martes, 27 de abril de 2010

CAPÍTULO 18 (PARTE 3)

- ¿Sabes? – dijo después de un rato – Pablo se está portando muy bien conmigo.
La miré sorprendida.
- ¿A qué viene eso?
- No sé, quería contártelo.
- Eso ya, digo que por qué se está portando bien.
- Me mandó varios mensajes para preguntarme por mi abuela y me consoló un poco el otro día cuando… Brit se puso así.
- ¿Te consoló en qué sentido?
- Mal pensada… solo hablo conmigo y me tranquilizó porque estaba bastante cabreada y como tú te habías ido con ella…
- Siento haberte dejado así.
- Da igual. Al fin y al cabo la bronca era vuestra.
- Ya, pero acabaste metida tú cuando en realidad no tenías nada que ver.
- Bueno, da igual. El caso es que estuvo majo.
Me incorporé un poco para verla mejor.
- ¿Vas a volver con él?
- No lo sé, en parte no quiero pero por otro lado…
- ¿Qué?
- Pues que me gusta tener a alguien que me de cariño, ya lo sabes.
- ¡Aish Vero! No puedes estar con alguien solo por eso, sobre todo si esa persona está enamorada de ti… por eso lo dejaste ¿recuerdas?
- Ya… pero ahora es distinto.
- ¿En qué exactamente?
- No sé, últimamente necesito más que nunca tener a alguien, tener ese cariño.
- Pero eso podemos dártelo cualquiera de nosotros… Diego o yo o incluso Britney.
- Pero no es igual.
- A no ser que estuvieras enamorada y que quieras volver por eso, yo la única diferencia que veo es que con él había sexo ¿tanta importancia le das a eso?
- ¡No es por el sexo! Buf da igual, ya no sé si quiero tener esta conversación.
- ¡Ey no! Si la empezaste será por algo así que explícate.
Estuvo un rato callada.
- Me refiero a alguien a quien pueda llamar a cualquier hora, que me abrace en cualquier parte sin importarle la gente, que me sorprenda con regalos o pequeños detalles, alguien con quien dormir abrazada…
- ¿Ya está?
- ¿Cómo que ya está?
- Es que si eso es todo no veo por qué no te basta con tus amigos o al menos conmigo. Vamos por partes: creí que ya sabías que podías llamarme a cualquier hora ¿no es así?
- Sí, solo era un ejemplo…
- Pues entonces el primer requisito lo cumplo. Bien, el segundo… no veo por qué no puedes abrazarme estemos donde estemos, de hecho lo haces. Y además ya sabes que yo hace tiempo que paso de lo que piense la gente.
- Ya – dijo pensativa.
- Pues entonces también cubro ese; en cuanto a lo de dormir con alguien es más chungo porque no vivimos juntas, pero de todas formas tampoco dormías muchas veces con Pablo, en la excursión y poco más…
- Pero algo es algo.
- Bueno pues puedes dormir conmigo mientras te quedes aquí, sigue siendo un “algo es algo”.
- ¿En serio?
- Claro, ni que fuera la primera vez…
- Ya, pero ahora tienes novia…
- Y tú antes tenías novio y dormías conmigo y antes, cuando yo estaba con Diego, también.
- ¿Y a ella no le importará?
- No creo, ¿por qué iba a importarle? Pero puedo preguntarle si te quedas más tranquila.
- Ok.
- A no ser que no quieras dormir conmigo, que también es entendible.
- Claro que quiero.
- Pues entonces ya cumplo tres requisitos. Y en cuanto al de los regalos sorpresa… - me levanté para coger mi bolso y escondí los caramelos detrás de mi espalda. Volví a tumbarme en la cama al mismo tiempo que se los enseñaba.
- ¡Amy! – dijo con cara de sorpresa y emoción. Se levantó corriendo y se tiró encima de mí, abrazándome.
- ¡Que te los cargas!
- ¡Ay perdón! - se tumbó a mi lado sin dejar de repetir que le hacía mucha ilusión y sin parar de darme las gracias.
- No hay de qué. Y eso, que cumplo con toooodos los requisitos.
- Ya lo creo…
Nos quedamos descansando un rato, una al lado de la otra, mientras abríamos la bolsa de caramelos y cogíamos uno. La miré de reojo y me fijé en que estaba sonriendo de una forma peculiar así que le pregunté qué le pasaba.
- Es que no sé cómo hacemos – dijo – pero desde hace algún tiempo siempre que hay dos camas en una habitación acabamos en una.
- Que mal sonó eso…
- ¡Pero es verdad!
- Ya…
No dije nada más ¿Qué podía decir? Era cierto, siempre que había dos camas terminábamos las dos en una, daba igual que fuera para hablar, para escuchar música, para hacer deberes, para ver la tele, para reír, para llorar o para dormir. Siempre pasaba, siempre acabábamos juntas. ¿Por qué? Era extraño. Pero no quise darle muchas vueltas así que una vez más, lo dejé pasar.
Fui a beber agua y al volver no pensé en tumbarme en la otra cama, me parecía una chorrada porque además acababa de decirle que podía dormir conmigo. Me tumbé con ella.
- ¿Entonces qué – dije después de un rato - duermes conmigo?
Asintió añadiendo:
- Si te parece bien…
- Claro que me parece bien. Eso sí, ya te aviso de que yo no tengo los fuertes brazos de Pablo para abrazarte – hice un gesto sacando músculo para que viera que no tengo – ni la tableta de chocolate, ni las piernas peludas para rozar las tuyas.
Se echó a reír y luego dijo:
- Da igual, yo te prefiero así. Es más, prefiero tu cuerpo – al ver mi “pocker face” añadió - ¡Oh, venga, ya sabes que tienes un buen cuerpo y que eres sexy! De todas formas no me refería a eso, me refería a que prefiero dormir abrazada al cuerpo suave, acogedor y dulce de una mujer que al peludo y fuerte de un tío.
- Yo también. ¿Sabes lo que necesitas de verdad? Tener, por fin, una novia. Y no esa idea de volver con Pablo, con el que ya tenías claro que no querías nada…
- Puede que tengas razón.
- Pues ya sabes, a la primera chica guapa y lesbiana que veas te lanzas.
Miró para mí y arqueó las cejas como diciendo: eres guapa y lesbiana. Así que añadí:
- Vale, a la segunda chica.

CAPÍTULO 18 (PARTE 2)

Seguimos caminando y hablando de chorradas (nos encantaba hablar de cualquier cosa) hasta que llegamos a mi casa. Subimos a dejar su maleta y volvimos a bajar para visitar a Britney.
- Espera – me dijo deteniéndome justo antes de que pulsara el timbre de la casa de mi novia.
- ¿Qué pasa?
- ¿Crees que es buena idea que yo entre?
- ¿Qué? – no entendía a que venía aquello.
- A ver… la última vez que vi a Britney estaba gritando e insinuando que estabas liada conmigo.
- Eso fue una chorrada…
- ¿De verdad lo fue?
- Estaba nerviosa por lo empezar la quimio y encontró ese sms y se montó una película en la cabeza.
Me miró con cara de duda.
- ¿Seguro que quieres que entre?
- Ven aquí – la agarré por la muñeca atrayéndola hacia mí – Tú y yo somos amigas desde hace años, eres mi mejor amiga y no sé qué haría sin ti y ella es mi novia así que… por favor, intentar llevaros bien. No le tengas en cuenta lo del otro día ¿ok?
Asintió y llamé al timbre. Me alegró que no fuera Britney la que abrió ya que eso le daba unos segundos más a Vero para tranquilizarse. La madre de Britney me dio un cariñoso abrazo en cuanto abrió la puerta; y nos indicó donde estaba su hija.
Al llegar al salón vi a mi novia al fondo, tumbada en el sofá, tapada con una manta y con signos evidentes de no encontrarse bien físicamente aunque con bastante mejor aspecto que la última vez que la había visto.
Nos sonrió y se levantó para abrazarnos, tambaleándose un poco al hacerlo. Cuando abrazó a Vero le dijo:
- Perdona lo del otro día, sé lo importante que eres para Amy… y no quiero estropear las cosas.
- No pasa nada, todos podemos tener un mal día.
- ¿Estás mejor? – le pregunté tumbándome a su lado en el sofá.
- Sí, probablemente mañana ya iré a clase.
- ¿Va a ser así todas las veces? – lo dije con un tono más serio del que quería poner, pero fue inevitable, no sé mentir.
- ¿Estás preocupada? – dijo casi burlándose de mí.
- Pues claro que estoy preocupada…
- ¡Oh, qué moooona!
Empezó a hacerme cosquillas para tomarme el pelo y yo trataba de hacer que parase, sin demasiado éxito.
- Ya veo que no estás tan mal…
Después charlamos las tres durante un rato y Britney le preguntó a Vero por su abuela así que ella le explicó la situación. Al cabo de un tiempo Brit propuso ver una peli y cuando pusimos los canales de cine estaba justo empezando “Match Point”; a pesar de que odio a Woody Allen no me quejé cuando decidieron ver esa porque sabía que a ellas les encantaban sus películas (no entiendo por qué) y porque además la protagonista era Scarlett Johansson (que además de ser una de mis actrices favoritas, me alegraría la vista).
Al acabar la película nos despedimos de Britney para dejarla descansar y volvimos a mi casa. Aún eran las 22:30. Al llegar me fui hacia la cocina porque tenía sed y Vero me siguió.
- ¿Quieres ver algo en la tele? – pregunté aunque lo cierto es que tampoco me apetecía demasiado.
- Prefiero ir a la habita.
Sonreí porque esperaba esa respuesta. Al llegar preparamos su cama mientras charlábamos.
- En momentos como éste es cuando echo de menos que mis padres estén juntos.
- ¿Por?
- Al menos tendría un sitio al que ir ¿no?
- Siempre tendrás un sitio al que ir Vero, éste. Y además con tus padres no puedes cotillear como conmigo hasta las tantas ni hablar de sexo.
- Hum… supongo que es un punto a tu favor.
Me tumbé en mi cama y ella en la de al lado.
- ¿Cómo viste a Britney? – pregunté al cabo de un rato.
- No te preocupes… si no la vas a poner más nerviosa a ella. La quimio es así, los mareos y eso son normales ¿ok?
- Vaaale. Siento hacerme pesada pero es que si le pasa algo…
- Estás muy pillada por ella ¿no?
Más que como una pregunta lo dijo como dándose cuenta de ello, como reflexionando al respecto.
- Sí…
Era tan obvio que Britney me volvía loca, que prácticamente lo era todo para mí que era una chorrada intentar negarlo cuando quien te lo preguntaba era tu mejor amiga.
Después hubo un largo silencio que no sé por qué pero me pareció extraño, como si hubiera algo en el ambiente que prefiriésemos ignorar. Al final me decidí a preguntar lo que llevaba unos días en mi cabeza.
- ¿Qué me tenías que contar?
- ¿Te refieres a lo que te dije por teléfono? Da igual, ya no tiene importancia…
- ¡Venga, llevo días pensando en ello!
- Pero ahora ya no tiene sentido hablarlo.
- El otro día dijiste que querías.
- Pero eso era otro día… ya hemos hablado de lo que pasó con Britney y hemos arreglado las cosas, ya está.
- ¿Era sobre eso?
- Sí. Pero créeme, ya no importa.
La miré intentando encontrar algún indicio sobre lo que pensaba.
- ¿Qué? Te prometo que era sobre eso, sobre cómo se puso Britney el otro día y sobre lo que dijo. Pero ya lo hemos hablado ¿no?
- Sí.
- Pues ya está. Confía en mí.
- Ok.
No me quedaba más remedio, si decía que se trataba de eso ya no había nada más que decir y si se trataba de otra cosa… no sé por qué iba Vero a mentirme. De todas formas seguía notándola rara y no quería que se sintiera mal así que lo dejé pasar y no insistí en el tema.

CAPÍTULO 18 (PARTE 1)

Britney estuvo vomitando todo lo que quedaba de tarde y aún seguía mareada cuando la acompañé a casa y esperé hasta que se tumbó en la cama.
No dormí nada esa noche, era incapaz de conciliar el sueño sabiendo que ella estaba mal. Quería estar allí abrazándola para que durmiera, haciéndole compañía, ayudándola si se encontraba mal… pero no podía y eso me cabreaba muchísimo. Sus padres me habían pedido que me quedara en mi casa esa noche para dejarla descansar, además de que desde que sabían que estábamos juntas ni ellos ni mi madre nos dejaban demasiadas veces ir a dormir a casa de la otra.
Al día siguiente por la tarde fui a buscar a Vero a la estación del tren. Mientras iba caminando por la calle pensaba en todo lo que me había pasado en los últimos meses y en especial pensaba en dos cosas concretas: en que quería ir a ver a Britney para saber si estaba mejor (esa mañana no había ido a clase) y en aquello que me había dicho Vero que tenía que contarme antes de que su abuela se pusiera mal y tuviera que marcharse precipitadamente de la ciudad.
Justo cuando pensaba en Vero pasé por delante de una nueva tienda de chucherías y vi en el escaparate un paquete de sus caramelos preferidos, unos que son como gajos de limón. Instantáneamente se me dibujó una sonrisa en la cara al pensar que aunque fuera una chorrada a ella le haría ilusión que se los comprara, así que por verla sonreír entré a por ellos.
Cuando llegué a la estación el tren aún no estaba allí. Me senté a esperar y me cerré un poco más la cazadora, ya que empezaba a tener frío. Encendí el MP4 para intentar distraerme un poco y las melodías del último single de Lady Gaga, “Bad romance”, me hicieron compañía hasta que, por fin, vi a lo lejos como el tren salía del túnel y se acercaba al andén. Lo guardé rápidamente en el bolso mientras me puse de pie, ansiosa -¿tal vez demasiado?- por ver a mi amiga.
Cuando el tren se detuvo del todo la gente empezó a bajar poco a poco. Las caras desconocidas salían del tren y se abrazaban con sus familiares, amigos o parejas, mientras que otros que viajaban juntos seguían con su conversación y aquellos que no tenían a nadie esperándolos continuaron solos su camino hacia la salida de la estación. Una multitud de caras desconocidas, pero no alcanzaba a vislumbrar la única que quería ver.
Justo cuando empezaba a creer que me había equivocado al apuntar el horario del tren en el que venía, vi a Vero descendiendo las escaleras. Inconscientemente sentí un fuerte alivio, las cosas siempre iban mejor cuando ella estaba allí.
Me vio entre la gente sin que tuviera que hacer ningún gesto y sin llamarla; se quedó quieta un instante (apenas perceptible para los demás aunque sí para mí), me miró y poco a poco, como a cámara lenta, una sonrisa se fue dibujando en su rostro. Comenzó a caminar hacia mí arrastrando su maleta, sin demasiada prisa pero tal vez más rápido de lo normal. El fuerte viento que había ese día y que en la estación se notaba el doble le agitó el pelo en el aire, como si fuera un anuncio en el que una chica va desfilando mientras un ventilador le echa pelo hacia atrás. Fue una de esas escenas que, por una razón que en ese momento no alcanzas a comprender, se te quedan grabadas para siempre en la memoria.
Cuando por fin llegó a mi lado soltó la maleta y me abrazó, colocando sus brazos alrededor de mi cuello con demasiada fuerza.
- ¡Vero que me ahogas!
Aflojó un poco su abrazo, riéndose.
- Te he echado de menos – me susurró al oído.
Cuando después de un buen rato se separó de mí, vi que tenía lágrimas en los ojos y que alguna que ya se le había escapado se perdía en sus labios, pintados de un rosa pálido, casi imperceptible.
- ¡Ey! – Ahora fui yo la que la abracé con todas mis fuerzas – Venga… que solo has estado fuera tres días. En verano te fuiste muchos más al campamento – La solté por fin.
- Ya, pero ahora es distinto…
- ¿Por qué?
- No lo sé, me siento distinta, tal vez más débil, más dependiente. Solo sé que no podría estar todos esos días sin verte.
- ¡Venga ya…! – dije en tono de broma, quitándole importancia.
- Amy – dijo agarrándome del brazo para que me girara hacia ella – Te lo juro, no sé por qué, pero no podría estar tanto tiempo sin verte.
Hubo un extraño silencio mientras caminábamos hacia la salida.
- Me he reído de ti – dije sin parar de caminar – pero la verdad es que yo tampoco podría ahora estar tanto sin verte.
Me acerqué al taxi que tenía delante, en la puerta de la estación.
- ¡Ey espera! Prefiero ir andando – dijo Vero. Yo ya había abierto la puerta.
- Supuse que estarías cansada y además hace frío.
- Da igual, prefiero caminar contigo, así tenemos más tiempo para hablar – sonrió tímidamente.
- Ok, como tú quieras… Perdone – dije hacia dentro del taxi antes de cerrar la puerta. El conductor me hizo un gesto con la mano para indicarme que no pasaba nada.
Cruzamos la calle y se agarró a mi brazo para empezar nuestro trayecto hasta mi casa, que no estaba precisamente cerca.
- ¿Qué le pasó ayer a Britney mientras hablábamos?
- Se mareó – dije desviando la mirada – La quimio…
Lo entendió sin que tuviera que decir nada más.
- ¿Y hoy está mejor?
- No creo, no ha ido a clase. ¿Al llegar te parece bien si vamos a verla?
- Claro – me apretó un poco el brazo para darme ánimos.
- ¿Y qué tal tu abuela?
- ¡Puf! No sé, tiene días… a veces está perfectamente pero ayer por ejemplo se pensaba que yo era la chica de la limpieza.
Las dos nos echamos a reír.

viernes, 23 de abril de 2010

CAPÍTULO 17 (PARTE 2)

- ¿Estás bien? – le dije acariciándole la espalda desnuda mientras estaba tumbada boca abajo.
- No lo sé…estoy pensando en la quimio, en sus efectos. Por ahora aún no estoy mareada ni nada pero la gente suele estarlo y potando constantemente, y a lo mejor hay días que me va a costar ir a clase o estudiar y… - se detuvo pero se le notaba que quería decir algo más.
- ¿Qué? – lo dije de forma suave.
- Bueno, a lo mejor…se me cae el pelo y eso.
- ¿Era eso? – me tumbé boca abajo a su lado acariciándole la cara – ¿Hablaste de esto con el médico?
- Sí y dice que los efectos secundarios afectan de distinta forma a las personas, dependiendo de sus condiciones físicas o de sabe Dios qué, pero que no me puede asegurar si yo voy a perder el pelo o no o cuánto me va a afectar.
Me sentía impotente porque no sabía cómo consolarla. Le besé el cuello y el hombro.
- Tenemos que esperar Brit y ver cómo van las cosas, pero no sirve de nada que te rayes . Además tienes que ser positiva que la actitud es importante ¿ok?
- Intentaré ser positiva, pero no es fácil.
- Tampoco para mí.
Tras un largo silencio dijo con un tono de voz totalmente distinto.
- Vamos a cambiar de tema. ¿Sabes? Esto es lo que más me apetecía en el mundo cuando estaba hace unas horas en el hospital.
- ¿El qué?¿Estar en una cama que lleva todo el día desecha, congelándote y escuchando truenos?
Se echó a reír.
- ¡No estoy congelada!
- Pues tus pies sí…
- ¿Ah sí? – se puso encima de mí y empezó a tocarme con los pies, riéndose.
Empezamos a luchar, ella intentando transmitirme el frío y yo tratando de tumbarla para sacármela de encima. Después de un rato nos quedamos quietas.
- ¿Tregua? – dijo ella agarrándome las muñecas e inmovilizándome.
- Síp.
Dejamos el juego, ella todavía encima de mí.
- Gracias – dijo agachándose para besarme.
- ¿Por?
- Por esta tarde – Nos quedamos mirándonos a los ojos. Volvió a besarme, más intensamente y acariciándome; esta vez con la clara intención de hacer algo más que besarnos.
Pero mi móvil sonó justo en ese preciso instante. Ambas suspiramos y soltamos algún quejido. Reconocí la melodía.
- Es Vero, su abuela está mal y tuvieron que ir a verla…tengo que coger…
- No pasa nada – hasta ahora aún estaba encima de mí, así que se bajó para dejarme coger y se tumbó a mi lado.
- ¿Hola?
- Hola Amy – no supe muy bien en que tono lo dijo pero sonaba distinta – me alegro de oírte.
- Y yo. ¿Cómo está tu abuela?
- Más o menos. Por eso llamaba, mi madre no quiere que pierda más clases pero se tiene que quedar aquí; acaba de hablar con tu madre y le ha pedido si puedo estar en vuestra casa hasta que ella vuelva o hasta que venga mi padre. Pero yo…
- Me voy a vestir – dijo Britney en bajo, aunque al parecer no lo suficiente.
- ¿Era Britney? – preguntó Vero.
- Sí, pero sigue contándome.
- Pues eso, que llamaba para saber si te parece bien.
- ¿Qué te quedes aquí? ¿Estás de coña? ¿Por qué me iba a parecer mal?
- No sé, como el sábado Britney se puso así igual no le parece bien que duerma en tu habitación.
-¡Ah! Tranqui eso ya está arreglado. Así que ¿cuándo vienes?
- Mañana por la tarde creo.
- Vale, genial. Además hace un montón que no dormimos juntas…y tenemos una conversación pendiente.
- Ya, bueno…
- ¿Qué?
- Da igual, ya hablaremos si tal…
¡¿Ya hablaremos si tal?! Aish, ¿qué le pasa?
Vi que Britney se apoyaba en la pared y de repente estaba mucho más pálida que diez minutos antes.
- ¿Estás bien? – dije aún sin colgar.
- Me estoy mareando – se sentó en el suelo, con la espalda apoyada en la pared y la cabeza entre las piernas.
- Vero tengo que colgar, Britney está mal.
- Ok, hasta mañana.
- Un beso.
No esperé su respuesta. Colgué y dejé el móvil encima de la cama, echándome rápidamente al suelo, al lado de Brit.
- ¿Qué pasa?
- Lo que va a pasar en los próximos meses. Esto solo acaba de empezar…

CAPÍTULO 17 (PARTE 1)

Cuando volví a casa tras el paseo con Britney no fui capaz de dormir durante mucho tiempo. Pensé en la discusión con ella; en su gran miedo, que por fin me había expresado, a que las cosas no salieran bien; pensé en Vero y en la rara conversación que tuvimos esa noche por teléfono. ¿De qué quería hablar al día siguiente? ¿Por qué sonaba tan rara?
Entendía que pudiera estar cabreada por la reacción de Britney pero no era solo eso, sabía que pasaba algo más. No sé por qué pero estaba segura de que había algo más. Simplemente lo sabía.
Estaba deseando que la noche pasara para poder hablar con ella, para que llegara la hora a la que habíamos quedado. Estaba tan intranquila que estuve varias veces a punto de llamarla. Pero no lo hice; pensé: “tranquila, es solo una noche. Mañana sabrás que le pasa, la verás.” Pero no sucedió. Al día siguiente, finalmente, no nos vimos y no pudimos mantener esa conversación.
Su abuela, que vivía fuera, se había puesto mala la noche anterior y su madre tenía que ir a verla, su padre no estaba en Pontevedra porque se había ido de viaje de negocios y por lo tanto Vero tenía que irse con su madre. Me lo contó en un sms, ni si quiera llegué a oír su voz para saber cómo estaba, si seguía igual de extraña que la noche anterior. Busqué respuestas en la pantalla del móvil pero el sms era corto, no decía nada más que esto: Amy no puedo quedar, mi abuela está mala y tengo que ir con mi madre. Te llamo cuando pueda. Besos.
La llamé pero me saltó el contestador.
Me desesperé un poco al no poder hablar con ella pero al mismo tiempo me rendí; cuando volviera, si aún quería, podríamos tener aquella conversación.
Llamé a Britney al día siguiente para ver si quería que la acompañara a su primera sesión de quimio pero me dijo que prefería ir con sus padres, al menos al principio, y la entendí perfectamente.
- Te llamo cuando salga ¿ok?
- Vale.
- Te quiero, Amy.
- Y yo a ti. Todo saldrá bien.
- Eso espero.
Y yo. No lo dije, no quería transmitirle inseguridad o que tuviera miedo que con el que tenía yo ya nos llegaba y nos sobraba a las dos.
Al día siguiente estuve supernerviosa hasta que me llamó.
- ¿Cómo estás?
- Un poco cansada supongo. Aunque todavía no siento demasiado los efectos.
- ¿Acabas de salir?
- Hace una hora, pero mis padres se empeñaron en que me quedara en casa descansando un poco antes de llamarte. Dicen que es mejor que no salgamos, que además hace un tiempo horrible.
- Me parece lógico. ¿Quieres venir a casa?
- Subo en cinco minutos.
Incluso antes de que pasaran los cinco minutos el timbre de casa sonó. Me abrazó en cuanto abrí la puerta. Y todos los nervios de la noche anterior y de todo el día, desaparecieron. Sabía que esa sensación de que nada podría ir mal en el mundo duraría el tiempo que Brit estuviera conmigo y que en cuanto saliera por la puerta volvería a estar histérica y muerta de miedo, volvería a poner los pies en la tierra. Cada vez que ella tuviera una sesión de quimio o que yo escuchara en algún lado la palabra cáncer sé que lo iba a pasar mal y tal vez hasta aquel instante no me había mentalizado.
- ¿Estamos solas? – dijo cuando llegamos a mi habitación.
Asentí. Y fue como una señal para ella. Se quitó la cazadora y me empujó contra la pared besándome con pasión. Se apretó contra mí, mientras sus labios recorrían mi cuello, mi oreja. Justo cuando tuve la intención de volver a decir algo volvió a besarme en la boca para no dejarme hablar, acarició mis labios con la lengua.
- ¿No se supone que deberías descansar? – susurré en cuanto me dejó y con la respiración entrecortada.
- No quiero descansar - se apartó un poco y se quitó la camiseta, alborotando su pelo rubio que incluso en la penumbra de mi habitación parecía brillar.
- Pero tus padres dijeron…
Volvió a besarme. Con una mano me agarraba dulcemente el cuello atrayéndome hacia ella y con la otra empezó a acariciarme el vientre justo en el borde de la camiseta.
Emití un gemido. Me gustaría decir que fue en señal de protesta o de enfado pero fue puramente por placer.
Acercando la boca a mis labios me susurró:
- No quiero descansar. Lo que me hace olvidarme de todo es esto, estar contigo. No quiero pensar cielo, solo quiero relajarme. Quiero volver a hacerlo contigo. Quiero hacerte el amor todos los días de mi vida – Me quitó la camiseta sin que yo me resistiera – y esa vida empieza hoy.
Ahora fui yo la que no aguantó más. La besé llevándola hacia la pared de enfrente. Le desabroché el sujetador y cuando ella quiso hacer lo mismo le agarré por la muñeca, inmovilizando el brazo, levantado, contra la pared. Poco a poco le abrí el primer botón del pantalón, sin apartar los ojos de los de ella.
Se mordió el labio inferior, señal que en aquella época yo ya sabía que significaba que estaba disfrutando.
-Te amo – dije apartándome un poco.
Nos tumbamos en la cama. Recorrió mi cuerpo con sus manos apoyándose sobre mí. Nos quitamos mutuamente la poca ropa que nos quedaba. E hicimos el amor.
Tengo grabadas en la memoria todas las veces que lo he hecho con Britney. Pero recuerdo que aquella tarde en especial la noté un poco distinta, como si estuviera más falta de cariño que nunca, como si el miedo y la ansiedad la estuvieran consumiendo y solo fuera capaz de apagarlos cuando estaba conmigo.

miércoles, 7 de abril de 2010

CAPÍTULO 16 (PARTE 4)

No recuerdo muy bien que hicimos el resto de la noche, creo que llamé a Vero para decirle que nos íbamos a dar una vuelta para arreglar las cosas y para ver si estaba bien. Pero me contestó de forma breve y tirante y me di cuenta de que ella también estaba enfadada por el numerito que le había montado Brit en la disco.
- ¿Quedamos mañana y hablamos? – dijo Vero cuando yo ya estaba a punto de colgar.
- Claro. ¿A las cinco en mi casa?
- Ok. Chao.
- ¿Vero?
- ¿Qué?
- ¿Estás bien?
- Mañana hablamos Amy – no sonó enfadada pero me preocupó bastante la forma en que lo dijo aunque no sabía muy bien por qué.


Aquella fue probablemente la primera gran pelea que tuve con Britney desde que la conocía. Habíamos tenido pequeñas discusiones por chorradas, como todas las parejas, pero no les dábamos importancia y a los cinco minutos ya estábamos bien; nunca habíamos discutido por algo importante, no como aquella noche. Porque aunque hicimos las paces rápidamente, las dos nos dimos cuenta de que lo de aquella noche había sido importante; lo fue porque sentí que por primera vez desde que ambas sabíamos que ella tenía cáncer conseguí que se abriera y me mostrara lo que sentía de verdad, en este caso ese miedo absurdo (porque yo jamás lo haría) a que la engañara o a que dejara de quererla. A la vez fue raro para mí descubrir que había una parte de ella que no conocía en absoluto y que ni si quiera sabía que existiera, una que al parecer estaba bastante celosa de mi relación de amistad con Vero o incluso de cualquier chica que tonteara conmigo. Britney nunca había sido celosa así que sinceramente creo que lo que pasó aquella noche se debió más a los nervios por empezar el tratamiento y al miedo a que las cosas salieran mal o a que lo dejáramos que a los celos reales.
Y al mismo tiempo también fue la primera vez desde que era mi novia que sentí que podía perderla, que a lo mejor no me creía y me dejaba. Y ese miedo para mí fue el más grande de todos aquella noche, el miedo a perder a Britney.

CAPÍTULO 16 (PARTE 3)

- ¿Qué coño te pasa? – dije una vez fuera y alejadas de la entrada de la discoteca que era donde había más gente.
- ¿Estás con ella?
- ¡No!
- ¿Por qué me mientes?
- ¿Y por qué no me crees? ¿Desde cuándo desconfiamos la una de la otra?
- Desde que dejas que las tías tonteen contigo, como Elena, o desde que sin querer cuando acabo de escribir este sms me encuentro con esto – dijo mostrándome un sms de mi móvil que Vero me había mandado el día anterior.
“¿Se lo vas a decir a Brit? Ya sé que no quieres hacerle daño pero tarde o temprano se lo tienes que decir, no quiero ocultarle esto. Al fin y al cabo cuanto más tardemos peor porque más traicionada se sentirá. Te quiero cariño. Besos.”
- ¿Ya está? – dije mirándola y cogiendo mi móvil para guardarlo - ¿Me has montado este número de celos solo por este sms?
Creo que al ver mi reacción se dio cuenta de que la había cagado. Suspiró y se sentó en un muro pequeño que teníamos al lado.
- ¿Me explicas qué es lo que pone en el sms que me ocultáis y por qué te pone “te quiero cariño”?
- Lo único que no te he contado y que no sabía si decirte por si podía hacerte daño o por si te enfadabas es que el día después a que me dijeras que tienes cáncer yo había quedado con Vero, me puse a llorar y se lo conté todo. Tenía miedo a que te pareciera mal porque al fin y al cabo es decisión tuya decirlo o no. Y en el sms Vero me decía que se sentía culpable fingiendo que no lo sabía y que quería decirte la verdad. Nada más.
- No me jodas ¿era eso? – no lo dijo enfadada sino arrepentida o quizás temerosa de mi reacción.
Asentí.
- Y me dijo “te quiero cariño” porque siempre lo hace, no porque ahora esté liada con ella y me trate diferente. Tengo mensajes de ella en el móvil guardados, de hace un año o así y ya me lo ponía.
Hubo unos minutos de silencio absoluto por nuestra parte, solo interrumpido por el ruido de los coches y de las voces de la gente cerca de la discoteca. Me senté en el muro a su lado.
- Creí que confiabas en mí… - No lo dije en absoluto enfadada sino triste o decepcionada. Creo que incluso empezaba a tener ganas de llorar aunque conseguí aguantar - ¿Cómo puedes pensar que te pongo los cuernos?
Ni si quiera esperaba que contestara, era más bien una pregunta hecha al aire. Me di cuenta de que me jodía muchísimo todo lo que había pasado esa noche, de que estaba realmente dolida porque tuviera dudas de mí.
- Britney, creía de verdad que nuestra relación no era como la de los demás, que no teníamos estas discusiones por celos absurdos.
- ¿Y qué querías que pensara cuando lo leí?
- Quería que si tenías alguna duda sobre mí vinieras y lo habláramos tranquilamente, sin montarme un show en plena discoteca. Quería que pensaras en lo mucho que te he cuidado desde que te conozco, en cómo te trato, en la cantidad de euros que me habré gastado en sms solo para decirte de mil formas distintas que te quiero, en que llevo tu anillo y tu colgante a todas partes; quería que pensaras en lo mal que lo he pasado desde que sé que tienes cáncer, en que me encanta hacer el amor contigo, en todos los besos y las caricias y en que te he dicho quinientas veces que me muero por dormirme y despertarme a tu lado otra vez, como en la excursión.
No dijo nada así que seguí:
- Pero desde luego no en que te ponía los cuernos. ¿Me consideras tan fría como para invitarla a cenar contigo y conmigo e irnos las tres de fiesta si te engaño con ella?
Seguía sin contestar a nada y a mí ya no me apetecía seguir hablando.
- Me voy a casa.
- Aún es la una – susurró.
- Me da igual, no me apetece quedarme.
Me levanté del muro pero me agarró la muñeca para que me girara y no me fuera. Más o menos estábamos a la misma altura aunque ella estuviera sentada. Se acercó poco a poco, mirándome a los ojos. Teniéndola a dos centímetros de mí era imposible no fijarme en lo guapa que estaba a pesar de todo. El flequillo le caía sobre los ojos que le brillaban porque había estado a punto de llorar (o aún lo estaba). Se mordió el labio inferior de una forma que me pareció increíblemente sexy. Me soltó la muñeca y empezó a rodearme la cintura, empujándome hacia ella. Me besó, muy suavemente al principio, como esperando mi reacción. Por una parte yo estaba muy enfadada y lo último que me apetecía era besarla, pero por otra parte era tan jodidamente sensual y dulce… No pude resistirme. La besé con más intensidad, intentando olvidarme de todo; lo único que quería era sentir su cuerpo con el mío, oír sus latidos, perderme en sus labios. Cuando conseguí controlarme un poco y a pesar de que una gran parte de mí no quería, me separé de ella.
Volvió a cogerme y a intentar besarme.
- Britney…
- ¿Qué?
- Que sé lo que pretendes pero tarde o temprano vamos a tener que hablar de ello. No podemos hacer como que no ha pasado.
Suspiró, resignada, y me dejó sentarme.
- Dime qué ha pasado, ¿por qué te has puesto así hoy? Porque estoy casi segura de que si hubieras visto ese sms hace un mes no habría pasado nada.
- Tenía miedo – casi no la escuché por el ruido de los coches y lo bajo que hablaba – Y aún lo tengo, Amy.
- ¿A qué?
- A todo. Creo que por eso reaccioné así… porque ahora mismo tú eres lo que me da fuerzas y me dio miedo perderte.
- No vas a perderme, pase lo que pase. Deja de pensar en eso ¿ok? Estoy aquí – le cogí la mano apretándola y noté que esteba temblando.
- Pero en parte eso también me da miedo – dijo al cabo de un rato – Me da miedo que llegue un día en que si ya no sientes lo mismo y yo no he mejorado sigas conmigo por pena o compasión o algo así.
- Te refieres al cáncer en lo de mejorar ¿no?
Asintió.
- Britney yo... – no sabía que decir por mucho que me esforzara, los pensamientos me daban vueltas por la cabeza y parecía que no era capaz de ordenarlos de forma coherente – para mí esto tampoco es nada fácil, pero si estoy contigo es porque te quiero, tanto como cuando empezamos, posiblemente mucho más que entonces. Si también dudas de eso no sé qué haces conmigo…
- No es que lo dude, pero eres tan buena persona que tengo miedo a que si un día ya no me quieres no seas capaz de dejarme porque estoy enferma. Y no quiero que nadie esté conmigo por compasión.
- Shhh – susurré poniendo un dedo en sus labios para que dejara de hablar – No voy a dejarte pero no porque estés enferma sino porque te quiero y porque voy a hacerlo siempre. ¿Recuerdas? Siempre estaremos juntas – dije riendo mientras me acercaba para besarla de nuevo.
- Siento todo lo de esta noche y mis paranoias. Pero es que ese mensaje fue como: ¡está con ella y no es capaz de dejarme por pena!
- ¿Me prometes que vas a dejar de inventarte cosas raras y que vas a volver a ser la chica lista, divertida y dulce de la que me enamoré y no la novia celosa que contrata a un detective para seguir a su chica?
Se rió mientras asentía con la cabeza.
- Lo prometo.
- Más te vale – dije de coña mordiéndole el cuello.

CAPÍTULO 16 (PARTE 2)

Media hora después los cuatro ya llevábamos dos copas cada uno. No quería que Britney bebiera porque no me parecía una buena idea teniendo en cuenta que en dos días empezaba el tratamiento, pero no me hizo caso y tampoco hay mucho que yo pudiera hacer, tampoco soy su madre…
Nos lo estábamos pasando realmente bien. Durante bastante tiempo estuve sola con Vero y Britney porque a Diego lo perdimos al poco tiempo de entrar, cuando se fue a saludar a unos amigos de su clase.
Estábamos las tres en la pista de baile, en el mismo rincón donde solíamos estar siempre que íbamos. Les dije intentando hacerme oír por encima de la música que iba a por otra copa a la barra. Antes de que me marchara Britney me pidió el móvil para mandarle un mensaje a su madre diciendo que iba a llegar tarde, porque el suyo no tenía batería. Salió fuera para poder mandarlo porque allí no había muy buena cobertura y Vero me acompañó a por la copa para no quedarse sola.
- ¿Qué tal te lo estás pasando? – dijo cogiendo una pajita de un vaso y jugando con ella con los labios.
- Muy bien.
- ¿Seguro?
- Sí, esta noche era lo que necesitaba.
- ¿Irte de fiesta y emborracharte?
- Estar contigo y con ella y pasárnoslo bien, sin nadie llorando, sin drama.
- Desengáñate Amy, en tu vida siempre habrá drama; eres como una estrella del rock.
Le saqué la lengua antes de girarme para pedirle al camarero lo que quería. Cuando la miré de nuevo, antes de pensar le di un beso en la mejilla.
- Gracias – dije.
- ¿Por qué?
- Por esta noche.
Justo en ese momento vi detrás de Vero a Elena, la chica con la que había hablado en la cafetería, la amiga de Paula. Nos estaba mirando y se acercó a nosotras antes de que Vero pudiera añadir nada como respuesta a mi frase o al beso.
- ¿Qué tal? – dijo Elena volviendo a darme dos besos y saludando también a Vero, aunque debo decir que hasta yo misma y mira que soy humilde y nunca me fijo en eso, me di cuenta de que a ella la saludaba con bastante menos efusividad. Empecé a fijarme en pequeños detalles, la forma de mirarme, de cogerme casualmente la mano o de tocarme cada vez que podía. Y caí en la cuenta de que Vero en la cafetería ya me había dicho que creía que estaba tonteando conmigo.
No quería que Brit volviera y se pusiera celosa sin necesidad porque pensara que yo le había dado pie a tontear o que yo también lo estaba haciendo, así que le dije a Vero que iba al baño y me separé de ellas, subiendo las escaleras.
Pero justo cuando cerré la puerta del baño escuché que volvía a abrirse y no sé por qué pero antes de girarme ya sabía que era ella. La saludé sin más y me metí en uno de los aseos, antes de que le diera tiempo a hacer nada. Cuando salí no estaba allí así que empecé a creer que a lo mejor eran solo paranoias mías. Bajé de nuevo y encontré en seguida a Vero, que ya estaba con Britney. Noté que había un ambiente raro pero antes de que me diera tiempo a preguntar, Elena, que venía detrás de mí sin que lo hubiera notado, saludó a Brit y se presentó. Noté que había pasado algo y que mi novia y Vero estaban raras pero no sabía cómo preguntárselo con Elena allí.
Después de cinco minutos de repente me preguntó:
- Escuché que estás con una chica, ¿es verdad?
- Sí, llevo bastante con ella.
- Me alegro por vosotras - dijo mirando a Vero.
- Eh no, no es ella – dije al instante riendo pero sorprendida porque ellas seguían serias – Es Britney.
- Ah perdón… es que como siempre estáis juntas y os vi antes en la barra…
- ¿Qué pasó en la barra? – dijo Brit, que empezaba a sonar cabreada.
- Nada, le di un beso en la mejilla.
- ¿Solo eso? ¿Seguro?
- ¿Se puede saber qué te pasa a ti?
- Lo que me pasa es que no soy idiota y que no quiero que me engañes con todas las tías de Pontevedra.
- ¿Qué? – yo también empezaba a enfadarme.
- Tonteas con esta – dijo señalando a Elena – te lías con Vero a mis espaldas… ¿hay alguna más?
- ¡¿De qué coño hablas?!
- ¿Por qué no vais mejor a hablar fuera? – nos interrumpió Vero.
- ¡Tú no te metas! – le contestó Brit casi chillándole.
- ¡Eh! No le hables así – me puse entre ellas temiendo de verdad que Britney siguiera metiendo la pata y que Vero no llegara a perdonarla algún día. Me di cuenta de que mucha gente a nuestro alrededor estaba pendiente de nosotras. La cogí de la mano y le pedí que saliéramos para hablar. Me soltó la mano con rabia a mitad de camino, enfadada aunque yo aún no entendía por qué.

CAPÍTULO 16 (PARTE 1)

El fin de semana antes de que Britney empezara con la quimioterapia decidimos quedar todos juntos (ella, Vero, Diego y yo); en parte para distraerla un poco y que no pensara demasiado en lo del lunes (la quimio) y en parte porque tal vez cuando empezara el tratamiento iba a estar demasiado cansada o no le iba a apetecer mucho salir con nosotros de noche.
Pensé en que algo tranquilo, como ir al cine y a cenar, sería lo mejor. Pero Britney se negó; dijo que sabe Dios cuanto tiempo iba a tener que pasar sin pisar una discoteca y que esa noche teníamos que ir sí o sí. En fin… cuando se pone así y encima te suplica con cara de no haber roto un plato en su vida y te come el cuello a besos pidiéndotelo por favor una y otra vez es difícil negarle algo. Le dije que era ella la que decidía pero en el fondo no me parecía nada lógico que fuéramos a una discoteca porque tuve la impresión de que igual se agobiaba y de que la música a todo volumen no iba a compaginar muy bien con su dolor de cabeza…pero como ya dije antes, es difícil negarle algo. Sobre todo si te chantajea con besos.
Quedamos antes de ir a la discoteca para cenar en una cafetería/restaurante cerca de la casa de Vero. Cuando llegué con Britney ella y Diego ya estaban allí. Yo aún no le había dicho a mi novia que había hablado con Vero de lo de su cáncer pero no sabía muy bien cómo hacerlo porque no quería que se enfadara. No sé lo conté a Diego porque me di cuenta de que decírselo o no a la gente era decisión de Brit no mía, la conversación con Vero había sido la excepción, necesitaba desahogarme simplemente. Pero no iba a decírselo a nadie más.
Me di cuenta de que al fondo de la cafetería había una chica a la que conocía así que la saludé sonriendo mientras nos sentábamos con Vero y Diego.
- ¿Quién es? – dijo Vero antes de girarse para ver a la chica – ¡Ah! Es la amiga de Paula ¿no?
Paula había ido con nosotras al colegio. Al pasar al instituto se fue a uno distinto del nuestro pero de vez en cuando aún la veíamos y nos llevábamos muy bien con ella. Su amiga, la chica de la cafetería, se llamaba Elena. Paula nos la había presentado un día y habíamos estado con ellas algún sábado.
- ¡Puf, está buena! – dijo Vero después de girarse de nuevo para comprobar que su memoria no le fallaba.
- ¡Vero!
- ¿Qué? – me miró con una sonrisa pilla en la cara
- Pues sí que te va a durar a ti lo del plan “no relaciones”…
- ¡Pshe! ¿Qué tiene que ver? Solo dije que está buena, ¿es mentira acaso?
- No – dije instantáneamente.
- ¡Ey! – Britney me dio un codazo mirándome medio enfadada, más bien celosa.
- ¿Qué? – intervino Vero otra vez, dirigiéndose a Britney – Está contigo, pero no está ciega…
- Pues más le vale estarse manca…
Diego y yo nos miramos y empezamos a reír a carcajadas. Estuvimos como cinco minutos sin parar mientras Vero y Britney nos miraban mosqueadas. Al final hasta me lloraban los ojos de la risa.
Pedimos la cena y cuando nos la trajeron se olvidaron de darnos kétchup; como el camarero ya se había ido para no tener que esperar me levanté para pedirlo en la barra. Justo en ese momento Elena y sus amigas se estaban levantando para irse así que se acercó a saludarme.
- ¿Qué tal? ¡Cuánto tiempo! – dijo dándome dos besos.
La verdad es que no me acuerdo muy bien de qué hablamos, recuerdo que le dije que estaba mucho más guapa con el pelo como lo llevaba ahora (se lo había dejado crecer y se había puesto mechas rubias) y ella me contó un par de anécdotas de Paula y ella. De lo que estoy segura es de que me reí un mucho en los cinco minutos que estuve con ella. Se me había olvidado lo bien que me caía esa chica porque hacía un montón de tiempo que no la veía. Me dijo que se iban a la discoteca, a la misma a la que íbamos a ir nosotros.
- Pues a ver si nos vemos allí entonces – dijo despidiéndose, de nuevo con dos besos.
Volví a la mesa y cuando lo hice noté que Vero me miraba raro.
- ¿Qué? – pregunté.
- ¿Tonteó contigo o es impresión mía? Porque desde aquí es lo que parecía…
Me quedé con cara de tonta.
- ¿Es bi?
Vero se rió.
- ¿No lo sabías? Se lió con un par de tías en verano en Portonovo y creo que con otra en fin de año.
- No tenía ni idea… pero no, no ha tonteado conmigo.
- ¿Seguro? – dijo Britney entrando de pronto en la conversación.
- ¿Celosilla? – dije sonriendo para picarla.
- No lo sé, como dices que está buena…
- Ven aquí anda – mientras me reía le agarré suavemente la nuca acercando a Brit para besarla – Ya sabes que solo te quiero a ti – le susurré después al oído.
Me separé para seguir cenando pero antes la miré de reojo y vi que tenía una gran sonrisa en la cara después de lo que le había dicho.


Cuando terminamos de cenar y pagamos la cuenta nos fuimos a la discoteca. Britney iba con Diego un poco más adelantados y Vero me cogió del brazo y tiró hacia atrás para que me separara un poco de ellos y no pudieran oírnos.
- ¿Qué tal está? – dijo señalando a Brit con la cabeza. Sé que intentaba animarme pero sonaba preocupada.
- No lo sé… quiere hacer como que todo va bien, fingir que esto no está pasando y que ella solo es una chica normal que sale con sus amigos un sábado y que se emborracha, baila y hace el idiota más de lo normal. Pero a la vez tiene miedo, no lo dice pero se lo noto en la cara, en los gestos, en la forma de hablar.
- ¿Y tú? ¿Cómo estás? – dijo acariciándome el hombro.
Le hice un gesto encogiéndome de hombros como para indicarle que no tenía ni idea de cómo estaba yo.
- Solo quiero olvidarlo todo por esta noche… pasármelo bien.
Me cogió de la cintura apretándome a ella.
- Te prometo que nos lo vamos a pasar de puta madre.
Las dos sonreímos y nos adelantamos para ponernos al lado de Diego y Britney.