días. Pero no supe ni pregunté el qué, tal vez porque tuve miedo de oír la respuesta.
Me agarró una mano y noté cómo temblaba y dudé de si lo hacía por frío o por miedo; pero en aquel silencio, por si acaso, me acerqué para darle calor.
Y de pronto esa canción vino a mi mente, Long live de Taylor Swift. Había llorado sin apenas darme cuenta la primera vez que escuché esa canción, sin comprender muy bien entonces a qué se debían aquellas lágrimas, porque esa canción movía ciertos sentimientos en mi interior. Y sentí una de las frases como si estuviera escrita por mí: “I said remember this moment, in the back of my mind. The time we stood with our shaking hands.” Y de alguna forma, tras pensar en esa frase noté aún más cómo temblaba.
- Buenos días mi amor – le susurré al oído. Sin abrir los ojos supe que sonreía. Y tuve la mayor sensación de calor que he tenido nunca; un calor que no tiene nada que ver con alta temperatura o deseo sexual, un calor más personal y probablemente más profundo y difícil de encontrar, aquel que solo sentirá el que haya amado de tal forma que le sea imposible describir la fuerza de ese sentimiento, aquel que sientes cuando eres consciente de que estás viviendo un momento con el que siempre habías soñado.
Mi mayor propósito en esta vida desde que la conocía era hacerla feliz, tal vez por eso me contuve, pero en aquel instante tuve ganas de levantarme y romper a llorar. Tal vez ese sentimiento vino impulsado por el recuerdo de otra de las frases de aquella canción ,que establecía una simbiosis especial entre mi situación y el significado de dicha frase: “I said remember this feeling. I passed the pictures around of all the years that we stood there on the side – lines wishing for right now.” Y como cantaba Taylor Swift repasé mentalmente todos los momentos en los que había deseado con todas mis fuerzas ser parte de algo, ser parte de un sueño.
Por eso tuve ganas de llorar. Porque fui consciente de que lo que no tenía que pensar era: “he encontrado justo a la persona a la que buscaba y la vida es tan cruel que es posible que vaya a perderla”; sino: “la vida me ha dado la oportunidad de encontrarla y debo estar siempre agradecida por haber podido vivir a su lado, por haber compartido mi amor con ella, por haber cumplido un sueño”
¿Cuánta gente se pasa la vida en busca de un sueño sin llegar nunca a alcanzarlo? ¿Cuántos viven sin saber con qué soñar?
Yo era afortunada, sabía lo que quería y, al menos por ahora, lo tenía. Siempre pensé que el mayor secreto de la felicidad es el darte cuenta de todas esas pequeñas o grandes cosas por las que eres afortunado y que a la gran mayoría de la población se le escapan.

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